Tamara Rojo, en Londres

LONDRES (EFE).- La bailarina española Tamara Rojo y el cubano Carlos Acosta recibieron anoche una gran ovación en el teatro Covent Garden de Londres por su interpretación de los papeles principales del ballet de La bella durmiente .

Puesto en escena por la compañía británica Royal Ballet, una de las más importantes del mundo, la pareja ejecutó con una gran habilidad técnica la coreografía que el francés Marius Petipa (1822-1910) creó para la música del compositor ruso Piotr Ilich Tchaikovski (1840-1893).

El ballet de La bella durmiente tiene tres actos y un prólogo, y narra el cuento del mismo nombre en el que una bruja lanza una maldición a la princesa Aurora cuando nace, según la cual morirá cuando cumpla dieciséis años al pincharse con un huso. Sin embargo, un hada buena determina que la princesa sólo quedará dormida y que el hechizo se romperá con el beso de un príncipe.

Efectivamente, a los dieciséis años, Aurora se pincha y permanece dormida durante cien años hasta que un príncipe la ve y queda tan prendado de su belleza, que la besa y rompe el hechizo.

Rojo y Acosta fueron una princesa Aurora y un príncipe Florimundo que bailaron entendiéndose a la perfección gracias a una química perfecta entre ambos.

Rojo levantó los aplausos de la numerosa audiencia congregada en el teatro durante la segunda parte, en la que se celebra el desimosexto cumpleaños de la princesa, con varias series de cinco piruetas seguidas, que la prima ballerina hizo sin inmutarse.

Por su parte, Acosta dio una muestra de la potencia de sus piernas con el solo que baila el príncipe cuando se encuentra en medio del bosque y tiene la visión de la princesa Aurora. El momento apoteósico llegó en la tercera y última parte con el último paso a dos que los ambos bailarines culminaron de forma brillante durante la boda de los protagonistas del cuento.

Se destacaron también los bailarines que representaron a personajes de otros cuentos, como el gato con botas, el pájaro azul y Caperucita Roja , presentes en la boda de los príncipes, y que hicieron las delicias del público con su perfección técnica y sus acrobacias.

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