
El adiós del último samurai
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ROMA, 24 (ANSA).- El arquetipo del japonés para todo el mundo, Toshiro Mifune, el gran actor fallecido hoy en un hospital de Tokio, a los 77 años, nació en realidad en China, en la ciudad de Tsing Tsao. Desde 1994, el artista vivía atacado de demencia senil y su salud, desde entonces, había sido muy precaria.
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La primera imagen que nos llega a la memoria es la del japonés malhumorado e irónico, gesticulante y malhablado que da su versión oral de una violación y del crimen que la siguió. El retrato pertenece a Toshiro Mifune, que falleció la víspera de esta Navidad en Tokio, y la escena, a la memorable realización de Akira Kurosawa "Rashomón", que ganó el León de Oro veneciano en 1950.
Con ese galardón y con la posterior designación hollywoodense de "Rashomón" para la mejor película extranjera _antes de que se diera un Oscar por ese renglón_, el cine japonés tomó cuerpo en Occidente y produjo admiración, es cierto, por la mano maestra de Kurosawa, pero también por el magnífico carácter de que era dueño Toshiro Mifune, el intérprete que acompañó al genial realizador a lo largo de diecisiete de sus 134 películas.
Los exotismos de ese cine japonés fueron inmediatamente asimilados en Europa y en América, dado que en la imaginación de Kurosawa vivían firmenente impregnadas imágenes de la cinematografía que le llegaba de los maestros occidentales, lejos, por ejemplo, del modelo orientalista propuesto por su también genial colega Yasujiro Ozu. Toshiro Mifune fue el rostro visible de los personajes salidos de la creatividad de Kurosawa.
Habían comenzado juntos, hacia 1948, cuando rodaron "El ángel ebrio", conocida en la Argentina sólo en video. Allí, Toshiro Mifune se exponía a la responsabilidad de encarnar a un médico dominado por el alcohol. En otra del dúo, "Perros callejeros", Mifune hizo de investigador policial. Hasta "Rashomón", sólo eran populares en su tierra.
Toshiro Mifune había nacido el 1º de abril de 1920, en China, de padres japoneses. Después de la Segunda Guerra Mundial, y tras prestar servicios en el ejército nipón, Mifune se decidió por la actuación. Al parecer, sólo el cine estuvo entre sus intereses, en todos los aspectos: la actuación, en algún caso la dirección y, finalmente, la producción de films.
Entre sus películas iniciales se cuentan "Tiempos locos" (1946), "Duelo silencioso" (1947), "Escándalo" (1949), "El idiota" (1951, sobre el texto de Dostoievski, donde encarnó al protagonista, en este caso un japonés), "La vida de O´Haru" (1952), "Aguila del Pacífico" (1953), y, por fin, "Los siete samurais" (1954), exótico y vigoroso fresco medieval de acción y aventura. "Trono de sangre" (1957), también de Kurosawa, mostró en Mifune al más sangriento Macbeth que recuerde la historia del cine. La acción se despliega en el Japón medieval y el personaje cae bajo un centenar de flechas que lo perforan.
Todas estas obras fílmicas contribuyeron a edificar un estilo personal y reconocible en el actor desaparecido: la rudeza, el grito seco aunque majestuoso y el ademán con ímpetu violento. Su figura era apuesta y se elevaba no sólo por la estatura por encima de los demás: su gesto era siempre opulento, quizá teatral, pero jamás desentonaba en la pantalla grande.
Es fácil identificarlo con los personajes que le ofreció Kurosawa, pero hay otros, tales como aquel impresionante de "El hombre del rickshaw" (1958), un sabio callejero, en que lo dirigió Hiroshi Inagaki. El mismo realizador retomó años después la caracterización medieval del soldado violento en "El almirante" y cierta mirada mítica sobre la antigüedad nipona en "Los tres tesoros", ambas con Mifune.
Multiplicidad
Otro de los grandes realizadores japoneses, Masaki Kobayashi, lo tuvo como principal carácter en "Rebelión", ubicada en el siglo XVIII. La eterna complicidad artística con Kurosawa añade títulos tales como "Los malvados duermen bien", "Sanjuro, el Camelias", "Bondad humana", "La fortaleza oculta", "El cielo y el infierno" y "Yojimbo". Sergio Leone tomó como modelo esta última para fundar un género naïf, el "spaghetti-western", con su realización "Por un puñado de dólares".
Hollywood, que no se priva de nada, también llamó a Toshiro Mifune para actuar a las órdenes de realizadores norteamericanos, desde fines de los sesenta hasta comienzos de los ochenta: "Grand Prix", de John Frankenheimer; "Infierno en el Pacífico", de John Boorman (no pasó al olvido su pugilato al borde del mar con Lee Marvin); "La batalla de Midway", de Jack Smight; "1941", de Steven Spielberg; "El desafío", de Frankenheimer, y "Shogún", de Jerry London. El cine europeo lo contó entre sus figuras, al lado de Alain Delon, en el título francés "El sol rojo", de Terence Young, y en la coproducción franco-japonesa "Safari Rally 5000, la carrera más larga del mundo", de Koreyoshi Kurahara.
Completó su múltiple carrera con la fundación, en 1963, de su compañía productora, para la que dirigió su único film como realizador, "El legado de los 500.000".
En 1989 obtuvo el premio al mejor actor en el Festival de Venecia por "Muerte de un maestro de té", de Ken Kumai, y antes, en 1965, pasó por el Festival de Cine de Mar del Plata que, ese año, se celebró en Buenos Aires.






