La actividad escénica y una nueva asociación
Desde hace décadas existen diversas asociaciones que nuclean a la actividad escénica. Hace dos años se creó la que reúne a iluminadores, vestuaristas y escenógrafos, mientras coreógrafos y bailarines de la escena independiente intentan tener la suya. El lunes fue el turno de la presentación en sociedad de la Asociación Profesional de Productores Ejecutivos de las Artes Escénicas (Appeae), que preside Gustavo Schrairer. El productor es una persona de amplia trayectoria en el medio, autor del primer libro en Sudamérica dedicado a la actividad específica y docente.
El objetivo de esta nueva asociación es promover y fomentar el reconocimiento y la legitimación profesional de la figura del productor ejecutivo dentro del mapa de las artes escénicas. En estos dos años hasta tener la personería jurídica, sus integrantes fueron intercambiando experiencias sobre esta tarea específica en el armado de un montaje. Suele pensarse que el productor ejecutivo es el señor o la señora que pone la plata para hacer tal obra. No. Es el que está, por ejemplo, antes de que aparezca ese individuo o institución. Y hasta puede ser, como suele suceder en el mapa del circuito alternativo, que ni ese individuo nunca aparezca y que la obra se estrene.
"Creemos que el buen trabajo nuestro, el verdadero trabajo profesionalizado, es aquel que no se hace notar, pero que todos saben que está presente porque todo va fluyendo, todo va sucediendo casi como por arte de magia. Aunque, claro, no sea fruto ni de la magia ni de fórmulas o recetas magistrales, sino del conocimiento, la experiencia y la dedicación que una productora o un productor ejecutivo ponen a disposición de un colectivo de gente para que sus sueños se puedan concretar en escena y se puedan compartir con ese otro grupo de gente, que llamamos público, para que el hecho escénico por fin suceda", afirmó la noche del lunes Schraier.
Lo hizo acompañado por varios colegas que forman parte de la nueva asociación que es la primera de su tipo en Iberoamérica. Lo hizo frente a una platea de actores, empresarios y directores con quienes los productores ejecutivos trabajan codo a codo. Y lo hizo, como casi un guiño hacia la misma historia del teatro, en el escenario del Payró, la sala que Onofre Lovero fundó en 1952 y que actualmente gestiona Diego Kogan.
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