
Michael Haneke y la violenta levedad del ser
Mañana será la última oportunidad para ver tres de sus películas: "Horas de terror", "Benny´s video" y "71 fragmentos"
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Al término de una película del realizador austríaco Michael Haneke, la sala se vacía ante un silencio general pleno de pensamientos perturbados. Después del shock, difícilmente se pueda seguir corriendo de sala en sala, afiebrados con la maratón festivalera, tras descubrir a un director que es tan cruelmente provocador.
Los argumentos de sus películas son simples, pero a través de sus anticonvencionales estructuras narrativas y visuales consigue que el espectador se sumerja con total incomodidad en un medio que sospecha conocido. Así Haneke intenta, por un lado, desarmar la dinámica impuesta por el consumo del espectáculo hollywoodense y por los medios de comunicación. No se deja llevar por la aparente acción física y psicológica, ya que el horror, el suspenso o la tragedia en sus películas no se proponen "entretener" al público en el sentido de distraerlo, o de no aburrirlo, sino, por el contrario, hacerlo pensar, y para eso deja tiempo y espacio cinematográfico.
La mayoría de las películas de Haneke son silenciosas, trágicas, violentas y también comprensibles. Aunque su mirada no simplista sobre el estado de las cosas no tiende a explicar los porqués de los actos de sus personajes. Lo preocupa la insatisfacción de la sociedad actual, la tecnologización del mundo moderno, donde la comunicación entre las personas es cada vez más precaria.
El director austríaco ha sido criticado por utilizar en casi todas sus películas la violencia para atacar la violencia real y la de ficción, generalmente usada por la industria de Hollywood como "entretenimiento". Aunque en algún momento él expresó que no estaba muy de acuerdo con, por ejemplo, el modo en que Wim Wenders lo hizo en "The end of violence".
Haneke le reserva un lugar al espectador: a veces abofeteado por el vacío insoportable, otras cómplice del terror a la fuerza, el público tal vez se pueda replantear con sus películas el papel de consumidor pasivo y su voyeurismo cada vez más activado. "Mis películas proporcionan un modelo contrario al típico modelo americano de producción que se encuentra en el cine popular contemporáneo, el cual en su hermética ilusión de una realidad última priva al espectador de cualquier posibilidad de participación crítica e interacción y lo condena desde afuera al rol de simple consumidor", explicó el realizador en un festival europeo. "Mis películas -insistió- son declaraciones polémicas en contra de ese cine que toma por sorpresa antes de que uno pueda pensar. Apunta a cuestionar insistentemente en lugar de dar falsas y demasiadas respuestas rápidas, para clarificar la distancia en vez de violar la cercanía."
A pesar de su visión apesadumbrada, especialmente sobre la sociedad austríaca, él insiste en que es un optimista. "La gente que hace películas para el entretenimiento es pesimista. Los optimistas tratamos de sacudir a la gente de su apatía", agregó el mismo que, minutos antes de comenzar la exhibición de su última película, le auguró al público: "Les deseo una noche perturbadora".
Trilogía del terror
Nacido en 1942, Haneke estudió psicología y filosofía en la Universidad de Viena. Ha sido crítico literario, de cine (es un rotundo fan de Robert Bresson) y de teatro (dirigió en Berlín, Munich y Viena obras de Strindberg, Goethe, Bruckner y Kleist). Desde 1974 escribe guiones para la TV de su país; actualmente lo hace como "ejercicio fílmico", aunque hace cinco años dirigió una elogiada adaptación de la novela de Kafka "El castillo". Se inició en el cine en 1989 con su trilogía "del congelamiento emocional". La primera fue "El séptimo continente" (ya exhibida en el festival), un estudio inspirado en un caso real, la destrucción de una familia vienesa muy normal de clase media, que posee todo el bienestar material aunque nada podrá contra el vacío de su existencia. La siguió "Benny´s video" (1992) sobre un chico que consume televisión las 24 horas y comete un crimen sin ningún motivo aparente. Y luego, "71 fragmentos de una cronología del azar", presenta un país congelado emocionalmente, donde sus habitantes satisfacen cómodamente sus necesidades materiales hasta que un grupo de ellos se enfrenta en un banco con un psicópata. En 1997 dirigió "Funny games" (que aquí se editó en video como "Horas de terror"), un thriller que muestra a una relajada familia austríaca que parte de vacaciones. Utiliza al espectador como cómplice de ese juego de humillación y manipulación al que Hollywood nos tiene más que acostumbrados. "Code Inconnu" (2000), su primer largometraje realizado fuera de su país, protagonizado por Juliette Binoche, sigue por París la trayectoria de unos seres tristes y solitarios, excluidos por desconocer un código para poder entenderse, un recorrido que no tiene ningún tipo de resolución. Y acaba de terminar "The pianist", sobre una profesora de piano (Isabelle Huppert) con una relación amor-odio con su madre.
Mañana es la última posibilidad de ver algunas de sus películas en este festival. A las 17, "71 fragmentos de una cronología del azar" (Hoyts 11); a las 20.45, "Benny´s video" (Lorca 1), y, a las 23, "Horas de terror" (Lorca 1).
Fuera de escena
- Encuentro con directores. Hoy, a las 15, en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551), se llevará a cabo una charla pública con realizadores extranjeros como el australiano Andrew Dominik ("Chopper"), la japonesa Naomi Kawase ("Hotaru") y los uruguayos Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll ("25 watts").
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- Patrimonio audiovisual. Hoy, a partir de las 10, en la sala 6 del Hoyts de Abasto, se realizará un importante encuentro para discutir la situación del patrimonio fílmico argentino. Juan José Stagnaro, Fernando Solanas, Julio Raffo y Hernán Gaffet disertarán sobre el estado de situación, teniendo en cuenta que la ley 25.119, que crea la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (Cinain), fue aprobada hace dos años, pero nunca fue reglamentada para su puesta en funcionamiento.




