Exito de la Académica
CANTERBURY, Inglaterra.- Horas antes de su participación en el Festival Internacional de Canterbury, el maestro Guillermo Scarabino había dicho a La Nación que el concierto sería el punto culminante de los cinco años de vida de la Orquesta Académica del Teatro Colón. Y no se equivocó.
Cientos de conocedores de la música clásica aplaudieron de pie y se negaron a abandonar la gótica catedral hasta que el líder de la orquesta, el primer violinista de 22 años Jorge Caldelari, convocó a sus colegas para emprender un "encore".
Los 78 instrumentistas y su conductor ya se habían colocado a la audiencia en el bolsillo con la Sinfonía Nº 9 de Dvorak (una tarea difícil en Gran Bretaña, donde uno de sus movimientos ha sido utilizado durante años en una publicidad de pan casero que evoca todo lo mejor de las viejas tradiciones inglesas), la Pequeña suite de Lutoslawski y, más que nada, las obras de los argentinos Pascual de Rogatis (la danza de la ópera "Huemac") y Alberto Ginastera (cuatro danzas de "La estancia").
Su logro fue aún mayor porque la nave central de la gran sede del anglicanismo fue construida para maravillar a los peregrinos de Santo Tomás Becket (martirizado allí en 1170), no para ser escenario de eventos musicales. Los músicos tuvieron que emprender una verdadera batalla para evitar que el sonido de las cuerdas no se esfumara entre sus 24 metros de altura dejando a los metales reverberando en los macizos muros del siglo XII.
Pero el esfuerzo valió la pena tanto para los espectadores como para los artistas. "Este lugar es increíble. No se puede tocar igual aquí, rodeados del arte y la fe de cientos de años, que en otro lado", sostuvo Horacio Massone, uno de los tres flautistas, de 21 años, todavía asombrado por haber pasado en cuestión de un año de tocar en su nativa Mar del Plata al Colón y ahora en Gran Bretaña.
"Aquí hay mucha magia. La magia de las ganas de los que organizan, de los que tocan y de los que escuchan", subrayó María Eugenia Romera, percusionista de 25 años, oriunda de Quilmes, quien, a raíz de lo enorme de sus instrumentos, viajó sin ellos dependiendo así de los prestados por orquestas locales. "Nos han provisto de todo con una gentileza espectacular", destacó.
El debut de la orquesta en Gran Bretaña ha sido exitoso en gran medida gracias al promedio de tres a cuatro horas diarias que dedican a los ensayos, ya sea bajo la tutela de su director, Oscar Piluso, o de los maestros Bruno D´Astoli y Guillermo Scarabino.
El director de la Orquesta Juvenil del Condado de Kent, Alan Vincent, que conoció a los jóvenes argentinos durante las dos visitas que hizo con sus músicos a la Argentina, en 1993 y 1996, se mostró sorprendido por la madurez de la orquesta.
"Han progresado muchísimo. Sus interpretaciones exudan fuego, entusiasmo y pasión. Francamente, no veo diferencia entre ellos y un grupo de profesionales", aseguró Vincent a La Nación .
Quizás el factor que más perdurará de la experiencia no es tanto su valor musical como el personal. La mayoría de los jóvenes se hospedó en casas de familia, dándoles así la oportunidad de fraternizar con los británicos.
"Si hay algo que realmente lamento es haber pasado sólo un día con una familia en Londres que resultó ser maravillosa -señaló el "benjamín" de la orquesta, Andrés Bercellin, de 16 años-. Nos pasamos la noche hablando de mi instrumento, el corno, e intercambiando CD y partituras musicales. Espero ahora poder continuar la relación por correspondencia o volver a visitarlos."
La primera gira del "semillero" del Teatro Colón continuará con otros dos conciertos, uno en Londres y otro en la sureña ciudad de Maidstone, para terminar el próximo lunes con un programa similar al emprendido en Canterbury, pero del otro lado del canal de la Mancha, mas precisamente en la EXPO 2000 de Hannover.
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