Hace un año, el hombre también se dedica a la cerámica
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Actualizado el 11 de junio de 2020
Preparados. Listos. Grabando. La charla con Fabio Alberti va bien hasta que se enciende el grabador. Entonces, Alberti va mutando en Peperino Pómoro, Coti Nosiglia y otros personajes inmortalizados por el actor de Cha cha cha y Todo por dos pesos. Alberti mira fijo, es difícil saber si habla en broma o no. Pero cuando surge el tema de los hobbies, retoma la seriedad y dice que, casualmente, lleva encima su última escultura: algo medio abstracto que adquiere distintas formas según la perspectiva. "Desde hace un año me dedico a la cerámica", comenta serio, pero con mirada expresiva
Su interés por el tema llegó un verano en Pueblo Edén, Uruguay. "Es un lugar costero con muchas piedras, y yo las observo todo el tiempo. Son tan lindas que me inspiraron para hacer algo decorativo con otras que había en casa, pero no funcionó. Así que me decidí a estudiar cerámica en Taller del Bajo, en San Isidro. Son tres horas por semana y es como estar tres horas pelando papas. Me encanta. Además, no me resulta nada estresante", explica.
Lo primero que hizo fueron unos conitos con base de arcilla, y enseguida les encontró utilidad. "Mis hijos me vieron mientras los hacía y me pidieron uno. Entonces, cuando llegó el Día de Reyes envolví un conito para cada uno. Les encantaron, los agradecieron mucho. Pero a los dos días vieron que no había otro regalo y me preguntaron: Papá, ¿en serio el regalo de Reyes son los conitos? Yo les contesté, riendo: ¡Y, claro! ¿No querían conitos?"
"Esto no es un hobby, es un oficio. Si a alguien que hace cerámica le hablás de hobby, te mata", afirma, serio, mientras ordena su almuerzo de las 5 de la tarde: una ensalada de frutas con huevos revueltos. "En lo personal, me gusta más el trabajo manual, así como evitar lo figurativo... porque no me saldría. El torno me aburre; es muy lindo, pero es un instrumento para hacer piezas en serio", agrega, aunque después reconoce que le sirvió para realizar algunas vasijas, incluidos los conitos.
La última creación del actor es una figura abstracta que lleva a todas partes como un amuleto. "Fue como hacer una figura humana, y llegué a eso", comenta con un toque de modestia. En la figura puede detectarse su interés por el gran escultor Henry Moore, aunque el descubrimiento vocacional de Alberti es medio tardío, y resulta algo prematuro hablar de influencias. "Me gusta ver esculturas por Internet. Y estoy empezando a interiorizarme para saber si hay muestras", dice mientras engulle la ensalada con huevos. "Igual, antes me llamaba la atención la estatua de Caperucita Roja, que está cerca de los bosques de Palermo. Nadie sabe que hay una estatua de Caperucita. Nadie sabe qué hace ahí, pero está; por eso me llamó la atención."
"Así como no me interesa el realismo en el teatro, tampoco me interesa lo figurativo", afirma. "Esta actividad tiene algún vínculo con la actuación, porque estoy permanentemente improvisando. Por ejemplo, me encanta hacer agujeros, pero siempre hago de más. El otro día hice una bandeja que quedó buena, pero no creo que sirva como bandeja. Más bien parece un colador. Eso sí, como objeto es interesante", reflexiona.
El entusiasmo de Fabio Alberti es tal que en las últimas vacaciones llevó un improvisado horno de lata para trabajar en la playa. Dice que disfruta mientras investiga sobre maderas, metales y pigmentos, y hasta cuando se enchastra con arcilla. "Ahí me siento como Demi Moore en aquella escena de Ghost, cuando moldea arcilla y se le acerca el fantasma", agrega y hace una mueca de acoso. ¿Llegará el día en que haga muestras y se dedique de lleno a este hobby? "¡No, no!, es un oficio", corrige por enésima vez. "Y sí, me encantaría vivir de esto", afirma con los ojos muy abiertos y lanza una carcajada.