En plena crisis, se abre un teatro en el sur de la ciudad
La actriz Elisa Carricajo y el coreógrafo Juan Onofri Barbato inauguran un nuevo espacio
El viernes pasado en Timbre 4, Artei, la asociación que nuclea a las salas independiente de la ciudad, realizó un potente acto para denunciar la crítica situación del sector en tiempos de crisis económica, aumentos de tarifas y disminución en los índices de consumo y producción escénica. Una semana después, a 15 cuadras de la sala de Boedo, la actriz Elisa Carricajo y el coreógrafo Juan Onofri Barbato inauguran hoy la sala Planta Inclán, en Parque Patricios.
"Lo del viernes pasado fue una demostración del momento que estamos viviendo y del fierro caliente que agarramos. Este espacio lo pudimos comprar gracias a un subsidio del Instituto Nacional del Teatro. En ese momento, el 11 de diciembre de 2017, el dólar estaba a 17,5 pesos", recuerda el creador de obras como Los posibles y Taulet.
Pero, vale aclarar, aquella operación, que era para la compra de otro espacio, no la pudieron concretar por problemas de papeles del propietario. "Entonces -continúa Juan-, reformulamos el proyecto, dimos con este galpón y lo compramos meses después con el dólar a 28. Ya estábamos jugados y nos largamos...". Como sucedió con varios proyectos de compra de sala subsidiados por el INT que quedaron atrapados en el proceso inflacionario, los gestores de este nuevo espacio artístico están a la espera de que el organismo de fomento que depende de Cultura de la Nación amplíe los montos otorgados.
Claro que, más allá de los indicadores económicos, en Planta Inclán, ubicado en Inclán 2661, prevalece la luz. La sala se abre hoy con el estreno de La ilusionista, creación de la bailarina y coreógrafa Melina Seldes (creadora que también forma parte de este proyecto). El enorme espacio reciclado de 19 metros de fondo y 8 de ancho tiene una capacidad máxima de 150 espectadores. Está ubicado en una zona de la ciudad de escasa iniciativa pública y privada cultural. A pocas cuadras está (¿o estuvo?) Polo Circo, que depende de Cultura de la ciudad y que fue desarticulado por el momento. Alrededor de Planta sí hay varios centros culturales independientes (Galpón Face, Arte Bajo Cero, cheLA, Teatro Mandril), con los cuales imaginan tender vínculos, hacer crecer el bosque. Pero como sala de teatro están solos en la zona. "Desplazarnos a cierta periferia es también un gesto político", interpreta el creador del grupo KM 29. También imaginan tender lazos con instituciones de trabajo social del barrio. ¿Por qué tener un espacio de este tipo? "Reunirnos con otras personas es algo que venimos haciendo desde hace mucho. Siempre estamos generando proyectos en grupos, siempre estamos agrupándonos con otros. Entonces ¿qué mejor que tener una casa propia para recibir a los amigos?", se pregunta la talentosa actriz de Piel de Lava, que con Petróleo siguen colgando el cartel de entradas agotadas. Y agrega: "Hay cosas que cambiaron en la política cultural y en el mismo proceso creativo. Esas cuestiones nos preocupan y nos llevan a preguntar qué tipo de actividades realizar para no que sean dirigidas solamente para el gueto del circuito. Claramente, parte de esa respuesta fue apostar a esta zona de la ciudad".
Planta Inclán no intenta reproducir la fórmula de varias salas alternativas de Almagro o Villa Crespo, cuyo fuerte es la exhibición de obras. Tampoco pertenece a ese nuevo modelo de salas que proponen teatro junto a bar/restaurante (o, a veces, al revés). Va por el lado de espacio de producción, exhibición de propuestas multidisciplinarias en la línea de Zelaya, de Los Vidrios o de Roseti. "Es una línea a descubrir, porque claramente es un momento de preguntas. Sí sabemos que no será solamente un espacio de exhibición, porque ese modelo esta en crisis", asegura la actriz. Juan Onofri Barbato, su pareja, toma la posta: "Yo vengo de la experiencia de la administración de la sala El Perro y de la gestación del grupo KM 29. Desde hace tiempo venimos ejercitando una especie de resistencia cultural. De alguna manera, tener un espacio es como una suerte de esperanza. Queremos generar prácticas de encuentros para producir, bailar, estar, escribir. Empezamos a encontrar en la sala esas posibilidades y eso nos organiza el deseo".
El deseo, por ahora, tiene actividades concretas: vendrá una nueva obra suya, la reposición de una performance que realizó con Amparo González Sola como el estreno de una obra de la uruguaya Federica Folco. Serán los primeros gajos de Planta Inclán mientras los vecinos se asoman a la puerta abierta para saber qué está pasando en este viejo galpón puesto a nuevo en donde se respiran otros aires. No imaginan poner un típico cartelito que diga "teatro". Es más: son críticos de términos como sala teatral o espacio cultural. Sí imaginan empapelar la fachada con las actividades que vayan tomando forma apostando al vecino, al barrio y al otro barrio de la creación y la formación artística. El deseo irá organizando el resto.
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