Extraña pareja noruega
"Elling... mi amigo y yo" ("Elling", Noruega/2001, color). Dirección: Petter Naess. Con Per Christian Ellefsen, Sven Nordin, Per Christensen, Jorgen Langhelle, Marit Pia Jacobsen, Hilde Olausson. Guión: Axel Hellstenius, basado en la novela "Brade i blodet", de Ingvar Ambjørnsen. Fotografía: Sven Krøvel. Música: Lars Lillo Stenberg. Edición: Inge-Lise Langfeldt. Presentada por Eurocine. Duración: 87 minutos. Apta para todo público.
Nuestra opinión: muy buena
Es una tierna fábula acerca de dos cuarentones noruegos recién salidos de una institución para enfermos mentales y de su esforzada labor por volver a encontrar su lugar en el mundo. Una historia que sortea hábilmente el riesgo de precipitarse en el sentimentalismo más dulzón gracias a la sutileza de su director y a la fresca naturalidad de sus dos principales intérpretes, Per Christian Ellefsen y Sven Nordin.
Nada hay aquí del remanido discurso sobre el derecho de ser diferente ni mucho menos intención de describir la naturaleza de los desequilibrios nerviosos que han llevado a la internación al tímido y educado Elling y a su compañero de cuarto en la clínica, Kjell Bjarne, un gigante de pocas luces, modos torpes y corazón de oro. Lo que el film se propone mostrar es de qué modo esta "extraña pareja" nórdica reanuda su contacto con el mundo. O mejor: cómo logra entablarlo, ya que ninguno de los dos ha tenido mucha oportunidad de conocerlo. Elling vivió cuarenta años bajo la protección de su madre, y a la muerte de ésta se encerró en un armario del que debió sacarlo la policía para internarlo en el sanatorio. En cuanto al grandote Kjell Bjarne (siempre se utiliza el nombre compuesto para mencionarlo), da la impresión de que no ha conocido otra realidad que la del instituto.
Pero llega el día en que el estado noruego decide que Elling y Kjell Bjarne están listos para asumir la responsabilidad de continuar afuera la rehabilitación y los instala en un departamento del centro de Oslo, con la supervisión y el estímulo de Frank, su asistente social. De la condición en que se encuentran hablan a las claras sus primeras decisiones: por ejemplo, la de mudar una de las camas para seguir durmiendo los dos en el mismo cuarto, como en la clínica. En ese primer momento, todo -hasta el sonido del teléfono- es motivo de inquietud, cuando no de miedo, y ni hablar de salir de compras, que resulta casi una epopeya. Claro que muy de a poco, y sobre la base del mutuo apoyo, irán ganando confianza.
La interdependencia entre el retraído y cerebral Elling y su sanguíneo amigo, apasionado por la comida y las mujeres (aunque nunca conoció una), es el elemento central de la película, bajo cuya apariencia de comedia amable se perciben la mirada lúcida y el espíritu humanista de un director sensible.
No hay en Peter Naess la menor intención de explotar la condición de los personajes con fines melodramáticos, sentimentales o humorísticos. Esa actitud se evidencia en el propio desarrollo de la historia. Las personas con las cuales se relacionan los protagonistas -por un lado, un aficionado a la poesía, que resulta ser una gloria literaria nacional; por otro, una voluminosa vecina recién abandonada por su amante y a punto de tener un hijo- son, en el fondo, tan "excéntricas" como ellos. De ahí la saludable naturalidad con que los tratan y el espacio de contención que, sin proponérselo, les proporcionan.
Ese sincero acercamiento humano será decisivo en su proceso de adaptación social. No hacen falta discursos sobre la aceptación de las diferencias cuando la propia historia demuestra qué borroso suele ser el límite entre lo normal y lo anormal. El tema de "Elling... mi amigo y yo", que compitió hace dos años por el Oscar a la mejor película extranjera, proviene de una novela que fue un best seller en Noruega y del éxito teatral que concretaron a partir de ella el director, el libretista y los dos principales intérpretes del film. Tanta familiaridad quizás ayude a explicar la asombrosa espontaneidad que Ellefsen y Nordin confieren a personajes que, evidentemente, han sido producto de una puntillosa elaboración.
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