
Enigmas y certezas para 2011
Pola Suarez Urtubey
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Un año más. ¡Y cuántas cosas hemos vivido en el que se nos termina mañana! Estoy segurísima de que cada uno de ustedes, aquellos que tienen a la música como uno de sus amores irreemplazables, ya habrá asimilado lo bueno y lo malo que pasó y están listos para proyectar encuentros futuros. Ya lo sé, porque es un tema recurrente que aparece en cada diálogo entre profesionales y aficionados, el gran enigma es el Colón, tanto su temporada de ópera, como la de conciertos y ballets. Sobre esta trama, como todos saben, muy pocos están exactamente enterados, aunque, por supuesto, los trascendidos están a la orden del día, sobre todo en lo que hace a títulos de óperas: desde El gran macabro de Ligeti, ya anunciado hace tiempo, hasta las del gran repertorio, bien conocidas por cierto, de Mozart, Verdi, Puccini, Wagner y al parecer Debussy. Sin embargo, si no hubo anuncio será porque no todos los hilos están cosidos. De hilvanes, no nos guiemos. Naturalmente, esperamos también con ansias la temporada de la Filarmónica y tal vez de la Estable, aunque en este 2010 el final abrupto del Colón nos ha dejado un sabor amargo.
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Por lo demás, el Argentino de La Plata, ahí nomás, a la vuelta de la esquina, ha hecho sus anuncios para 2011, por cierto francamente promisorios, como ya lo habrán leído. Lo mismo vale para casi todas nuestras entidades privadas, tanto las ya tradicionales como las más jóvenes que se han ido incorporando en los últimos años. Habrá música, y muy buena.
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Y luego están los aniversarios, algunos rutilantes, que supongo -¡y espero!- ninguna entidad debería pasar por alto, como el bicentenario del nacimiento de Franz Liszt, a quien querríamos honrar con los honores máximos. También otros, aunque de menor proyección, llegaron ese mismo año 1811, como Ambroise Thomas (Mignon, Hamlet o Françoise de Rimini) o Ferdinand Hiller, de quien algún día les contaré algo.
Un siglo después, en 1911, moría Mahler y nacían Menotti y Nino Rota, además de varias obras maestras, como La canción de la tierra , Petruchka y El caballero de la rosa . Y luego, cómo no recordar algunos cincuentenarios insignes, como Intolleranza de Luigi Nono, Estructuras para dos pianos de Boulez, Atmósferas de Ligeti, Juegos venecianos de Lutoslawsky o el Treno por las víctimas de Hiroshima de Penderecki, obras que han dejado una huella en la historia de la segunda mitad del XX. Las entidades musicales, oficiales o privadas, los intérpretes y la radiofonía tienen la palabra. En cuanto a nosotros, estaremos abiertos, esperemos que en paz, sin crispaciones y sin la temida anomia, para recibirlas. ¡Feliz Año Nuevo!





