Los cines ya no sólo serán para ver films
Se viene un cambio copernicano en las salas con nuevos e impensados contenidos
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Desde que en 1895 los hermanos Lumière sorprendieron al mundo al inventar el cine, técnicos, productores y realizadores no pararon hasta el día de hoy de sorprendernos en materia de relatos y maneras de contar, actuaciones memorables y prodigiosos artificios.
El contraste es muy fuerte con los exhibidores (los cines) quienes en 115 años poco y nada han innovado: muy pasivamente se han dedicado a proyectar sobre telas blancas lo que les remiten las distribuidoras cinematográficas, o sea, las películas chicas, medianas, grandes y megatanques que hacen desde los estudios más célebres hasta los productores independientes más modestos. Han hecho, eso sí, mucho por brindarnos más confort (salas más amistosas a temperatura ideal y cómodos butacones) y calidad (imagen y sonido inmejorables). Es cierto que también, a favor de ellos (y de nosotros también), al establecer mayoritariamente el criterio de multicines han cambiado, favorablemente, el sentido de nuestras viejas salidas cinéfilas (años ha, si uno llegaba a la boletería y ya no había entradas y no se animaba a pedir "de las buenas", no quedaba otra que volverse a casa o irse a tomar un café; ahora, si se agotaron las entradas de la película elegida, siempre hay otros títulos por las cuales podemos inclinarnos). Se han preocupado también por proveernos de más servicios (cocheras, venta telefónica o por Internet, expendio de víveres, café y los tan infaltables como odiosos pochoclos). Pero a la hora de entrar en la sala, su menú seguía reduciéndose a un solo plato: proyectar una película.
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¿Pueden las salas proyectar, además de películas, alguna otra cosa? En estos días, algunos cines están demostrando que sí pueden y que quizás encuentren en esos caminos alternativos que exploran filones complementarios que sirvan para sostener la concurrencia de público. No está de más recordar que por el creciente fenómeno de los videoclubes y de la piratería, más lo mucho que se ha avanzado en calidad y tamaño en materia de televisores, hay cada vez más gente que ya ve cine cómodamente en la intimidad de sus casas, y esta modalidad que se va extendiendo implica riesgos concretos para el presente y el futuro de las salas de cine.
Con buenos reflejos, los cines argentinos empiezan a permitirse probar con otros contenidos que vengan a complementar a las clásicas películas. Aprovechando la oportunidad que brinda el actual Mundial, algunos complejos ofrecen en pantalla grande, alta definición y sonido envolvente los partidos de la selección argentina, en un esfuerzo conjunto de Torneos y Competencias y Film Suez. Como la comercialización de este paquete se decidió muy a último momento, ha faltado publicidad a la iniciativa (no todo el mundo lo sabe) y, por otra parte, el precio de la entrada, 60 pesos, parece alto para un contenido al que el público que puede pagar esa suma ya accede en su casa con respetable calidad y tamaño. De allí que en la transmisión de los dos partidos jugados hasta ahora por la Argentina (contra Nigeria y Corea del Sur) hayan quedado espacios ociosos. Muy diferente de lo que ocurrió aquí en el Mundial 78, cuando la Argentina aún no contaba con televisión cromática y el público se zambullía a los cines para ver a su equipo en color.
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También es llamativo lo que está pasando con el nuevo menú de óperas y ballet que empezó a llegar a los cines el jueves de la semana pasada. Se recordará que, por una iniciativa del gobierno de la ciudad, en primera instancia, en 2008 se empezó a proyectar en el teatro 25 de Mayo, de Villa Urquiza, las transmisiones en directo desde el Met, de Nueva York. Desde el año pasado, pasaron al teatro El Nacional, con los auspicios de la Fundación Beethoven. Ahora el ex CEO de la cadena Hoyts, Heriberto Brown, gerencia una compañía de contenidos alternativos para el cine tradicional, una de cuyas líneas de trabajo es ofrecer a los cines locales un interesante paquete de obras musicales clásicas. Los primeros resultados vienen siendo más que sorprendentemente buenos.
El primer título lanzado el jueves de la semana anterior, La traviata , en la versión del año pasado del Royal Opera House, con Renée Fleming, Thomas Hampson y Joseph Calleja, logró ranckear algunos días en punta en Cinemark San Martín, Showcase Córdoba, Cinemark Caballito, Showcase Haedo y Showcase Norte (esto quiere decir que estuvo por arriba de El príncipe de Persia y otras taquilleras películas) y entró segunda otros días en Cinemark Palermo. Y teniendo pocas pasadas en sólo trece salas fue novena en recaudación en todo el país el jueves pasado y entró quinta el lunes último.
Brown lleva adelante The Other Screen, "la primera distribuidora de contenido no tradicional en high definition para América latina", un emprendimiento de Ralph Haiek, el creador de MuchMusic Latinoamérica. Además de la música clásica y del deporte (la idea es exhibir en las salas otras disciplinas como el automovilismo, el golf y el tenis), cerraron un acuerdo con HSM para presentar seminarios de management.
Y queda, tal vez, el desafío más grande: negociar con las discográficas (o tal vez directamente con los artistas, por medio, por ejemplo, de Live Nation) para poder llevar a las pantallas de los cines los más importantes shows internacionales de los artistas y bandas más célebres.
La acción de The Other Screen no se concentra sólo en hacer rentables horarios ociosos de los cines (por ejemplo, las mañanas) u otras franjas horarias de la semana no tan fuertes, con propuestas alternativas para las salas argentinas. También ha entrado en conversaciones con exhibidores de otros países como México, Colombia, Ecuador, Perú y Uruguay.
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Hay en el país mil salas de cine y cinco mil personas que trabajan en el sector. El anuario 2009 de Ultracine da cuenta de la bonanza que atraviesan los exhibidores: el año pasado abrieron cinco nuevos complejos cinematográficos (en Rosario, Florencio Varela, Ezeiza, Bella Vista y las diez salas del Hoyts en el Dot, en el barrio porteño de Saavedra). En el primer trimestre de 2010, la venta de entradas subió un 20 por ciento en comparación con 2009. Los films en 3D son una renovada atracción de multitudes. Así como este año empezó con pie firme con Avatar , en este cierre del primer semestre de 2010 la llegada de Toy Story 3 anticipa un nuevo batacazo (en sus dos primeros días de exhibición se quedó con casi 7 de cada diez entradas vendidas). Lo que parece que sí se va a extrañar este año es el cañonazo nacional ( Un novio para mi mujer , lo más visto de 2008; El secreto de sus ojos , la N° 1 de 2009).
La digitalización de los proyectores de las salas permite ahora ampliar la oferta hacia contenidos impensados hasta hace poco tiempo;también se les está ofreciendo a las grandes empresas la posibilidad de hacer sus presentaciones en horarios matutinos.
Y una primicia: si los tiempos dan en su implementación, hasta es posible que los partidos decisivos de esta Copa del Mundo puedan verse en algún cine en 3D.
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