Mr. Scorsese: el retrato definitivo en casi cinco horas de la vida y la obra de un cineasta impar
Dónde ver la serie documental “Santo y Pecador” dirigida por Rebecca Miller y con testimonios de Robert De Niro, Leonardo DiCaprio y Steven Spielberg
8 minutos de lectura'


Santo y pecador. Así se titula el tercero de los cinco episodios del retrato documental seguramente definitivo de la vida y la obra de Martin Scorsese que desde este viernes 17 de octubre está disponible en la plataforma Apple TV. A partir de estas dos palabras, Rebecca Miller encontró en la mitad exacta de su fascinante viaje audiovisual de cuatro horas y 45 minutos la síntesis perfecta de la personalidad del realizador de Toro salvaje y Buenos muchachos.
La definición (expresada no casualmente en inglés y en italiano) pertenece a Isabella Rossellini, que acompañó como actriz y sobre todo como esposa a Scorsese en uno de los momentos más turbulentos de su vida. Con la distancia, la calma y la sabiduría que muchas veces dan los años, Rossellini parece entregarle en mano a la hija de Arthur Miller la llave para abrir el cofre que guarda la historia entera de uno de los mayores realizadores cinematográficos del siglo XX.
Los espectadores, cinéfilos rigurosos o simples aficionados al cine como experiencia artística de alto vuelo, agradecerán ese hallazgo. La clave de la mirada sobre el mundo de un creador que nos deslumbra desde hace más de medio siglo con sus historias violentas y piadosas a la vez, llenas de culpas, castigos y redenciones, aparece en esa dualidad.
Rebecca Miller nos dice que Scorsese no podría jamás entenderse de manera completa sin la coexistencia en su cabeza y en su corazón de esos dos atributos. Lo que en cualquier otra persona se manifiesta como un choque entre dos extremos completamente incompatibles, en Scorsese funciona de manera integradora. La religión y el pecado conviviendo todo el tiempo en el interior de un hombre que alguna vez soñó con ser seminarista.

La síntesis de esa aparente contradicción (representada por el Scorsese de hoy, tranquilo, reflexivo, en paz con su pasado y su propia conciencia) solo fue posible después de que esos dos elementos, la santidad y el pecado, alcanzaran en un juego permanente de ida y vuelta su máxima expresión. Miller lo cuenta y lo muestra con los recursos narrativos y visuales más conocidos del género, sin rebuscamientos o innovaciones forzadas.
Contar la vida de Scorsese con las fórmulas usuales del documental podría ser visto como una manera elegante y precisa de reconocerlo como lo que es a esta altura: un clásico indiscutido. Miller atiende en todo momento el impacto de su obra en un momento de transformaciones radicales en la industria del entretenimiento, pero a la vez nos recuerda con el mismo rigor que pertenece a la primera generación de cineastas formados en universidades.

Como sus contemporáneos Steven Spielberg, George Lucas, Brian De Palma y Francis Ford Coppola, Scorsese aplicó su cinefilia a la reinvención de la historia de Hollywood y de sus géneros más icónicos en medio de la turbulenta realidad de los años 70, el escenario en el que empezó a elaborar su obra y también lo llevó a jugar de manera casi letal con los excesos y las adicciones.
Miller se instala de entrada en el centro de ese mundo de contrastes poderosos, situado en algún punto medio entre el pecado y la santidad, que resultarían tan visibles en su obra posterior. Y nos cuenta que todo, absolutamente todo lo que pasó después, fue una derivación necesaria de un punto de partida vital: el octogenario Scorsese de hoy nos cuenta los comienzos de su vida como pequeño hijo de una familia de inmigrantes sicilianos en la áspera geografía de los bordes de Nueva York a fines de los años 40 y comienzos de los 50.

Es extraordinario en ese tramo, marcado por la impronta religiosa de la comunidad ítalo-americana y la violencia (latente o explícita) de la vida cotidiana construida alrededor del crimen organizado, el testimonio de algunos amigos de la infancia, especialmente el actor Robert Uricola, que falleció el año pasado, poco después de entregar su testimonio en este apasionante documental dividido en cinco partes.
En ese tramo inicial descubrimos, por ejemplo, que el hermano de Uricola fue la inspiración del personaje protagónico de Calles peligrosas, la primera película que configuró el “estilo Scorsese” sobre todo en la pintura de la violencia urbana y sus representantes, luego cada vez más perfeccionado en algunas obras maestras como Casino, Buenos muchachos y El irlandés. Y allí también aparece el alma gemela de Scorsese, otro descendiente de italianos y contemporáneo que el director descubrió, cuando fue a probarse como actor, que había sido compañero suyo de andanzas en las duras calles de Queens: Robert De Niro.

Serán De Niro y la extraordinaria Thelma Schoonmaker, eterna y fiel montajista de sus películas, quienes encabezarán con sus respectivos testimonios la crónica ilustrada de la evolución vital y artística del realizador. Y a través de ellos entramos a los años más oscuros y complejos de esa existencia, aquellos en los que filmar sin parar (como lo sugiere el título del segundo episodio) no resulta algo precisamente saludable.
Miller no ahorra información al respecto, sobre todo el hundimiento paulatino de Scorsese, en un infierno de consumo de drogas que parecía no encontrar jamás su propio límite. En ese sentido los testimonios (sobre todo el del fallecido Robbie Robertson, histórico líder de The Band y compañero por entonces de esas adicciones) resultan mucho más crudos que cualquier imagen.

La directora es muy prudente y prefiere que construyamos en nuestra imaginación el precipicio al que Scorsese se asomaba en ese tiempo como consumidor de drogas, especialmente la cocaína. Hay otras estaciones turbulentas a lo largo del mismo recorrido, sobre todo las relacionadas con sus complicados matrimonios, en los que se mezclan cuestiones personales y proyectos que no siempre terminaron exitosamente.
En este sentido, Mr. Scorsese es también la pintura de un artista que se va afirmando en su identidad a partir de una sucesión de fracasos notorios y de enfrentamientos constantes con distintos sectores de la industria (incluyendo a actores, productores y ejecutivos) con los que solía no llevarse bien. Un ejemplo fue la reacción destemplada y violenta con la que se recibió la llegada a los cines de La última tentación de Cristo en la segunda mitad de los años 80.
Desde esta perspectiva, Miller también hace un recuento analítico de las revelaciones e innovaciones visuales que también definieron a Scorsese como cineasta. Y nos muestra cómo algunos de los personajes icónicos de sus mejores películas son manifestaciones ficticias (a veces con rasgos extremos) de algunos aspectos de su propia personalidad.

El desfile de nombres que participan y enriquecen este notable documental a lo largo de sus casi cinco horas es impresionante, empezando por De Niro y Leonardo DiCaprio, que en un momento se ocupará el lugar de referente de la manera de ver el mundo de Scorsese en la esfera actoral. También hablan Daniel Day-Lewis, Steven Spielberg, Sharon Stone, Spike Lee, Paul Schrader, Nicholas Pileggi, Brian De Palma, Margot Robbie y muchos más.

Algunos momentos más recientes nos conmueven todavía más, especialmente cuando vemos a Scorsese cuidando y acompañando a su última y actual esposa, Helen Morris, enferma de Parkinson. Miller no deja de notar que en esta etapa final, en el que todos lo reconocen como un maestro, Scorsese parece haber encontrado cierta paz después de tantas décadas atravesadas como si su vida artística y personal transcurriera por completo en el interior de una montaña rusa.
Mr. Scorsese es el riguroso y dedicado tributo a la vida y a la obra de uno de los pocos realizadores que necesitan no menos de cinco horas para hablar de ellos desde el principio hasta el final de sus carreras. Con un admirable equilibrio entre la confesa admiración y la necesaria distancia que sabe mantener un observador honesto y exigente, Miller cierra su trabajo dejando en claro que la última palabra en este caso todavía no está dicha.

La obra de Martin Scorsese está recorrida en casi toda su magnitud en este documental magnífico. Faltaron apuntes sobre algunas películas que pasan de largo muy rápido o a su trabajo excepcional como restaurador de clásicos del cine, no hay mención alguna a Hugo y tampoco a los documentales que dedicó a algunas figuras del rock y a su historia personal con Italia. Pero está lo más importante y Rebecca Miller se atreve, con fundamentos, a destacarlo a partir del título del cuarto episodio. Nos dice que la obra de Scorsese es como la Holanda del 74 para los amantes del fútbol: cine total.
- 1
Los lobos: cine de experimentación, con un relato en dos tiempos
- 2
Beso de tres: buenas intenciones y protagonistas carismáticos en una trama llena de giros telenovelescos
- 3
Five Nights At Freddy’s 2: en el terror, el pasado también regresa
- 4
En Fue solo un accidente, Jafar Panahi denuncia con valentía e inteligencia la opresión del régimen teocrático iraní


