Julia y el zorro: una trama para tener paciencia
Julia y el zorro (Argentina/2018) / Guión y dirección: Inés María Barrionuevo / Fotografía: Ezequiel Salinas / Música: Germán A. Sánchez / Edición: Rosario Suárez / Elenco: Umbra Colombo, Victoria Castelo Arzubialde y Pablo Limarzi / Distribuidora: Cinetren / Duración: 105 minutos / Calificación: Apta para mayores de 16 años / Nuestra opinión: buena
Julia (Umbra Colombo), una exactriz de 48 años, y Emma (Victoria Castelo Arzubialde), su hija de 12, se instalan en una casona en la zona cordobesa de Unquillo. La zona es idílica, pero el lugar ha sido vandalizado (ni la heladera dejaron quienes irrumpieron en el lugar) y ellas deberán arreglarla de a poco con el objetivo de una futura venta.
Si bien ya ha pasado un tiempo prudencial desde la muerte del marido de Julia y padre de Emma, el duelo (el dolor) no tiene fecha de vencimiento. Así, se percibe una permanente tensión entre madre e hija. Es la adulta quien parece no tener paciencia ni amor para dar a una chica que acumula reclamos y reproches. La precariedad de la existencia, la época invernal, la angustia y la soledad de estas dos mujeres no hacen más que amplificar la veta melancólica y por momentos desoladora de la historia. En este sentido, la directora de la formidable Atlántida no cede a las tentaciones demagógicas y, con un rigor extremo, sostiene el planteo inicial al punto que por momentos resulta difícil empatizar con los personajes, sobre todo con el de la platinada Julia. Sin embargo, cuando ella se reencuentra con Gaspar (Pablo Limarzi), un viejo amigo y colega que intenta convencerla de retomar su actividad artística, el film abre la posibilidad de una segunda oportunidad. Árida, áspera, dueña de una extraña belleza en medio de la tristeza desgarradora, Julia y el zorro es una película de climas y estados de ánimo, construida con paciencia, sensibilidad y determinación.
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