
Un amor imposible: los condimentos del romance
Mañana llega a las salas porteñas este film de Lasse Hallström que enamora a Emily Blunt y a Ewan McGregor
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Nueva York.– En un restaurante italiano del East Village, en Manhattan, Emily Blunt está sentada tomando un té de frutas. Detrás de ella, un televisor colgado contra la pared muestra en vivo los cinco goles de Leo Messi contra el Bayer Leverkusen. "Ese Messi es argentino, ¿no?", pregunta Blunt, vestida con pantalones negros y una camisa colorada y hueso. "Dicen que es bastante bueno. Yo no sé nada de fútbol, pero todo el mundo habla de él." Blunt no sabe nada de fútbol, pero sí creció en una ciudad (Londres) tan enferma por el fútbol como Buenos Aires. "Ya sé, ya sé. Mi viejo y mi hermano son fanáticos del Southampton, un equipo que nunca gana nada, pero yo soy más de los deportes individuales, como la natación y la gimnasia."
Blunt se hizo conocida para el gran público en El diablo viste a la moda, en 2006, donde compuso a una secretaria deliciosamente malhumorada y obsesionada por la ropa, que se robaba cada una de sus pocas escenas con Anne Hathaway y Meryl Streep. A partir de ahí fue asomándose hacia roles cada vez más protagónicos, en películas razonables, como La joven reina Victoria (2009), y no tan razonables, como El hombre lobo (2010). Mañana aparecerá en Un amor imposible (Salmon Fishing in the Yemen, su título original), una comedia romántica británica que coquetea de a ratos con el humor político. En la película, Blunt maneja las inversiones de un poderoso jeque yemení (interpretado por el actor egipcio Amr Waked, el "George Clooney de Medio Oriente") que quiere llevar el deporte de la pesca con mosca al desierto de Yemen.
Para eso necesita convencer a algún científico de que haga los estudios de factibilidad. Ahí es donde aparece Ewan McGregor (Trainspotting, Big Fish), que hace de un aburrido funcionario estatal al borde de la crisis de los 40 y que, en la mejor tradición del género de la comedia romántica, está listo para una aventura que lo sacuda de la modorra de su vida. Esa aventura es llevar la pesca con mosca (y diez mil salmones vivos) desde Escocia, donde el jeque tiene un castillo, hasta la Península Arábiga. El director de la película es el sueco Lasse Hallström, responsable también de ¿A quién ama Gilbert Grape? (1993) y Las reglas de la vida (1999).
Blunt, que en esta tarde de primavera tiene el pelo corto y caoba muy brillante, casi como un casco, conversó con LA NACION durante casi media hora. Habla bien, respondiendo las preguntas como si las pensara por primera vez, y se ríe con la boca abierta de sus propios chistes. Pero también levanta una ceja de disgusto cuando una pregunta no le gusta o le parece inadecuada.
–Dijiste hace poco que muchos de los guiones que recibís están llenos de lugares comunes pero que el guión de Un amor imposible enseguida te pareció distinto. ¿Por qué?
–Hay un montón de películas que son imitaciones de otras películas y a veces me enferma, o me cansa, leer un guión genérico basado en una idea genérica y con un diálogo genérico... Y personajes genéricos, porque una cosa casi siempre lleva a la otra. Entonces cuando aparece una idea tan insólita como ésta, con personajes tan dinámicos y estimulantes, y un tono fresco y adorable, supe instantáneamente que era un guión perfecto.
–¿También en el nivel del diálogo?
–También con los diálogos, sí. Tenía un aire muy auténtico. Creo que muchos guionistas ven demasiadas películas y se olvidan de cómo habla la gente y cómo interactúa y qué tan fascinante puede ser la conducta humana. A veces parece que todo debe estar deletreado en la página para que se entienda. Por eso me gusta le cocción lenta de esta película, sobre todo en el desarrollo del romance principal, que tiene una formalidad y un decoro encantadores. Creo que el romance se va dando de a poco, no es que te lo ponen de golpe contra la nariz.
–Igual cuando tu personaje y el de McGregor salen a nadar en el medio de la noche es bastante obvio que va a pasar algo.
–¡Bueno, pero eso es casi al final! Ya podés salir a nadar a esa altura, ya estás autorizado a sacarte la ropa cuando pasaron tres cuartos de la película.
–Te leí también diciendo que Hallström les dio bastante autonomía para aportar cosas a los personajes.
–Me gusta mucho eso de él. Crea una atmósfera muy especial en el set de filmación y te da mucho espacio para jugar. En una película que depende tanto de la química entre los personajes, eso es clave.
–Hallström dice que gracias a esta autonomía, vos ayudaste a que el personaje de Harriett fuera más descontracturado ["looser", con dos "o"] que en el guión original. ¿Qué quiso decir?
–¿Perdedora? [Dice, en realidad, "loser", con una "o", que suena casi igual a "looser"]. ¿Eso dijo? Un poquito perdedora. No sé qué quiso decir, la verdad, que lo explique él.
–Quizá quiso decir más suelta, más espontánea.
–Hmm, quizás. ¡Oh, más suelta ["looser"]! Más descontracturada. Ahora está bien. No es tu culpa. No es tu idioma nativo. Uf, menos mal. Pensé que decías que yo había hecho al personaje parecer una loser. Ahora sí. Me pareció que había algo burbujeante y de espíritu libre en el personaje, algo que me gustaba. Era tenaz y optimista.
–Igual al principio trabaja en una empresa financiera y es exitosa, pero también bastante torpe.
–Sí, es bastante torpe. Creo que no hace nada bien en su vida además de su trabajo. No creo que sea demasiado buena con sus relaciones de pareja, me parece que se esconde en su trabajo y avanza por la vida siendo positiva y burbujeante. Admiro su espíritu.
–Mencionaste en algún lado que Hallström es uno de esos directores "que aman a los actores". ¿No es eso lo que dicen todos los actores? ¿Hay realmente directores que odien a los actores?
–Claro que hay. O por lo menos directores cuya virtud principal no es la relación con los actores. Tipos cuya virtud principal es la estética visual, por ejemplo. Y eso a mí me importa un comino, no me importa cómo se ve la película, lo que quiero es que me den buenas instrucciones. A veces tenés la sensación de que estás actuando para beneficio de una toma, o de una cámara. He trabajado con gente así.
–Una vez dijiste que para tu rol en El diablo viste a la moda tuviste que estar "dolorosamente flaca". ¿Ya no? ¿No son los requerimientos de Hollywood tan estrictos?
–Creo que ese personaje específicamente estaba al borde de la anorexia. Entonces tuve que adelgazar un poco. Pero no... Quiero decir: hay un montón de actrices increíblemente flacas en Hollywood y me parece que son todas bastante infelices. A ver, creo que es importante tener un buen estado físico, comer saludable y verme bien, pero también creo que comer nos hace felices. Me hace feliz a mí, al menos. Así que hay que disfrutarlo. Leí una frase de Elizabeth Taylor poco antes de su muerte que decía: "Ojalá hubiera comido más". Y no me la he olvidado. Creo que mucha gente en Hollywood se siente así.
–¿Tenés algún plan de carrera? A veces aparecen reportes de que rechazaste tal o cual papel. ¿Cómo tomás estas decisiones?
–A veces hay problemas de agenda, o no da hacerlo en ese momento, o algo me dice que es mejor no hacerlo. Hay muchas razones. Lo que me gusta hacer es cosas que suponen un desafío para mí, que sean distintas de lo que hice antes. Me gustan los guiones que encuentran un espacio nuevo, que me ofrecen papeles que no he hecho antes. Y ahora estoy en un punto de mi vida donde llevo haciendo esto diez u once años y quiero realmente que me pongan a prueba. Tengo ganas de estar en una situación donde me dé un poco de miedo interpretar un papel, porque no sé cómo voy a hacerlo. Me interesan mucho los personajes. Es lo más importante, de verdad.
–Cuando los actores hablan de "papeles difíciles" normalmente hablan de dramas, pero vos venís haciendo también muchas comedias.
–¡Pero la comedia es difícil! Es muy técnica. La gente no se da cuenta. Cuando hablás con otros actores te dicen: "La comedia es lo más difícil". Porque es técnica y requiere manejar bien los tiempos y necesita mucha química con quien estás trabajando, todo eso. Pero cuando digo que quiero papeles que me pongan a prueba quiero decir cosas que estén al menos un poco fuera de lo habitual.
–¿Fuera de lo habitual de Hollywood o fuera de lo habitual de tu carrera?
–Las dos cosas. Después de que hice El diablo viste a la moda me ofrecieron decenas de personajes de mujeres mojigatas. Entonces me tuve que ir un tiempo al otro lado. Hice, por ejemplo, Sunshine cleaning, donde mi personaje era un desastre, rara, vulnerable. Así me gusta hacer las cosas. Cambiar dramáticamente de un papel a otro. ¿Qué fue eso? ¿Otro gol de Messi?
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