El éxito del cine uruguayo
Llega "25 watts", premiada en Rotterdam y en Buenos Aires
"25 watts" es una de esas películas sobre la nada, hechas con pocos recursos, y en donde no pasa prácticamente nada. Una idea que nació de las impulsivas ganas de filmar una película con las posibilidades técnicas y humanas que había a mano, "sobre nosotros mismos, unos pibes hablando", como dicen en principio, como de soslayo, los jóvenes montevideanos Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, de 27 años. Un ejercicio lúdico de estos amigos para matar el aburrimiento, que desmistifica el esfuerzo, pero que sin embargo se plasmó en un guión (que fue semifinalista en Sundance), contó con actores profesionales y vecinos, logró filmarse en 16 milímetros, consiguió apoyo económico, premios en dinero y se pudo estrenar con éxito en Uruguay. Su repercusión internacional hoy asombra hasta sus propios hacedores.
A esta altura, resulta fácil considerarla una película más sobre la era del vacío y el desánimo, protagonizada por chicos que más que de barrio son de living, para los que pulsar el botón del control remoto y cambiar de canal también resulta un ejercicio fatigoso. Y hasta se la podría sumar a la corta columna del nuevo cine uruguayo y, por qué no, hablar hasta de una posible movida cinematográfica de la Banda Oriental. Es que esa película uruguaya ya dio vueltas por varios festivales del mundo: ganó el premio más importante en Rotterdam, y en el de Buenos Aires recibió uno de la prensa internacional (Fipresci) y también fueron distinguidos sus actores. Entre otros datos, fue el tercer estreno uruguayo de mejor taquilla, le ganó en su país a "Pearl Harbor" y llegará mañana a la Argentina.
Podría llamarse "Slackers", como la película de Richard Linklater, que pinta también un día en la vida de unos vagos, unos outsiders de Austin, Texas. Pero ésta, que es uruguaya, se titula "25 watts", justamente porque alude al débil voltaje de las ideas de sus desvelados y desganados protagonistas, aunque esa sucesión de instantáneas que ironizan sobre el aburrimiento, las mujeres, la familia, el barrio, el trabajo y el futuro, también estuvo a punto de llamarse "Envases vacíos".
Se filmó en Montevideo, con una cámara que se alquiló en Buenos Aires por 23 días, en blanco y negro, y sigue las 24 horas más comunes de tres pibes de veintipocos años, El Javi, El Seba y El Leche, desde el amanecer de un sábado cualquiera hasta la llegada del domingo, que se cruzan con varios personajes de curiosos: una abuela dopada, un ex volantero que maneja un auto con publicidad sonora, el hijo de éste, el dueño de un videoclub, un ex soldado convertido en repartidor de pizza y una novia aburrida, entre otros.
Encuentro de compatriotas
Recién llegados de Montevideo, los directores se abrazan con sus compatriotas, dos de los actores de la película, como si hiciera mucho tiempo que no se ven: el actor Daniel Hendler, de 25 años, que por mucho tiempo llevará la pesada mochila de llamarse Walter, por el aviso que protagonizó para Telefónica, y Alfonso Tort, de 23, ex jugador de Huracán Buceo y de Progreso, que hoy alterna sus estudios de arte dramático con el trabajo de carpintería en la fábrica de juguetes de madera de sus padres.
"Daniel estuvo en todos los cortos que filmamos. A Alfonso lo conocimos durante la selección del elenco. Es el hermano de una amiga de otra amiga.Y el otro protagonista, Jorge Temponi -que no vino-, es un amigo que actuaba en todas las películas de la escuela de cine, que ahora finalmente está estudiando. Pero también participa un actor reconocido como Walter Reino, que también nos hizo el favor de trabajar gratis", dice Pablo Stoll, rubio de pelo ensortijado.
Como El Leche, el personaje que lo imita en la película, Juan Pablo Rebella fuma inquieto y sin parar. Y hasta lo enorgullece decir que esta película es "autobiográfica". "Con otro amigo más que después se apartó del proyecto, cada uno escribió escenas sueltas sobre tres pibes. La idea era hacer un corto para divertirse, pero escribimos tanto que era para un largo. Después no nos dio ganas de ponernos a filmar en el verano y tá , pasó el tiempo", dice Stoll. Y Rebella resume: "Cuando empezamos a escribir teníamos 20 años, al filmarla, 25; la presentamos con 26 y ahora cumplimos 27. Digamos que nosotros crecimos, pero los personajes que se inspiraron en nosotros quedaron en la misma edad. Y son anécdotas de cosas que nos pasaban cuando no teníamos nada para hacer y hablábamos de discos, de programas de televisión, de mujeres, cuando no teníamos cable y tratábamos de hacer antena con lo que podíamos y sólo veíamos pelotitas en la tele. Pero con el tiempo fue perdiendo... digamos... autobiografiedad ".
Cada vez que pueden homenajean a una de sus mayores influencias cinematográficas que tienen: Raúl Perrone, el director de "Graciadió" y "Zapada", "un tipo que te deja con las ganas de hacer películas". Y les encanta que los relacionen con el cine de Jim Jarmush. "En realidad, conocimos sus películas por casualidad -dice Juan Pablo-. Yo no era muy cinéfilo hasta que un día fui a la Cinemateca atraído por una película con música de Tom Waitts, "Bajo el peso de la ley". Me gustó tanto que después me vi todo Jarmush." Pero cuando les preguntan por sus referentes uruguayos apenas si consiguen mencionar a Alvaro Buela, el director de "Una forma de bailar", "un loco que es un poco mayor que nosotros. Hizo un telefilm generacional que fue la primera película uruguaya que no nos dio vergüenza ver, y me pareció más que digna. Pero no hay más", dice Stoll.
Escenas sueltas
De un extremo al otro, Stoll y Rebella pasan de someterse a estrictas denominaciones de escuela de cine a deslizar las explicaciones más vagas e imprecisas. Entonces explican que la película está "montada sobre una serie de escenas con un mínimo hilo conductor y que al terminar de verla te queda un pantallazo de la vida de estos tres tipos". Y definen como "demencial" la experiencia en el Festival de Rotterdam donde la primera película de sus vidas se proyectó por primera vez en el mundo. "Los otros pibes del mundo nos preguntaban: "¿Y ya tienen pensada una segunda película?". Y nosotros estábamos ahí enloquecidos por estar en un hotel cinco estrellas con televisión por cable, y a la vez encontrándonos con gente que respetábamos y que nos hablaba bien de la película." Y tienen la humildad de no creerse los chicos maravilla y de reconocer "imperfecciones" de la película.
Con respecto a la estructura del film, Juan Pablo Rebella dice que no se propusieron elegir el día en que sucede algo que cambia la vida de los personajes, sino todo lo contrario. "Tomamos un día al azar, en todo caso, el más representativo de la cotidianidad. En la película no hay una reflexión final, ni una evolución psicológica de los personajes." "Estos cambian en la medida en que uno puede cambiar en un día -agrega Stoll-. Por ejemplo, si esto fuera una película de Hollywood, el personaje de Javi (Tort) tendría su primera relación sexual. Pero eso no tenía que pasar en la nuestra porque habría atentado contra el estatismo que íbamos a mostrar."
Pablo Stoll viajará en poco tiempo a Francia, ya que un nuevo guión escrito nuevamente en tándem participará en el Festival de Amiens, donde ya fue seleccionado entre otros 70, y si resultan elegidos entre cuatro finalistas se llevarán 7000 pesos para el desarrollo de ese guión. "No tiene nada que ver con "25 watts", pero sí con nosotros, aunque los protagonistas son mayores de 50 años", cuenta. "Nosotros no queremos tener un millón de dólares para hacer una película -concluye Rebella-. De haberlos tenido, tal vez no hubiera trabajado con Hendler, sino con De Niro (bromea) o, simplemente, se escucharía mejor lo que dicen los actores. Pero hicimos la película que queríamos ver.
Películas de la otra orilla
Según un listado elaborado por la Cinemateca uruguaya sobre la filmografía de su país, el primer largometraje de ficción, "Pervanche", se realizó en 1919. Desde aquella época, la producción de cine uruguayo muy pocas veces superó las dos películas anuales. Después de una interrupción en la producción cinematográfica, registrada entre 1984 y 1993, a partir de ese año hubo una reactivación del cine que alimentó cierto optimismo. En 1997 se estrenaron tres películas: "Otario", de Diego Arsuaga; "Una forma de bailar", de Alvaro Buela; y "El hombre pálido", de Duilio Borch. 1998 fue de "El chevrolé", película que circuló por varios festivales. Y si bien no se atreven todavía a hablar de movida, 2000 presentó tres películas uruguayas, entre "Maldita cocaína", de Pablo Rodríguez y "El viñedo", de Esteban Schroeder. Y este año registró los mayores éxitos de taquilla: "En la p... vida" fue vista por 120.000 espectadores, seguida por "Maldita cocaína", y en tercer lugar se ubicó "25 watts", vista por 41.000 personas.