Robin Hood: el eterno retorno a la pantalla del justiciero de la Edad Media
Uno de los mitos preferidos del cine de todos los tiempos regresa el próximo jueves con una versión que antes de su estreno ya fue asociada a algunos intensos debates políticos contemporáneos, como su mirada sobre la administración Trump
En una primera impresión, a Robin Hood le cabe lo mismo que siempre se afirmó sobre Un tiro en la noche, el western paradigmático de John Ford. Aquí, por lo general, la leyenda se impuso sobre la realidad. En 2009, un experto medievalista de Oxford, Julian Luxford, descubrió un manuscrito de 1460 en el que se hablaba de un ladrón con ese nombre "que infectó Sherwood y otras partes de Inglaterra" con sus correrías y que por esa razón no era precisamente una figura popular. Más allá de cualquier evidencia, son muchísimos más los que hoy siguen dispuestos a creer que el tal Robin Hood, que efectivamente vivía en el bosque de Sherwood, le robaba a los ricos para repartir el botín entre los pobres mientras volvía loco al sheriff de Nottingham, quien le había puesto un precio a su cabeza.
Buena parte de la explicación de ese verdadero plebiscito a favor de la imagen más romántica y heroica del encapuchado personaje medieval la tiene el cine. El catálogo completo de películas dedicadas a Robin Hood se extiende por más de un siglo con una historia que arrancó con un cortometraje dirigido en 1908 por el inglés Percy Stow.
El momento cumbre de esa época muda llegó con el primer gran Robin Hood de la pantalla, Douglas Fairbanks. A partir de ese momento y hasta hoy, el intrépido Hood y su círculo más cercano (Lady Marian, el Pequeño Juan, el Fraile Tuck, Will Scarlett) desfilaron innumerables veces por la pantalla con rostros conocidos o ignotos, representados por personajes de carne y hueso o surgidos de la animación, dispuestos a explorar la historia real o consagrados al acento de su costado mítico. Y, lo más importante, exponiendo en los ejemplos más destacados de esta larguísima lista sus visibles conexiones con el tiempo en el que cada versión vio la luz.
Podemos ver claramente este rasgo en la versión más reciente de Robin Hood, que BF Distribution estrenará el próximo jueves en nuestro país. Producida por Leonardo DiCaprio y filmada en Dubrovnik (Croacia) y los alrededores de París, fue descripta por Taron Egerton , el joven y ascendente actor británico que encarna al personaje central, como una "moderna y cruda revisión de una historia clásica, dirigida a una audiencia acostumbrada a ver películas de superhéroes".
No es casual que a ese público también se haya dirigido la elección de Eve Hewson, la hija del cantante Bono, para personificar a Lady Marian. A este contexto, más dispuesto a acercarse al mundo de los millennials que a las últimas (y desmitificadoras) investigaciones históricas, se suma una evidente intención de trabajar fuerte en algunos aspectos que no fueron tenidos en cuenta en las versiones anteriores más conocidas.
Lo primero que se dice sobre el Robin Hood modelo 2018 es que estamos ante una precuela de la verdadera historia del héroe. Sin ese esfuerzo de observación, según reconoce expresamente la voz en off de Egerton en el arranque de la película, volveríamos a un relato que de tan conocido nos aburriría de inmediato.
A la vez, más de un analista se dedicó a observar las conexiones de la historia con la realidad geopolítica actual. Sobre todo porque en el film que estamos por conocer se habla expresamente de temas como la redistribución del ingreso y la corrupción de la elite política y religiosa, aliada en la explotación del pueblo a partir de una carga tributaria imposible de soportar. Y por si todo esto fuera poco, el responsable de entrenar al joven Robin Hood e insuflarle su espíritu de rebeldía es un combatiente de origen árabe que nuestro héroe conoció en las Cruzadas y que en el film es encarnado por el actor afroamericano Jamie Foxx .
Mirada política
En The Guardian llegó a decirse que Robin Hood, en tanto líder de una rebelión popular contra el sheriff de Nottingham, sería algo así como un líder guerrillero de claro sesgo izquierdista. Sin embargo, esta mirada política puede acomodarse a otros enfoques. Bonnie Kristian, desde el semanario The Week, sugiere que Robin Hood puede ser un personaje muy maleable desde esta perspectiva. Efectivamente aparece como potencial líder desde las sombras de los desposeídos, robándole a los ricos para alimentar a los pobres. Pero también podría ganar simpatías entre los simpatizantes de las corrientes más conservadoras y enemigas de los gobiernos que se pasan de la raya con los impuestos, devolviéndole a la gente el derecho de usar su patrimonio y sus ingresos de una manera mucho más racional y justa.
Sostiene Kristian que tanto republicanos como demócratas podrían verse representados en la actualidad por la figura de Robin Hood, protagonista de una historia en la que la Justicia se muestra en blanco y negro, sin matices. Una historia a la altura del país que gobierna Donald Trump y de todo lo que representa hoy esa figura presidencial.
"Mientras Trump insiste en ascender en la escala social, Robin Hood renuncia a su condición de noble. Mientras Trump se aferra a su riqueza, Robin sacrifica una vida holgada y elige vivir en el bosque. Mientras Trump exhibe todo el tiempo su poder, Robin denuncia la corrupción y la codicia de la clase dirigente sin aspirar a posiciones de liderazgo", señala Kristian.
La conexión entre Robin Hood y su tiempo también quedó a la vista en la que todavía hoy se considera como la mejor versión jamás hecha para la pantalla grande, Las aventuras de Robin Hood (The Adventures of Robin Hood, 1938), de Michael Curtiz, con Errol Flynn como protagonista. Como recuerda The Guardian, tanto Curtiz (judío nacido en Hungría) como el autor de la magistral banda sonora, el gran compositor austríaco Erich Wolfgang Korngold, llegaron a Estados Unidos huyendo de los nazis y del odio racial. La película, desde esta perspectiva, deja a la vista las tensiones étnicas entre los tiránicos gobernantes normandos y el sufrido pueblo anglosajón. Y muestra a Flynn como un hombre leal a su rey y forzado a exiliarse y a permanecer al margen de la ley por razones políticas.
En el resto de las versiones más destacadas que el cine y la TV le dedicaron al héroe medieval también aparecen connotaciones que en distinta escala conectan a la producción con su respectivo entorno temporal. La famosa versión muda protagonizada por Fairbanks en 1922 fue un vehículo ideal para que quedara a la vista el poderío temprano de Hollywood y su vislumbre como futura capital mundial del entretenimiento. Se habló de esta película como la de mayor despliegue de producción para la época. Se construyeron imponentes escenarios y el despliegue escenográfico y de vestuario resultó muy llamativo para la época. De paso, consolidó todavía más la todavía incipiente idea de estrella de cine, representada como nadie por el temerario Fairbanks.
Clásicos y mucho más
El Hollywood clásico nos acercó otros Robin Hood muy convincentes para ese tiempo histórico del cine como el de John Derek en El temible Robin Hood (Rogues of Sherwood Forest, 1950), de Gordon Douglas, y el de Richard Todd en Los arqueros del rey (The Story of Robin Hood and his Merrie Men, 1952), de Ken Annakin. Este último, además, fue el primer acercamiento de Disney a ese mundo mítico y medieval. Le siguió la película animada de 1973, en la que Hood es un zorro, el Pequeño Juan es un oso y el Fraile Tuck es un zorrino.
El momento revisionista llegó en 1976 de la mano del gran Richard Lester. En Robin y Marian se observa a la pareja protagónica en un momento de madurez y se deja en claro que el paso de los años no resultó del todo favorable para ellos. Lester mezcla observaciones filosas sobre el transcurrir del tiempo con una vuelta más en el eterno enfrentamiento entre un avejentado Robin Hood (Sean Connery) y su archivillano, el sheriff de Nottingham (Robert Shaw), mientras le regala las mejores líneas a una enternecedora Audrey Hepburn .
Los éxitos más cercanos
Finalmente, vale comparar mano a mano las dos últimas versiones que funcionaron muy bien en la taquilla: Robin Hood, príncipe de los ladrones (Robin Hood, Prince of Thieves, 1991), de Kevin Reynolds, y Robin Hood (2010), de Ridley Scott . El primero es la pura demostración del poder de Hollywood, concebida desde el entretenimiento y la mayor espectacularidad posible sin tener la más mínima consideración de la rigurosidad histórica. En el apogeo de su carrera como héroe se luce Kevin Costner , pero mucho más lo hace Alan Rickman como uno de los villanos más memorables de toda la historia del personaje.
Una década después, Scott se ocupó de subrayar su intención de acercarse bastante más a la verdad histórica (hay una clara referencia a los orígenes de la Carta Magna) con una mirada mucho más seria, realista y comprometida del personaje, al que Russell Crowe le impuso una máscara de hombre de acción expeditivo, menos aventurero y romántico, y mucho más consciente de las responsabilidades que había decidido asumir. Cate Blanchett es una impecable Marion.
La versión de Scott, por lo cercana, es la más fácil de comparar con el Robin Hood que llegará el jueves. Lo primero que queda a la vista es el contraste entre el gesto curtido del Crowe de Scott y el aire juvenil y desprejuiciado del flamante Robin Hood encarnado por Egerton. Esta renovación nos habla también del constante y siempre renovado interés del cine por un personaje, que promete nuevos, próximos y múltiples regresos.
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