A quince años de su estreno, Netflix sumó a su catálogo Petróleo sangriento, la película de Paul Thomas Anderson que le dio a Daniel Day-Lewis el segundo de sus tres Oscar como actor protagónico.
No se escucha ni una sola palabra en los primeros 14 minutos de Petróleo sangriento (There Will Be Blood, 2008). En el comienzo de esta extraordinaria película de Paul Thomas Anderson, solo contemplamos la imagen de un hombre solitario que hace esfuerzos sobrehumanos por extraer de la naturaleza algún elemento de valor.
“Yo vengo de un hogar donde el idioma es muy importante. Pasé página tras página del guion y me pregunté cuánto tiempo puede mantenerse esto. Había algo casi descarado, pero encantador y sobre todo cierto, en la vida de este hombre. Todo lo que necesitabas saber sobre él en esa etapa de su vida se revela sin decir ni una sola palabra”, explicaría tiempo después Daniel Day-Lewis, el protagonista de ese acto de cine puro.
En esa misma conversación, que puede encontrarse en la página web del Chicago Movie Magazine, Day-Lewis va mucho más allá. Cuenta que se filmó una secuencia mucho más larga que se hubiese extendido por unos 30 minutos si se incluía completa en el corte final. Anderson decidió reducirla y condensarla en la sala de montaje.
Una versión más amplia de Petróleo sangriento de la que acaba de sumarse al catálogo de Netflix nos habría entregado seguramente el retrato integral y pleno de ese hombre desquiciado, cuya ambición ilimitada fue llevando cada vez más al límite el carácter maníaco de su comportamiento. Así describió hace un par de años Anderson el aporte de su amigo Day-Lewis a una de sus mejores obras.
Pero aunque durara media hora más, Petróleo sangriento (que en la pantalla de Netflix aparece también con el título de su estreno en España, Pozos de ambición) no hubiese alterado el veredicto de la Academia de Hollywood quince años atrás. Con o sin montaje, con solo verlo actuar unos pocos minutos quedaba en todo el mundo la sensación de que nadie iba a quitarle en esa oportunidad a Day-Lewis su segundo Oscar como actor protagónico.
Anderson y Day-Lewis se encontraron por última vez en 2018 como director e intérprete principal de otra película extraordinaria, El hilo fantasma (The Phantom Thread, 2018). Después nos enteraríamos que allí el actor irlandés ofrecería su última actuación para el cine antes de anunciar su retiro, con apenas 60 años.
Day-Lewis ganó tres Oscar como actor protagónico (es el único actor que alcanzó esa proeza, solo compartida con Katharine Hepburn) sobre un total de seis nominaciones, todas en esa categoría. Ganó el premio con la primera (Mi pie izquierdo, en 1990); volvería a hacerlo con Petróleo sangriento en 2008, y con Lincoln en 2013. Las otras fueron por En el nombre del padre (1994), Pandillas de Nueva York (2003) y la citada El hilo fantasma (2018).
Cualquiera de ellas podría ser reconocida como la mejor de una carrera que, como escribió en estas páginas Javier Porta Fouz, siempre fue selectiva en la elección de sus roles. “Fue intensificando esa característica con los años mientras acumulaba premios, prestigio y poder de decisión”, agregó. Pero si hubiese que quedarse con una entre todas estas personificaciones inolvidables, la de Petróleo sangriento aparece en primer lugar.
Tal vez solo su transformación en Lincoln para una de las obras menos apreciadas de la filmografía más reciente de Steven Spielberg hubiese quedado a su altura, pero la posibilidad brindada por el streaming de volver a ver Petróleo sangriento (Lincoln no está disponible en ninguna plataforma local) destaca allí a Day-Lewis por sobre el resto de sus apariciones consagradas con el Oscar.
Al fundamentar la elección de Petróleo sangriento como la película más importante de todo el cine del siglo XXI hasta el momento, el diario londinense The Guardian dice que allí Day-Lewis no solo entrega la actuación más grandiosa de su carrera. También utiliza en inglés el término “exotic”, que en este caso se aplica a su otra acepción, la de “extraña”. Esa condición, propia de algo inesperado y por lo tanto mucho más sorprendente, asombrosa e irresistible cuando adquiere tanto vuelo, como en este caso.
La película es una adaptación libre de la novela Oil!, escrita por Upton Sinclair hace casi un siglo, en 1927. Su protagonista (el personaje de Day-Lewis) se llama Daniel Plainview. Es el hombre al que vemos en el comienzo de la película buscando oro y plata dentro de una mina perdida en el mapa y en completa soledad. De esa insistente búsqueda, premiada con un golpe de fortuna, pasará a la explotación de petróleo como emprendedor pionero en las agrestes y vírgenes tierras de California.
Poseído por una ambición ilimitada y convencido de que nada se interpondrá en su camino hacia el éxito económico, Day-Lewis utiliza como pocos actores el cuerpo para representar ese estado de ánimo. No hay manera de resistirse a su persuasiva manera de transmitir a los demás que es digno de confianza para emprender esa tarea. Así consigue adquirir las tierras que guardan en las profundidades el preciado oro negro a precios de ganga, pagándole a sus modestos, incautos, iletrados y necesitados dueños mucho menos de lo que valen.
Siempre se habló de Day-Lewis por el compromiso extremo, al límite de las exigencias físicas y anímicas, de los personajes que aceptó interpretar. Esa voluntad de mimetizarse con ellos llegó casi siempre al extremo. Para La insoportable levedad del ser estudió en profundidad el idioma checo hasta llegar a hablarlo con fluidez; para El último de los mohicanos pasó un tiempo viviendo en el bosque, donde aprendió a cazar y despellejar animales; para Mi pie izquierdo se sometió a las mismas prácticas que reciben los enfermos de parálisis cerebral; para Pandillas de Nueva York insistió tanto en usar la ropa de época (la película transcurre en 1862) que cayó enfermo de neumonía en pleno rodaje, durante un invierno en Roma, y para El hilo fantasma se dedicó dos años a estudiar corte y confección.
Pero en el caso de Petróleo sangriento, el propio actor británico reconoció que no hizo preparativos especiales tan meticulosos. Hasta corrieron rumores, desmentidos por el propio actor, de que había hecho levantar una torre de perforación como las utilizadas para extraer petróleo en los fondos de su casa de campo en Wicklow, Irlanda. “Cuando lo leí pensé que no sería una mala idea intentarlo, pero nos faltaba un poco de ayuda en ese momento”, bromeó.
La fascinación por adoptar la apariencia de cada personaje es la característica principal de Day-Lewis. Esa curiosidad siempre lo llevó más lejos que la mayoría de sus colegas más destacados. “Pero el trabajo principal está en la imaginación”, dijo sobre cómo se preparó en este caso para interpretar a un hombre que se presenta ante los demás como un magnate petrolero. “Creo que la imaginación trabaja en estrecha colaboración con el subconsciente, porque cuando todo sucede de la manera en que debe ocurrir nunca podrás controlarlo por completo”, agregó.
Es lo que se aprecia en la pantalla. A través de Day-Lewis, Plainview se comporta como un hombre que parece tener siempre muy en claro lo que quiere hacer, pero no puede evitar al mismo tiempo las consecuencias de algunos de sus actos. Sobre todo cuando involucran a quienes están más cerca suyo, unidos con él a través de lazos de sangre reales o aparentes.
La película nos muestra un comportamiento cada vez más agresivo, decidido e implacable por parte de Plainview, que cuanto más se aferra al destino de gloria que vislumbra como emprendedor, más cruel se muestra frente a los demás.
Con la cabeza cada vez más inclinada hacia adelante, los ojos encendidos, la mirada fija en su interlocutor y un discurso enérgico y cargado de sorna o desprecio, según el caso, Day-Lewis construye a un personaje que se vuelve cada vez más agresivo y amenazante.
Todo empieza y termina en la voz, uno de los elementos que Day-Lewis mejor utiliza para sus personificaciones. La elocuencia, el manejo de los silencios y el modo en que dispara o mantiene contenidas entre los labios las palabras más fuertes son marcas de su estilo interpretativo, aunque en este caso también insistió en negar cualquier influencia exterior como elemento clave para la construcción del personaje.
“No me basé en nadie en particular. Una o dos personas pensaron que de alguna manera lo había modelado a partir de John Huston. Escuché algunas grabaciones de Huston, porque en un momento, dado el vigor y la entrega de su voz, me vino a la mente de la nada. Hablo mucho conmigo mismo, tengo una pequeña máquina prehistórica con cintas que son compatibles con casi cualquier sistema que conozco. Hablo mucho sobre eso para ver si puedo encontrar un sonido que signifique algo. Pero casi siempre se trata de escuchar alguna voz en el oído de mi mente”, reconoce el actor.
De la voz de Plainview surgen expresiones que definen muy bien a un personaje casi irresistible, por razones poco virtuosas, basadas por lo general en la mentira, el engaño y la traición. “Soy competitivo por naturaleza. No quiero que los demás tengan éxito. Odio a casi todos. A veces miro a la gente y no veo nada que valga la pena. Veo lo peor en los otros”, dice el personaje de Day-Lewis en un momento, sin tener conciencia plena de que su temperamento también golpeará a quienes están más cerca suyo.
Ese impulso marca a fuego (por momentos en sentido literal) su enfrentamiento con la figura que más lo pondrá a prueba porque expresa desde otro lugar la misma búsqueda de codicia y dominio, en este caso oculta tras una versión extrema del compromiso religioso. Ese personaje, verdadero alter ego de Plainview, es interpretado por Paul Dano (Los Fabelman).
Tan potente es la identificación de Day-Lewis con su personaje que al recibir emocionado el Oscar como mejor actor por Petróleo sangriento el 24 de febrero de 2008, agradeció entre otros a su esposa, Rebecca Miller, refiriéndose de ella como “la señora Plainview”. No podían ocurrir las cosas de otra manera en el caso de Daniel Day-Lewis, a quien su amigo Paul Thomas Anderson, después de dirigirlo en esta película monumental, definió como “el mejor actor nacido para la interpretación”.
Petróleo sangriento está disponible en Netflix.
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