Turturro: "Soy un señor actor, no una estrella"
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Al escuchar el nombre de John Turturro, quien no lo conoce podría pensar que se trata de un pesado capo de la mafia italiana radicado en Brooklyn o, por qué no, de un buen amigo de Tony Soprano, el protagonista de la serie de la cadena HBO.
Ante esa fortuita identificación, la risa del actor y director norteamericano, hijo de sicilianos, de 44 años, se hace escuchar a través del teléfono en la charla con LA NACION, mientras descansa con su mujer (también actriz) y su hijo de 10 años en Luxemburgo, después del rodaje de un film de un director bosnio. Es que tampoco le importa demasiado llevar el apresto del "señor estrella de cine", como dice este actor que no suele pasar inadvertido para la audiencia hollywoodense ni siquiera cuando interpreta roles secundarios.
En la base de datos de cualquier cinéfilo figurará firme su protagonismo en "Quiz Show: el dilema", la película dirigida por Robert Redford en la que Turturro interpretó a uno de los participantes de un gran fiasco en una competencia televisiva. Y resulta imposible separarlo del clan de los hermanos Coen, sus amigos, con quienes trabajó en cuatro películas: "De paseo a la muerte", "Barton Fink" (por la que ganó en el Festival de Cannes, en 1991), tuvo una participación en "El gran Lebowski", y recientemente actuó con George Clooney en "¿Dónde estás hermano?", la libre adaptación de la "Odisea". También ha reincidido con Spike Lee, que lo dirigió en "Haz lo correcto" y en "Fiebre de amor y locura", "Clockers" y "El fuego sagrado", entre otras. Aunque él prefiere que se lo tenga en cuenta por "La tregua", la película de Francesco Rosi en la que interpretó a un judío italiano sobreviviente de Auschwitz. Y si bien no se vanagloria de sus experiencias como director, dice que no se olvidará tan fácilmente de "Mac y sus hermanos", basada en la historia de su padre, ni de "Iluminatta".
La semana próxima, Turturro aparecerá con un nuevo personaje junto a Emily Watson ("Contra viento y marea") en la historia de un genio del ajedrez, un sombrío personaje inspirado en la novela de Vladimir Nabokov, "The Luzhin defense". Con el título "Alexander y Natalia", la película, situada en Italia a fines de los años 20, está dirigida por Marleen Gorris, la realizadora de "Memorias de Antonia" y "Miss Dalloway".
Nabokov, el preferido
Turturro cuenta que era fan del escritor ruso ya antes de filmar esta película. "Y después de haberla hecho, lo soy aún más -agrega-. Es una encantadora historia sobre un hombre que se ha desarrollado en sólo un sentido. Es casi un chico. La novela se desarrolla en su mente, y en esta película uno presencia vistazos sobre este hombre que podría haber tenido otra vida, con otros valores afectivos."
Para el actor de "Barton Fink", el personaje de Alexander fue uno de los más difíciles de interpretar: "El hecho de tener la novela fue una ventaja. La releí varias veces para entender lo que Nabokov había querido expresar. Sé que Alexander ha sido uno de los personajes más queridos por Nabokov, aunque él nunca pudo decir por qué."
El riesgo de la sobreactuación estaba latente para John Turturro. Pero él ya tiene toda una teoría desarrollada: "A veces los comportamientos de la gente son tan raros en la pantalla... No puedo creer que un actor haga eso, son cosas que la gente común no hace", dice.
La novela del autor de "Lolita" se presenta como mucho más sombría que la película de Marleen Gorris. Tanto que la directora de "Alexander y Natalia" decidió darle un inesperado giro al final de esta historia. Y desde ya esto le permitió conseguir financiación, después de tres años de búsqueda. "Para mí la novela es mucho más esencial, pero la película tampoco pierde el tono", dijo Turturro.
La obsesión de Alexander por el ajedrez y las dificultades para desarrollar su vida afectiva ante sus desequilibrios mentales encuentran un paralelo con la vida real del famoso ajedrecista Bobby Fisher, Turturro cuenta que, en realidad, Fisher no fue su modelo, pero que sí se fijó en él. De hecho, buscó especialmente la película "Searching for Bobby Fisher" y leyó varios libros sobre el ajedrecista. "Me resultaba muy curioso cómo tantos jugadores de ajedrez pueden llegar a perderse por esta pasión. Pero por suerte, yo no me perdí".
Durante el rodaje, Turturro contó con un maestro de ajedrez, John Spielman, que fiscalizaba cada una de sus jugadas. "Su comportamiento era mucho más excéntrico que el mío en la película, muy gracioso. Estaba todo el tiempo agarrándose la cabeza y enseguida interrumpía las tomas si yo hacía algún movimiento equivocado, y le decía a la directora: "No se puede hacer así". Y la directora le contestaba: "No podés interrumpir por cualquier cosa a menos que sea algo de vida o muerte". Pero él insistía: "Bueno, pero está mal". Entonces se repetían las tomas, hasta conformarlo.
Mientras transcurre la charla, Turturro sigue atento a todo. Que está lloviendo y la ventana está abierta. Su mujer lo interrumpe por problemas en su computadora. Suena su teléfono celular. Su hijo hace comentarios sobre sus respuestas. Pero Turturro no pierde la concentración.
-¿Obsesivo?
-Debería preguntarle a mi hijo. Tiene diez años. (Lo hace) ¿Te parece que soy obsesivo? Dice que sí. Puede ser que tenga algún elemento obsesivo, pero no al punto de la destrucción.
-En Hollywood, donde todos quieren ser estrellas, no debe ser algo fácil de lograr...
-Una cosa es ser un buen actor y otra es ser estrella. Sólo a veces van juntas. Yo me veo como un señor actor, no como una estrella de cine.
-Usted se ha destacado especialmente en sus papeles más pequeños. ¿Le molesta?
-No, simplemente hago el papel. Puede que sea el principal o uno secundario. Creo que la gente tiene una idea equivocada. El tamaño no importa. Es más, a mí me gustan mucho los papeles pequeños, y en cada actuación me considero esencial para esa parte de la película. Creo que una buena actuación es eso. Lo bueno de los papeles pequeños es también el hecho de no tener que estar todo el tiempo en la filmación. Algunos actores quedan atrapados por la fama, desean ser los héroes, parecen no estar interesados en la actuación. No está en mí ser el gran tipo. En realidad, tengo muchísimas propuestas para esos papeles y veo mucha gente que me envidia porque le gustaría conseguir lo que a mí me ofrecen.
-¿Decidió dirigir una película porque necesitaba contar la historia de su padre?
-Sí, fue algo que realmente quise contar y guardar. En realidad no pude encontrar un director que lo hiciera. Se lo ofrecí a Martin Scorsese, pero estaba ocupado. Entonces hice un corto y luego varios amigos me animaron al largometraje.
-¿Siente alguna responsabilidad para con la colectividad italiana?
-No. El ser italiano forma parte de mi educación, pero soy americano. Además me crié entre distintas razas: judíos, españoles, negros. A mí me interesan, en todo caso, las historias de minorías.
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