El reino de Kensuke: más humanismo que aventuras en esta preciosa fábula de un niño, un perro y un anciano en una isla
Adaptado de la novela de Michael Morpurgo, con animación artesanal, una narración casi sin palabras y algunos gags algo pedestres, es una apuesta británica para un público infantil “de los de antes”
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El reino de Kensuke (Kensuke‘s Kingdom, Reino Unido/2023). Dirección: Neil Boyle y Kirk Hendry. Guion: Frank Cottrell Boyce. Música: Stuart Hancock. Edición: Peter Duggan, Richard Overall. Con las voces de: Aaron MacGregor, Ken Watanabe, Cillian Murphy, Sally Hawkins, Raffey Cassidy, Kotoko Wertheim. Duración: 84 minutos. Calificación: apta para todo público. Distribuidora: Cinetopia. Nuestra opinión: buena.
A medida que avanza la trama de El reino de Kensuke, y la pantalla se completa con una animación de trazo artesanal y sensación regocijante, es inevitable preguntarse: ¿Es esta una película que vería un chico?, segmento al que inequívocamente está destinada. La duda continuará hasta el último fotograma; lo deseable es responder “ojalá”, pero una conclusión más realista sería “¿quién sabe?”.
El film comienza con la travesía en velero de una familia compuesta por papá, mamá, hermana mayor, el pequeño Michael y, muy pronto se develará, la perra Stella. El nene, rebelde por naturaleza y bastante insoportable, se empeña en hacer todo mal. Hasta el punto de de caer junto a su mascota al mar, rumbo a una muerte segura. Sin embargo, ambos despiertan en una isla, con dos platos de comida y agua junto a ellos. A los pocos días descubren que se encuentran al cuidado del anciano Kensuke, quien años antes había sufrido el mismo destino, convirtiéndose desde entonces en guardián y amigo de los animales de la isla. A pesar de que no hablan el mismo idioma, Michael iniciará un viaje de reconocimiento y contacto con la naturaleza, con su entorno, y de fortalecimiento de su espíritu, de la mano de un hombre que perdió todo. Y que, sin embargo, el destino le da otra oportunidad.
Basada en el best seller de 1999 de Michael Morpurgo, Kensuke‘s Kingdom se trata de una historia pequeña, bien narrada, con el acento puesto en el excelente nivel de animación que ostenta. A diferencia de otros exponentes del género, la decisión de minimizar el diálogo frente a dos personajes que no se pueden comunicar, colabora a fortalecer el poder expositivo de la imagen, dejándola aportar detalles a la historia. Así, la suerte de Kensuke y su familia -enmarcada en la tragedia de Nagasaki, cuando una bomba atómica arrasó suelo nipón en 1945-, es descrita en el film mediante un dibujo que el anciano protagonista hace mientras recuerda el suceso. Un prodigio de poesía y sensibilidad que remarca aún más el horror de la guerra.
Sin embargo, y probablemente en busca de la masividad, estos detalles que desmarcan a El reino de Kensuke de otros proyectos similares, se tropiezan con un catálogo de lugares comunes que abaratan su valor estético. El arco narrativo de Michael, el protagonista, está salpicado de gags menores, que a lo mejor eran simpáticos hace 60 años (como por ejemplo en El libro de la selva de Disney), pero que ahora flaquean ante un ojo juvenil, naturalmente más exigente.
Con más humanismo que aventura, la película de Neil Boyle y Kirk Hendry recupera en estética e historia un tipo de cine que cada vez es más difícil de encontrar. Sin embargo, queda la incógnita si no gustará más a aquellos chicos hoy adultos, que encontrarán a su niñez reflejada en la pantalla. En todo caso, será responsabilidad de ellos acercar a las nuevas generaciones a obras como esta, y enseñarles a disfrutarlas. Es un camino probablemente arduo, pero vale cada intento.
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