Diego Kogan, en la huella paterna
Herencia: tras el premio ACE, el director de la galardonada "Criminal" le puso nombre al apellido tan asociado al teatro.
Los genes de Diego Kogan terminaron imponiéndose finalmente luego de algunas búsquedas erráticas que le llevaron toda su adolescencia.
Primero fueron dos años de cursos de actuación con Miguel Guerberof ("dejé porque me hinchaba la búsqueda") y luego Filosofía y Letras ("un año y pico de cursada y una sola materia aprobada").
Cuando se abrió la carrera de puesta en escena en la Escuela Municipal de Arte Dramático, preparó un coloquio en una semana, lo aprobaron y se embarcó en tres años de trabajo a los que define como "maravillosos, porque por fin me banqué la búsqueda".
Duraría muchos años y terminaría de plasmarse recién el año pasado con "Criminal", su primer trabajo de dirección, que estrenó tímidamente en enero y que se mantuvo con éxito toda la temporada en la cartelera del Payró.
La hipótesis genética se apoya en que sus padres, el fallecido Jaime Kogan y Felisa Yeni, hicieron historia al frente de la sala de la calle San Martín.
"Tomaron el teatro cuando yo tenía cuatro años -dice este joven de 32 que porta un aspecto eternamente aniñado-. Tengo recuerdos de haber jugado con Luisina Brando cuando ella hacía "Viet-rock". Yo iba a los ensayos, miraba todo, pero no entendía las obras."
Así y todo, y a su manera, ya opinaba: "Mi vieja estaba trabajando como actriz en "Historia tendenciosa de la clase media argentina". Salía monstruosa, gorda, parecía un personaje de Gasalla. "Todos se ríen de vos", le armé un escándalo a los gritos." También hubo trifulca cuando no lo dejaron ver "El señor Galíndez", por razones de crudeza (un desnudo de su madre y escenas de tortura) que sólo entendió con el paso el tiempo.
Un fogonero creativo
La asistencia de dirección fue su puerta de entrada al trabajo. Esa tarea tiene sus costados oscuros (cierto anonimato y el riesgo permanente de funcionar como fusible cuando hay problemas en la compañía), pero también sus aspectos luminosos, que son los que Diego privilegia.
"Un asistente de dirección es un testigo privilegiado -explica-. Tiene una distancia óptima para apreciar el espectáculo durante el proceso de ensayos. Está adentro y, a la vez, está afuera. Un director a veces se pierde en lo que está haciendo y. si le dan lugar para opinar, la del asistente se convierte en una tarea muy creativa".
Para algunos, es un trabajo en el que cual se quedan a vivir para siempre; para otros, como Diego, un simple lugar de pasaje hacia la dirección.
A él le llevó diez años al pie del cañón, auxiliando a su padre en numerosas puestas y a Las Gambas al Ajillo, incluyendo la última temporada de las chicas, que fue en Mar del Plata y en medio de historias rocambolescas que darían lugar a un guión de cine.
Un tándem creativo
Son gajes y anécdotas de ese oficio, al que caracteriza por el placer de ayudar a poner en pie un espectáculo y cuya etapa siguiente tardó en empezar: "Qué sé yo por qué pasaron diez años hasta que me animé a dirigir. Habrá sido por miedos, por comodidad y porque las cosas no se dieron antes. Hubo otros proyectos que empujé, pero no se concretaron. Cuando Javier Daule me propuso que le dirigiera "Criminal" yo ya estaba absolutamente sintonizado".
El tándem creativo está preparando ahora su propia versión de "Sueño de una noche de verano", de Shakespeare, que estrenarán a mitad de enero.
Con el carácter quizá templado por sus años de asistente, una función en la que cual lo primordial es mantener la calma, Diego no se priva sin embargo de su don de réplicas, a menudo cargadas de sarcasmo.
-¿Cómo es la versión?
-Ya me olvidé como era la obra de Shakespeare.
-¿No viste la versión de...?
-(interrumpe) No vi ninguna.
Obvio que el director apuesta a cierto espíritu de inocencia para hacer su propia lectura, no contaminada, de este clásico. "Intentamos hacer florecer distintos temas y concentramos el conflicto", resume rapidito, antes de subrayar que actualmente hay muchas puestas de sueño en distintas capitales teatrales del mundo.
En el elenco, habrá nombres fuertes de los circuitos alternativos: María José Gabin, Gustavo Bohn, Iván Moschner, Claudio Tolcachir, Lila Monti, Rodrigo Cárdenas, los cuatros actores de "Criminal" (Marcelo Pozzi, Carlos Kaspar, Javier Niklison y Dana Basso) y Carolina Adamovsky, una talentosa pelirroja que se destacó en "La noche en vela", de Paco Giménez, y que es la boletera de la sala.
En triunvirato con su madre y con Daulte, la nueva conducción del Equipo Teatro Payró, están tratando de definir los otros proyectos que conformarán la temporada. Por ahora no tienen nada demasiado atado, pero no desechan la posibilidad de alquilar la sala a producciones "extranjeras", tal como ocurrió este año con "En la soledad de los campos de algodón".
"Después de todo el Payró siempre se caracterizó por tener una sola producción propia por año -aclara Diego, que le tiene mucha fe a su próximo estreno-. Pero está todo muy difícil. Ojalá volvieran los tiempos en que un espectáculo duraba tres o cuatro años en cartel, como ocurrió con "Marathón". Quien te dice..."