El surrealismo de Charlie Kaufman y el algoritmo de Netflix, el matrimonio más inesperado
A principios del milenio, Charlie Kaufman era uno de los pocos guionistas cuyo nombre era tan conocido por el público como el de los directores con los que colaboraba. Junto con Spike Jonze irrumpieron en la escena cinematográfica con la surrealista ¿Quieres ser John Malkovich?, el primer largometraje de ambos. Le siguieron El ladrón de orquídeas, de nuevo junto a Jonze; Confesiones de una mente peligrosa, ópera prima de George Clooney; y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, dirigida por Michel Gondry, que le valió el Oscar a Mejor Guión Original. De allí, solo le quedaba pasar al puesto mayor del escalafón de Hollywood: la dirección. Con Synechoche, New York - Todas las vidas, mi vida, dio un paso más en sus experimentos narrativos y luego codirigió junto a Duke Johnson el film de animación stop motionAnomalisa.
Una década después, su apellido ya convertido en un adjetivo para un tipo de películas en las que la realidad es inaprensible y los personajes se pierden en los laberintos de sus propias mentes, el perfil de Kaufman bajó notablemente. Al menos hasta ahora: en un año en el que la realidad está probando ser mucho más kaufmaniana que lo que él mismo podría imaginar, el guionista y director debutó como autor de una novela, Antkind, y volvió con una nueva película, Pensando en el final, que se estrenó este mes en Netflix.
Basada en la novela I'm Thinking of Ending Things, del canadiense Iain Reid, el film de Kaufman comienza con la voz en off de una joven, la magnífica Jessie Buckley (Chernobyl), que confiesa estar "pensando en ponerle fin a las cosas". La chica se sube al auto de su novio, interpretado por Jessie Plemons, y parten por un camino nevado hacia la granja en la que viven los padres de él, encarnados por Toni Colette y David Thewlis. Sus pensamientos, en los que se cuestiona terminar con esa relación, parecen ser interceptados de alguna manera por su novio, que va llevando la conversación por distintos temas durante el viaje. La tormenta de nieve genera una sensación de encierro y cuando llegan a la granja, el ambiente va enrareciéndose cada vez más. Ahí es donde los juegos mentales de Kaufman comienzan a desatarse y el realismo queda abandonado en pos de otra forma de explorar la realidad.
Pienso en el final es una experiencia por momentos frustrante y bastante triste pero cautivadora. Sigue la línea de los trabajos anteriores de Kaufman, exigiendo al espectador que se involucre en el film, que intente seguir el ritmo de las innumerables referencias culturales, se abandone a una noción no lineal del tiempo y llegue a sus propias conclusiones acerca de lo que está viendo.
"No me gusta decir de qué tratan las películas porque invalidaría lo que ellas significaron para el espectador, que es una experiencia tan válida como la mía - expresó Kaufman durante la conferencia de prensa de presentación de Anomalisa en el festival de Venecia-. Lo genial es que cada uno tenga su propia idea acerca de lo que es el film. Yo no voy a decir nada al respecto. Es la película de cada uno".
Ese estilo único y enigmático fue lo que llevó al éxito al guionista y director, que comenzó su carrera escribiendo para comedias televisivas como The Dana Carvey Show y Ned & Stacey.
"Siempre intento pensar más allá de la idea original –decía Kaufman, en una entrevista con The Guardian–. Así que si tengo, por ejemplo, un portal hacia John Malkovich en una historia, entonces tengo que pensar todas las iteraciones de eso y llego a: ¿qué tal si John Malkovich entra en su propio portal? Eso que la gente dice que es mi estilo, es sólo la forma en la que trabaja mi cerebro. Tengo una especie de cualidad TOC en mi forma de pensar".
Las tendencias de la industria cinematográfica en las primeras dos décadas del siglo XXI, con una concentración de los estudios en películas de superhéroes y franquicias con altos rendimientos comerciales y un alejamiento de los films de presupuesto medio, convirtieron a Hollywood en un lugar menos receptivo para el cine de Kaufman. Su ópera prima como director, Synechdoque, New York - Todas las vidas, mi vida, recibió buenas críticas pero fue un fracaso de taquilla, en medio de la crisis económica de 2008. A partir de entonces, la carrera de Kaufman quedó pausada.
Según el propio guionista y director le contó al New York Times, pasó casi una década buscando financiación para un musical sobre la enemistad entre un troll de Internet y un director de cine. Para apostar por el proyecto, los estudios le pidieron que consiguiera grandes nombres que quisieran formar parte de él. Steve Carell, Jack Black, Cate Blanchett, Nicholas Cage y su habitual colaboradora Catherine Keener fueron algunas de las estrellas que aceptaron la propuesta del director pero la película finalmente no se concretó. Tampoco le fue bien con proyectos televisivos y tuvo que dedicarse a algunos trabajos por encargo reescribiendo guiones ajenos.
Su siguiente proyecto propio fue Anomalisa, codirigida con Johnson, cuya financiación inicial fue conseguida gracias al aporte del público a través de una campaña de crowdfunding. A pesar de la codirección, el film de animación stop motion tenía el sello de Kaufman, quien escribió el guión. De nuevo, las críticas fueron muy positivas, participó del festival de cine de Venecia y consiguió una nominación al Oscar como Mejor Película de Animación. Pero no fue suficiente para facilitar sus próximos proyectos y recién pudo concretar su film más reciente con el apoyo de Netflix.
"Me gustaría tener dinero que no tengo y me digo a mí mismo que podría escribir una película de gran presupuesto –dijo Kaufman en la misma entrevista con The New York Times–. Hay mucha basura por ahí que no es honesta y no intenta ayudar a clarificar o explorar la condición humana de ninguna manera. Y lleva a la gente por el mal camino, es como anestesia para la mente y es tóxico y no quiero algo así en mi currículum. Ni siquiera me refiero a mi currículum profesional, sino a mi currículum como ser humano".
La posibilidad de hacer una obra personal, que no requiera de presupuestos y planes financieros, apareció en forma de literatura. Kaufman aceptó la propuesta de una editorial de escribir una novela y se abocó a la creación de Antkind, publicada recientemente en los Estados Unidos.
A juzgar por las críticas y notas de los medios norteamericanos, la flamante novela de más de 700 páginas –sus referentes literarios son Thomas Pynchon, Samuel Beckett y David Foster Wallace– continúa con los temas y obsesiones presentes en la filmografía de Kaufman. El metalenguaje, la autorreferencia, las trampas de la percepción y el sentido del humor presentes en ¿Quieres ser John Malkovich?, El ladrón de orquídeas y Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, son centrales en la novela que tiene como protagonista a B. Rosenberger Rosenberg, un crítico de cine pretencioso que se obsesiona con la película perdida de un viejo director del cine mudo, que dura tres meses. La trama, según los reportes, es tan complicada como se puede esperar del autor. Y el detalle más sugestivo es que su protagonista es fanático de Judd Apatow... y odia a Charlie Kaufman.
¿Dónde ver sus películas?
- El ladrón de orquídeas, disponible en Claro Video
- ¿Quieres ser John Malkovich?, disponible en HBO Go, Movistar Play y Claro Video
- Anomalisa está disponible en Claro Video, Google Play Películas e iTunes
- Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, disponible en Amazon Prime Video, Movistar Play, Netflix y HBO Go
- Confesiones de una mente peligrosa, disponible en iTunes
- Human Nature, disponible en iTunes
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