
Destellos virtuosos en el Ballet Estable
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Programa mixto del Ballet Estable del Teatro Colón , integrado por Las sílfides: música de Chopin; coreografía, de Michel Fokin. Espartaco (pas de deux): música de Aram Khachaturián y coreografía de Attilio Labis. Don Quijote (pas de deux): música de Minkus y coreografía de Marius Petipa. Bolero: música de Ravel y coreografía de José Zartmann. Directora artística de la Danza: Olga Ferri. Director del Ballet Estable: Jorge Amarante. Con la Orquesta Estable del Teatro Colón, dirigida por Mario Benzecry. Funciones del sábado 23 y domingo 24, en el teatro Coliseo.
Nuestra opinión: muy bueno
Cuando Michel Fokin la coreografió para una función a beneficio, en 1908, la tituló Chopiniana (sobre música del genio polaco) y la caratuló "Fantasía romántica en un acto". Un año después, Diaghilev la incluyó en el programa de París, en la primera gira a Occidente de los Ballets Russes, y la rebautizó Las Sílfides . Durante décadas fue la pieza de ballet más repuesta en el mundo. En los años 30, Fokin la montó para el Ballet del Colón, donde se repone de vez en cuando, pero en esta oportunidad es como un as en la manga que la nueva dirección esgrime para estrenar sus funciones con un espectáculo sagazmente pensado y ejecutado con eficacia: Olga Ferri, finalmente en la dirección artística de la Danza, y Jorge Amarante, como conductor del cuerpo de baile, salieron airosos de este perentorio y difícil debut.
El seductor programa presentado en el Coliseo el último fin de semana incluye dos piezas breves completas y dos pas de deux secularmente exitosos. Arranca con las célebres Sílfides, en una deplorable orquestación (las piezas originales de Chopin son para piano) que Mario Benzecry, con su vasta experiencia, sacó a flote con la Estable. Las exigencias para las veinte figuras femeninas secundarias por momentos superaron las posibilidades de adaptación a un espacio reducido, pero el refinamiento técnico de Silvina Perillo (vals) y el brillante pas de deux de Maricel De Mitri y Juan Pablo Ledo, con el entorno en semicírculo de las coreutas en el piso, redondearon una versión disfrutable de este ballet blanc , pieza capital del repertorio neorromántico.
En el dúo de amor de Espartaco (versión coreográfica de Attilio Labis sobre Khachaturian, espléndidamente ejecutado por la Estable) es elocuente el deliberado contraste de las figuras escénicas elegidas: la levedad de Karina Olmedo y la fuerza de Vagram Ambartsoumian, afirmadísimo partenaire en los portés e intérprete feroz de un carácter -el del legendario esclavo revolucionario- con el que no tiene mucho que envidiar a la versión rusa de Irek Muhamedov.
El pas de deux de Don Quijote es, desde siempre, otro de los grandes desafíos. Perillo (quien reemplazó a Gabriela Alberti) y Ledo mostraron una consubstanciación sorprendente, que resiste confrontaciones con pares internacionales: ella, en una Kitri chispeante de gracia e impecable técnica en los fouettés ; Ledo, menos seguro como partenaire que como solista, arrancó ovaciones con sus doubles tours en l air .
Nuevos aplausos para la versión de José Zartmann del Bolero , repuesto en incontables temporadas desde su incorporación al repertorio, en 1992. Otra vigorosa interpretación de Ambartsoumian como El Ritmo y un rescate de la experimentada Graciela Bertotti en La Melodía, con los que el coreógrafo tradujo la partitura de Ravel en reelaboradas figuras del flamenco. Alrededor, y en grupos (cuatro, en total) que se van sumando palpita -con más energía que en anteriores performances - una compañía que, a pesar de las tormentas, se muestra en forma.
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