La nueva vida de Daniel Day Lewis, el favorito de Hollywood que decidió retirarse de la actuación
Sin planes de regresar al cine, el protagonista de películas como En el nombre del padre y Pandillas de Nueva York se dedica a una apacible vida hogareña, muy lejos del star system
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Con una carrera marcada por el prestigio y el récord de contar con tres premios Oscar, Daniel Day-Lewis es un referente ineludible en el mundo de la interpretación. El protagonista de grandes títulos como El último de los mohicanos o Petróleo sangriento, se despidió de la actuación en 2017, y aunque su nombre ya no figure en la cartelera, su legado y el interés sobre su figura se mantiene intacto.
Day-Lewis siempre fue famoso por tomarse muy en serio cada uno de sus trabajos, al punto de forzar su cuerpo hasta el límite, con tal de comprender aquello que le sucedía a sus personajes. Por ejemplo, en el rodaje de El último de los mohicanos aprendió a comer solo lo que cazaba, y buena parte de su dieta consistió en aprender a despellejar y cocinar a la intemperie a los animales que atrapaba. O en Pandillas de Nueva York, que llegó a enfermarse de neumonía por querer vestir solo las ropas de ese período histórico, completamente negado a abrigarse con camperas u otras prendas actuales.
Esa mimetización del actor con sus roles, lo llevó a vivir un desgaste emocional muy grande, que a largo plazo hizo mella en él. De ese modo, y casi como una epifanía, El hilo fantasma, de Paul Thomas Anderson, se convirtió en su última pieza de ficción, sobre la que expresó: “Antes de hacer esa película, no sabía que iba a terminar retirándome de la actuación. Y el impulso de abandonar echó raíces dentro mío, y pronto se convirtió en una compulsión. Era algo que debía hacer”.
Alcanza con leer ideas y sentimientos de Daniel Day-Lewis, para comprender que esos intensos procesos que atravesó con cada personaje, se quedaron en él para siempre. Y en relación a El hilo fantasma, comentó en una oportunidad: “Paul y yo nos reímos mucho preparando ese proyecto. Pero de pronto dejamos de divertirnos porque nos abrumó a los dos un sentimiento de tristeza. Y eso nos tomó por sorpresa, no nos habías dado cuenta lo que habíamos dado a luz. Es muy duro vivir con eso, y aún lo es”.
“Necesito creer en el valor de lo que estoy haciendo. El trabajo puede parecer vital. Incluso irresistible. Y si los espectadores lo creen, eso debería ser suficiente para mí. Pero, últimamente, no lo es”, se sinceraba por entonces, cuando la decisión de dar un paso al costado ya parecía un hecho para él. “Sabía que era poco convencional hacer una declaración [de su retiro]. Pero quería dibujar una línea. No quiero volver a verme absorbido por otro proyecto. Toda mi vida he hablado sobre cómo tenía que dejar de actuar y no sé por qué era diferente esta vez, pero el impulso de dejarlo se quedó en mí, se convirtió en una compulsión”.
Actualmente, el intérprete de 64 años vive pleno sin la necesidad de las grandes luces o las alfombras rojas. Nunca lo distrajo la fama, y por ese motivo, se encuentra lejos no solo del cine, sino también del folclore de la industria. Day-Lewis, de hecho, está literalmente muy lejos de Hollywood, y comparte sus días con su esposa Rebecca Miller -hija del dramaturgo Arthur Miller- en Wicklow, un condado irlandés que se ubica a poco más de cuarenta kilómetros de Dublin.
El actor se casó con Miller en 1996, poco después de dar por finalizada su relación con la actriz Isabelle Adjani (con quien tuvo a su primer hijo, Gabriel-Kane Day-Lewis). Junto a su segunda esposa es padre de Ronan Cal, de 22 años, y Cashel Blake, de 19. Ahora, en ese pequeño pueblo irlandés en el que decidió echar raíces, Day-Lewis se dedica a otras de sus pasiones, como la carpintería y el boxeo, que le permiten encontrar esa paz interior que, irónicamente, no halló durante el proceso que lo convirtió en una leyenda del cine.
LA NACIONTemas
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