
Jim Jarmusch, con la guía del samurai
En su nuevo film, presentado en Cannes, el cineasta muestra su obsesión por la filosofía oriental
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CANNES.- Jim Jarmusch confiesa su gusto por los marginales y dice que los asesinos entran en esa categoría. Su último film, "Ghost Dog, the way of the samurai", con el que participa en la muestra competitiva del Festival, encarna esa aficción por los márgenes en la figura de un criminal muy especial interpretado por Forest Whitaker, quien ya obtuvo aquí el premio al mejor actor en 1988, por su composición de Charlie Parker en "Bird", de Clint Eastwood. De la mano del realizador de "Down by law", esta vez Whitaker pone su colosal anatomía al servicio de Ghost Dog, un solitario que vive en una cabaña construida en una terraza, rodeado de palomas mensajeras. Tiene el disparo certero y el código del samurai como guía. Conforme con las máximas de esa antigua cultura japonesa, debe servir a un amo, Louie (John Torney), quien en una ocasión le salvó la vida. Así las cosas, Ghost Dog está vinculado por contrato con un grupo de mafiosos italianos. De pronto, el contrato que lo obliga a matar por encargo es violado. Comprende que su vida corre peligro y decide bajar a la ciudad para disparar a sangre y fuego, consciente de que el que pega primero pega dos veces.
El film recibió elogios de la prensa en el exigente ring que es este Festival pero al que Jarmusch ya está acostumbrado. Su primer largometraje, "Stranger than paradise" fue presentado en la muestra paralela Quinzaine des Réalisateurs y obtuvo la Caméra d«or, el premio por el que compiten las opera-prima. En 1986, el cineasta norteamericano presentó en la competencia oficial "Down by law", y tres años más tarde ganó el premio a la mejor colaboración artística con "Mistery train". En 1993, siguió alimentando su romance con el Festival con un cortometraje que recibió la Palma de oro de su categoría. Dos años después volvió a pasear su trabajo, esa vez con "Dead man".
Pero basta escucharlo para suponer que el hecho de figurar o no en el palmarés no es un asunto que le quite el sueño. Jarmusch anda en busca de algún camino espiritual y ese asunto parece atraer mucho más su atención. De hecho, llevaba largo tiempo leyendo libros sobre la cultura y los códigos del samurai mucho antes de soñar siquiera con filmar "Ghost Dog, the way of the samurai". "De esos libros tomé las citas que transcribo en la película", dice.
"Dejarse sorprender"
Cuando se le pide que evalúe los resultados de aquella obsesión, Jarmusch se muestra prudente. "Cuando miro hacia atrás en mi vida, recuerdo más la experiencia de haber rodado tal o cual película que las películas en sí mismas -sostiene-. Como director, soy incapaz de mirar mis propias películas en el mismo estado en que lo hace un espectador. El modo de ver un film es sentarse y dejarse sorprender por el universo que muestra la pantalla. Es obvio que yo no puedo hacerlo con mis películas porque después de haber trabajado en ellas no tengo esa pureza de la mirada".
-¿Por qué eligió a Whitaker?
-Porque tiene una calidad muy impactante y muy humana en su cara y en su cuerpo. Incluso diría que tiene alguna extraña virtud en su apariencia que llega a emocionarme. Un actor puede componer un personaje. Forest, en cambio, deja que el personaje lo invada, que se apropie de su cuerpo y de su rostro. Eso es maravilloso.
-¿Cómo surgió su interés por el samurai?
-Esa inquietud fue fruto de los muchos viajes que hice a Japón. Una de las culturas de ese país que me despertaron interés fue la del samurai. Creo que tiene algo para enseñarnos: una de las cosas más importantes de la película es la cita del samurai que dice que sólo disponemos del momento presente, que el resto no nos pertenece. Creo que eso es todo lo que deberíamos aprender en la vida. Eso es lo que yo personalmente quisiera aprender, pero me resulta muy difícil. A pesar de eso trato de mantenerme fiel a mis instintos y a mi alma e intento encontrar un centro de mi propia persona que nadie pueda arrebatarme.
-¿Le resultan interesantes las religiones en esa búsqueda personal?
-Sí, pero no desde el punto de vista de la religión institucionalizada. No me gustan, en general, las actividades grupales. Por eso que hago películas sobre outsiders. Mi libro favorito es el de Job. Para mí, la Biblia no es un libro sagrado, pero sí una pieza maravillosa de literatura, y en ese sentido el libro de Job es hermoso.
-Al ver el film queda con la sensación de que quien siga algunas de las reglas del código del samurai no podrá evitar el sufrimiento, pero que al menos podrá manejarlo. ¿Qué hay de cierto en esto?
-Lo que subyace en todos los códigos espirituales de Oriente es que uno no debe preocuparse por aquello que no puede controlar y que si uno se preocupa por esas cosas, está perdiendo su energía. Aquí me sucedió algo relacionado con esa idea. Me llamaron para decirme que tal crítico dijo esto y aquel otro dijo tal otra cosa. "Gracias por llamar-respondí- pero qué puedo hacer yo frente a eso." Si la gente odia mi película no voy a estar contento y si la aman en algún nivel voy a ser feliz, pero eso no está en mis manos. Además, si un periodista o un espectador tiene sobre alguna película mía una interpretación diferente de la mía, la interpretación de ellos es la más valiosa.





