Doris Dörrie, la talentosa directora de ¿Soy linda? y de Nadie me quiere, cumple 70 años
Como cuenta en su libro, para reponerse de sus momentos de soledad, la cineasta apela a métodos tan diversos como insólitos
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Con 70 años recién cumplidos, la cineasta alemana Doris Dörrie, creadora de films como Nadie me quiere y ¿Soy linda?, asegura no estar dispuesta a quedarse en su casa encerrada. “Para mí, el hogar representa menos un espacio y más la familia y los amigos”, comentó la famosa directora feminista a la agencia de noticias alemana DPA.
El movimiento en ella y en sus películas es algo constitutivo. De joven se trasladó a California y Nueva York, en donde estudió teatro y cine. A los 20 años, continuó su formación en Múnich. Algunas de sus películas nacieron en el extranjero, sobre todo en Japón. Es el caso de Sabiduría garantizada (1999), en la que dos hermanos de vidas un tanto complejas deciden pasar una temporada en un monasterio zen de Japón en busca de una paz interior que no parecen encontrar. Es el mismo país en donde filmó Cherry Blossoms-Hanami, Las flores del cerezo y Hombres. En el plan de indagar otras geografías, ¿Soy linda?, la filmó en Munich y en Sevilla. Protagonizada por María Schrader, Franka Potente, Senta Berger, Otto Sander y el argentino radicado en Madrid Juan Diego Botto; la elección de la ciudad andaluza no fue casual.
“Hay dos lugares de ensueño para los alemanes: Italia y España. Cruzar los Alpes significa que llegamos a otro espacio donde hace más calor, nos quitamos nuestros abrigos, abrimos nuestros corazones y nos convertimos en otras personas. En el verano se da esa gran migración. Como los rebaños que van pastando por diferentes lugares, así vamos nosotros en busca de esa vida verdadera”, apuntó la gran creadora germana en su paso por Buenos Aires en la temporada de 1999 cuando vino a presentar ese film.
Nacida el 26 de mayo de 1955 en la ciudad de Hannover, noroeste de Alemania, Doris Dörrie considera que la clave como creadora es mantener la curiosidad y una mente despierta y crítica sin anclarse en un solo lugar. Ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia por Desnudos (cuya versión teatral protagonizaron en nuestro país Luciano Castro, Gonzalo Heredia y Luciana Cáceres); y el Oso de Oro en el Festival de Berlín por Las flores del cerezo, su inminente cumpleaños la llena de entusiasmo. “Estoy contenta y asombrada por este número”, sostuvo a DPA al mismo tiempo que aseguró festejarlo entre amigos con una reunión privada.

En su libro autobiográfico Wohnen (Vivir), publicado recientemente por la editorial Hanser Berlín, narra su historia de vida a través de los lugares que habitó: desde su habitación infantil en casa de sus padres, pasando por distintas residencias compartidas, hasta la idílica granja en Alta Baviera. La contracara de la constante movilidad son los momentos de soledad, a los que Dörrie responde con creatividad.
En Los Ángeles, visitaba casas lujosas haciéndose pasar por una clienta solvente. “Curiosa, recorría casas enormes y, en su mayoría, monstruosamente feas, con piscinas y jardines gigantescos, réplicas de modelos arquitectónicos como Versalles, templos griegos, casas rurales inglesas y chalets alpinos, cuyos habitantes seguramente creían que residían y no simplemente habitaban”, apuntó en uno de los capítulos de su libro. Al volver al invierno alemán, escogía otro método y pasaba horas en grandes almacenes. “Me probaba ropa hasta que me dolían los músculos, solo para estar a la luz del día y entre gente”, reveló. En un escenario como en el otro el contacto real con otras personas para ella es algo vital. “Tenemos la sensación de poder conectarnos digitalmente con el mundo constantemente. Y, al mismo tiempo, nos aislamos cada vez más. Nunca antes en la historia de la humanidad hemos pasado tanto tiempo en nuestras cuatro paredes. Podemos pedir comida, conocer gente digitalmente y no tenemos que salir de casa”, comenta.
Doris Dörrie asegura que el contacto directo entre los seres humanos es también algo fundamental para la democracia, “pues negociar compromisos en persona es distinto a confrontar ideas digitalmente y desconectarse ante desacuerdos. Eso hay que practicarlo. Cuantos más espacios perdamos para hacerlo, más peligroso será”, apuntó la cineasta, cuyas películas suelen abordar con una fina ironía los conflictos humanos y cuyo último trabajo fue como coguionista de una miniserie de la televisión germana.
La directora y guionista se siente una privilegiada por haber hecho lo que siempre quiso hacer. Claro que no siempre le fue fácil. Su esposo murió el segundo día del rodaje de ¿Soy linda? Ergo, postergó el rodaje durante un año. Durante mucho tiempo se negó a terminar esa película compuesta por 11 episodios en los que se narran la vida de personajes muy cercanos que buscan el sentido de sus vidas. Pero tuvo que culminarla por una sencilla razón: la compañía de seguros impuso sus reglas y no lo quedó otra que concluirla.
¿Soy linda? fue un éxito en el circuito de cine de culto.





