Intrigas, romance y un gran villano entre España y la Argentina
Argentina. tierra de amor y venganza
Nuestra opinión: buena
Guion: Leandro Calderone y Carolina Aguirre. Fotografía: Pablo Rocco y Alejandro Del Campo. Dirección de arte: Bernardo Losada. Sonido: Aníbal Girbal y Adrián De Michele. Elenco: Benjamín Vicuña, Gonzalo Heredia, Eugenia Suárez, Albert Baró, Delfina Chaves, Fernán Mirás, Virginia Innocenti, Andrea Frigerio, Mercedes Funes, Julia Calvo, Diego Domínguez, Federico Salles, Ariel Pérez de María, Laura Minguell. Productor ejecutivo: Diego Carabelli. Productor general: Adrián Suar. Dirección: Martín Saban y Sebastián Pivotto. Canal: Eltrece. Horario: Lunes a jueves, a las 22.
No es nueva la costumbre de Adrián Suar, Eltrece y Pol-Ka de introducir elementos históricos en sus ficciones más ambiciosas. Argentina, tierra de amor y venganza (ATAV) tiene como inmediato antecedente a Hombres de honor (2005), otro relato ambientado (como el que acaba de estrenarse) en torno de la inmigración europea, ciertas mafias que lucran con la prostitución, familias preocupadas por las apariencias, amores cruzados y (sobre todo) traiciones como motor de la conducta humana. Aquella novela contaba con un elenco insuperable y uno de sus directores, Martín Saban, ocupa el mismo lugar en ATAV.
Lo novedoso tiene que ver con la oportunidad y el momento. En un tiempo de estrecheces, ATAV recupera para la ajustada televisión abierta el clásico despliegue de producción que requiere toda historia de época, sobre todo desde el fastuoso trabajo de dirección de arte y una magnífica secuencia de apertura ambientada en tiempos de la Guerra Civil Española. Concisa y exacta, primero nos muestra allí cómo la amistad entre dos soldados del bando republicano se convierte primero en deslealtad y luego, en un odio perpetuo. De un lado surge un villano despótico (Benjamín Vicuña, en su mejor forma) y del otro, una víctima que clama venganza (el catalán Albert Baró, muy comprometido con su papel). El enfrentamiento se traslada a Buenos Aires y prosigue , como es costumbre en las tramas de Pol-Ka, en varios escenarios simultáneos separados entre sí a muy poca distancia y con muchos personajes. Quizás demasiados.
Hay un esfuerzo visible por sostener la intriga y hacer siempre inteligible el conflicto central en el comienzo de una historia que se presume muy larga. Una de las claves es el lugar que ocupa Moretti (un muy desenvuelto Gonzalo Heredia), hasta aquí el personaje más atractivo del nutrido elenco por su ambigüedad moral. Parece tener un pie en cada bando.
En otros terrenos se nota el trazo grueso: las alusiones a la inmigración y a las mafias que hacen una explotación del sexo son circunstanciales (hay un burdel que evoca los tiempos de la Zwi Migdal, que para fines de la década del 30 ya había sido desarticulada) y tanto algunos diálogos como la musicalización resultan completamente ajenos al período invocado. Hay decenas de películas de esa época disponibles para extraer de allí modismos y formas de hablar propias de ese momento. ¿Por qué forzar entonces a varios personajes a expresarse como si estuvieran en el siglo XXI? Y hablando de personajes, no se hace justicia con la española Laura Minguell, cuyo papel (Julia), es clave en el arranque. Pero su nombre aparece muy lejos de los créditos iniciales, donde debería estar.
11,3
Puntos de rating
Con la medición de anteayer fue lo más visto del día en la TV abierta. Había arrancado el lunes con 13,7 de promedio y el miércoles bajó a 10,4.
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