El fraude y lo sobrenatural
Robert De Niro encabeza el elenco de esta película, en la que también actúa Leonardo Sbaraglia y que se estrena mañana en los cines locales
Hay varios motivos por los cuales el estreno de Luces rojas, anunciado para mañana por Distribution Company, genera especial interés entre nosotros. El primero, por supuesto, es que se trata del primer film de Leonardo Sbaraglia en Hollywood y en medio de un elenco estelar encabezado por Robert De Niro, Sigourney Weaver y Cillian Murphy (el actor irlandés de El viento que acaricia el prado, Exterminio y Batman inicia). Pero también porque es la tercera realización de Rodrigo Cortés, el director español que hace dos años sorprendió con Enterrado, su film anterior, y porque en este caso se interna en un terreno completamente distinto: el de los fenómenos paranormales, tan frecuentemente objeto de fraudes y charlatanerías.
"No creo en lo sobrenatural, pero hay una serie de cosas que no facilitan su explicación inmediata…", admite Cortés, que se reconoce básicamente escéptico, pero estuvo documentándose un año y medio acerca de todo lo relacionado con fenómenos paranormales y sobre todo con la percepción que puede tenerse de ellos según se crea o se dude de su existencia. Precisamente, el film, anunciado como "un thriller psicológico que explora los mecanismos de percepción del cerebro humano y las fronteras difusas entre creencia y ciencia", aborda la historia de dos expertos en fenómenos psíquicos. Son la doctora Margaret Matheson (Sigourney Weaver) y su ayudante Tom Buckley (Cillian Murphy), ambos investigadores.
Su trabajo consiste en estudiar fenómenos metapsíquicos de todo tipo con la intención de desenmascarar su falsedad (o inexistencia) en la misma universidad donde otro científico rival, Paul Shackleton (Toby Jones) dispone de un presupuesto más amplio para sus estudios sobre percepción extrasensorial. A Sbaraglia (que fue protagonista de la ópera prima del director gallego, la poco difundida Concursante) le toca el breve pero significativo papel de un argentino que se hace pasar por mentalista italiano. Según ha explicado el realizador –también guionista–, los dos únicos personajes que fueron escritos pensando en los intérpretes que los encarnarían fueron, justamente, el de nuestro compatriota y el de Weaver.
El nudo argumental tiene que ver con el inesperado regreso a la escena, después de treinta años de ausencia, del legendario psíquico ciego Simon Silver (Robert De Niro), lo que constituye todo un desafío para científicos y escépticos, y una mala noticia para Matheson, que no ha olvidado la mala experiencia que vivió cuando llevó adelante en otros tiempos una investigación sobre el extraño personaje. Sin embargo, pese a las advertencias de su jefa, temerosa de alguna revancha de su viejo adversario, Buckley empieza a desarrollar una creciente obsesión por el carismático lector de mentes y por los fenómenos que lo rodean. Y secundado por su discípula más aventajada (papel a cargo de la muy joven Elizabeth Olsen), emplea todos los medios a su disposición para descubrir la verdad sobre Silver, aunque en el empeño ponga en duda sus propias convicciones respecto de los fenómenos paranormales.
Contrastes
Basta comparar algunos datos para advertir que Luces rojas es el proyecto más ambicioso de Cortés hasta la fecha, y no sólo por las cotizadas figuras que encabezan su elenco o por el presupuesto, diez veces mayor que el de Enterrado. Con más de sesenta actores y 4000 extras, la película fue rodada entre Barcelona y Toronto durante diez semanas y media. Un brusco contraste con los diecisiete días de filmación y el único actor (Ryan Reynolds) del film que le abrió las puertas de Hollywood: el claustrofóbico thriller que transcurría enteramente en el ataúd donde un camionero norteamericano se encontraba sepultado en pleno desierto iraquí, después de haber sido secuestrado por terroristas.
Cortés, que ya había pensado en esta historia antes de rodar Enterrado, también se encargó de la edición del film y admite que, tras la proyección en el último Festival de Sundance, introdujo algunos ajustes en el montaje final. "Es que cuando uno puede asistir a una serie de proyecciones, tiene una extraordinaria oportunidad para pulsar la energía de la sala y del público, y hacer pequeños retoques: ajustes de montaje de sonido, cosas así", aclara. Pero también subraya: "En realidad, se trata de tres etapas del mismo proceso creativo; nunca escribo en términos abstractos. Imagino el film en su forma final. Cuando escribo, empiezo por imaginar el tipo de personajes, los ambientes, las situaciones, las imágenes, los avances narrativos, las reacciones del futuro espectador, y hasta los sonidos y la música. Y cuando uno dirige, sólo trata de servir al guión. Sin pensar en quién lo escribió".
Otro film escrito por él, Donde habita el diablo o Apartamento 143 –estrenado aquí tres meses atrás–, se internaba en lo sobrenatural. ¿Alguna predilección por el cine de horror? "No, no es que sea apasionado por el género. Sucede que ese guión nació de las investigaciones sobre el escepticismo científico, la parapsicología, la percepción subjetiva de la realidad y los fenómenos metapsíquicos que hice para Luces rojas. Pero como no me gusta repetirme –y entre estas dos historias hay cierta conexión, aunque son muy diferentes–, me pareció que era una buena oportunidad para confiarle la dirección a algún nuevo director. Como mi amigo Carles Torren, un hombre joven que puso toda su energía en la tarea."ß
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