Ese misterioso sujeto que dice llamarse Tenesy
Un hombre llamado Tenesy dice ser el dramaturgo norteamericano Tennessee Williams. El misterioso sujeto pretende escribir la gran obra teatral que lo devuelva a la vida. Mientras, pasa día tras día ocupando una mesa en una confitería muy parecida a Las Violetas, se topa con personajes que parecen salidos de una escuela de espiritismo muy parecida a la Basilio y se mete en un gimnasio muy parecido al de la Federación de Box. Muchos parecidos.
¿Qué hace, entonces, uno de los mejores dramaturgos del siglo en ese barrio que, sin duda, es Almagro? ¿Quién es realmente ese veterano que podría ser un delirante, un impostor o, por qué no, el mismísimo Williams?Alrededor de esas preguntas se desarrolla "Tenesy", de Jorge Leyes, que -con dirección de Daniel Marcove- se estrena hoy en la sala Orestes Caviglia del Cervantes.
-¿Quién es realmente Tenesy?
Leyes: -Sea quien fuere, lo que importa es que ese personaje está cocinando a fuego lento una fantasía personal, que es la de tratar de unir todos los elementos de su vida, tratando de darles coherencia. Se vincula con una estética decadente, que la hay, y cómo, en Almagro. Viví muchos años en ese barrio. Tiene una belleza más relacionada con la decadencia que con el esplendor. Aun los cuerpos de los boxeadores, que aparecen en la obra, son como la crónica de una decadencia anunciada. Es difícil imaginarse a un boxeador con una vejez plena. Tenesy cocina una fantasía. O un renacimiento.
Ecos
En los personajes de esta obra hay detalles que hacen pensar en los de Williams, tanto los de sus piezas cuanto los de su vida, si es que fueron dos cosas distintas. Recordemos, a vista de pájaro, que el dramaturgo tuvo una infancia agitada, una asunción compleja de su homosexualidad, problemas con las drogas y el alcohol y padeció internaciones psiquiátricas.
"No se privó de gozar, de amar, hizo pública su homosexualidad en el momento en el que esa actitud no era común. Eso ocurrió en una etapa de gloria de su carrera. En vez de protegerse, se expuso terriblemente, pero lo hizo siempre como una actitud vital", es la óptica de Leyes.
Marcove: -Creo que en "Tenesy" hay muchos homenajes implícitos, no sólo a los personajes de Williams sino también a todos los que sostienen el deseo de hacer teatro. La obra produce resonancias, asociaciones. Pero para que el espectador la entienda no hace falta que sea un erudito en Williams. En todo caso, su figura funciona como un disparador.Nuestro personaje está tratando de escribir una obra nueva, porque está cansado de que se representen siempre las mismas y porque las últimas que estrenó fueron un fracaso.
-¿Cuál es el tono de la pieza?
Marcove: -Siempre me la imaginé desde un punto de vista onírico. Esa es la asociación que guardo con el mundo de Williams, sobre todo con "El zoo de cristal", que fue la primera de sus obras que me conmovió profundamente. El dijo que le gustaba tomar una suave copa de vino que lo ayudara a olvidar las tensiones por un rato, porque un rato es el material del que están hechos los sueños. Me pareció rico contar la obra como si fuera casi una travesía interna. Y, también, como si se tratara del circuito de un deseo, el de ser un creador, un teatrista. Todos los que nos dedicamos a esto pertenecemos a un particular zoo de cristal, porque somos frágiles pero también potentes.
La edad del deseo
En el elenco de "Tenesy" figuran Horacio Roca, Alicia Berdaxagar, Márgara Alonso, Julio Ordano -en su regreso a la actuación-, Norberto Galzerano y Joaquín Furriel.
-Al principio del proyecto, Jorge Mayor iba a interpretar el papel protagónico. Finalmente quedó a cargo de Horacio Roca, que es más joven que su colega. ¿Por qué este cambio?
Marcove: -En el material original Tenesy era un hombre veterano. Hubo cambios de fecha y Jorge, que había ganado un pasaje aéreo como parte del Premio María Guerrero, ya tenía agendado un viaje a Europa. Pero, además de eso, tuve la necesidad de contar esta historia a través de un hombre de mi generación. Me parecía que bajarle la edad fortalecía más la idea del sueño y del deseo. Los que tenemos alrededor de 40 somos una generación muy particular.
-¿"Tenesy" propone además una reflexión sobre el teatro argentino?
Marcove: -Sí, aunque nos cuidamos mucho de que no sonara a dedito levantado. Aparece el tema del deseo de quienes hacemos teatro.
Leyes: -Sobre ese punto, hay cosas tomadas de una conferencia que dio Williams, en otro contexto. Lo cual indicaría que se trata de un asunto bastante universal. Después de haber tenido tanto éxito, se atreve a cuestionarse el no poder cambiar su estilo dramatúrgico. En sus últimos años de producción los críticos le dieron unos palos impresionantes. Paradójicamente, esa etapa fue la de sus mayores búsquedas.
-¿El teatro argentino actual tiene algo de esa belleza decadente a la que ustedes se referían antes?
(Ambos entrevistados tragan saliva y se toman su tiempo para pensar.) Marcove: -Yo no siento, para nada, que nuestro teatro esté en decadencia. Incluso la Confitería Las Violetas fue tomada como el espacio onírico de las acciones, pero nunca me la imaginé como un sitio decadente, sino como un refugio de la piedad.
Leyes: -Creo que hay zonas de nuestro teatro en las que sí puede existir ese aroma. Estamos en un momento bisagra, con zonas de creación muy parcializadas. Sin descalificar absolutamente a nadie, no sé si el público que va a ver una obra de Tito Cossa es el mismo que va a ver un espectáculo de Tantanian. Y me parece que, en ciertas zonas de nuestro teatro, hay una pátina melancólica, algo que, según creo, está relacionado con los conflictos no resueltos de esta sociedad.
-La relación autor-director siempre se las trae. Este es el segundo trabajo conjunto de ustedes y hay otros ejemplos de continuidad entre colegas de la misma generación. ¿Notan alguna evolución en el estado actual de ese vínculo?
Marcove: -Al menos desde mi experiencia, yo no creo que se trate de un asunto generacional. Siempre trabajé del mismo modo. Con Cossa, con Patricia Zangaro o con Leyes. A Patricia, por ejemplo, le dije que me parecía que a su obra "Auto de fe..." le faltaba una escena. Ella me contestó que le parecía que su texto ya estaba muy abrochado y que, además, venía un poco golpeada de la relación con otros directores. Después, cuando vino a los ensayos, aceptó mi sugerencia y escribió una nueva escena que, creo, fue una de las más lindas de la obra. Con Jorge, en "Bar Ada", pasó lo mismo. No soy uno de esos directores que se niegan a que el autor concurra a los ensayos.
Leyes: -En los últimos años hay más curiosidad que antes por ver qué pasa con los mundos del autor. Antes el autor era un mero disparador. Ahora, si está vivo, se lo invita a integrarse; y si está muerto, se investiga en el más allá de lo que escribió. Me parece que es una relación que se está revalorizando, pero tampoco creo que exista un modelo único.
Destino
"Tenesy" es el segundo trabajo conjunto del director Daniel Marcove y el dramaturgo Jorge Leyes, luego de la potente "Bar Ada". Llamativamente, ambos espectáculos transcurren en confiterías. El autor no parece preocupado por encontrar explicaciones al respecto y sólo aporta el curioso dato de que él nació en un bar, más precisamente el Himalaya de su Chajarí natal.
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