
El nuevo desafío de Victoria Almeida
La actriz dirige su primera obra: Los días después, sobre la crisis de pareja
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Es curioso, pero a la vez muy frecuente que una pareja, aun teniendo más de un indicador nítido de crisis, no pueda evitar la ruptura. Cuando dos personas empiezan a olvidar qué es lo que las mantiene unidas, cuando la rutina agobia y las palabras inoportunas lastiman, el final empieza a hacerse inevitable. En Los días después, obra teatral con la que la versátil actriz Victoria Almeida debuta como dramaturga y directora, una relación se va descomponiendo gradualmente porque sus protagonistas no parecen estar preparados para soportar el peso de esas repeticiones que agotan. "La idea era desentrañar lo que pasa cuando dejamos de registrar al otro, cuando todo empieza a resquebrajarse, cuando quedamos prisioneros de una partitura que se va volviendo más y más hermética -explica Almeida-. Empecé queriendo hacer una comedia física con algunos elementos del clown, pero salió algo más complejo, más denso. Invité a algunos amigos para que vean ensayos y lloraban mucho. Eso me sorprendió bastante." Protagonizada por Guadalupe Docampo y Hernán Grinstein, va todos los viernes, a las 21, en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960). La obra es el resultado de cuatro meses de trabajo intenso: "No trabajamos a partir de un texto definido. Con el tiempo, aparecieron una dramaturgia y un final que, en principio, no tenía previsto. Es un proceso en el que lo importante fue la búsqueda, más que el montaje de algo preestablecido. Me interesa particularmente que el trabajo no se instale en ciertos anclajes, que se sigan revelando impulsos a medida que corra el tiempo".
¿Te sirvió tu trabajo a las órdenes de otros directores para este cambio de rol?
-Sí, porque tuve experiencias preciosas con distintos directores. Ahora tengo muy presente el trabajo con Ciro Zorzoli, que fue una experiencia especial porque antes de abordar la obra hizo que juguemos mucho. Y ésos son los trabajos que más agradezco. De hecho, una de las propuestas centrales de esta obra que dirijo es que los actores trabajen e investiguen con un material que realmente da para eso. Es lo que a mí me gustaría hacer como actriz. Más allá de la historia de la obra, hay un montón de "excusas" para que los personajes exploten y pasen por distintos estados. Como actriz, sé que es mejor cuando no hay nada que inventar, cuando la obra te va estimulando y llevando.
¿Pensaste en actuarla vos?
-Sí. A medida que iba trabajando en la propuesta, me daban muchas ganas de actuarla, pero decidí concentrarme en la dirección porque era un riesgo hacer las dos cosas en una primera experiencia. A todos nos resulta difícil ponernos en el lugar del otro en los vínculos y los afectos. Ver el trabajo de afuera me sirvió para notar con más claridad cómo un vínculo puede intoxicarse, quebrarse, desmoronarse.
¿Sos muy exigente como directora o más bien relajada?
Soy exigente con la precisión, pero no tengo atados a los actores. Hay una estructura precisa que es un piso, no un techo. Ellos tienen la libertad de volar a partir de esa estructura. La obra tiene algo rítmico, de precisión y de conexión entre ellos, que no puede fallar. Creo que en el trabajo de dirección lo más difícil es cuánto callar, más que cuánto decir. Aprendí bastante en ese sentido en mis trabajos con Helena Tritek. A veces los actores no necesitan tanta información, hay que buscar la manera de conducirlos sin quemarles el coco y sin censurarlos.
La carrera y los proyectos
Joven, pero de larga trayectoria, Almeida se formó con maestros prestigiosos como Helena Tritek, George Lewis y Ariane Mnouchkine. En TV, trabajó en Pakapaka, en El hombre de tu vida y Los vecinos en guerra. "Siempre tuve la buena fortuna de poder inclinarme hacia lo que me genera más desafíos. Creo que pude encontrar un equilibrio para elegir y poder pagar el alquiler. Pero he dicho más no que sí. No me gusta hacer la plancha, laburar de taquito." Este año, también trabajará como actriz en dos obras de teatro: en Tribus, dirigida por Claudio Tolcachir en el Paseo La Plaza y en una pieza independiente dirigida por Enrique Federman, con dinámica de sitcom.
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