La trama de un Hamlet dado vuelta
"Ofelia o la pureza", de Marco Antonio de la Parra. Con Felisa Yeny, Ana Yovino, Antonio Ugo, Ana María Castel, Juan Manuel Gil Navarro y Humberto Serrano. Escenografía y vestuario: Ponchi Morpurgo. Iluminación: Roberto Traferri. Música original: Jorge Valcarcel. Puesta en escena: Antonio Ugo y Jorge Hacker. Dirección general: Jorge Hacker. Duración: 80 minutos. Teatro Cervantes. Nuestra opinión: regular.
En "Ofelia o la pureza", el dramaturgo y escritor chileno Marco Antonio de la Parra inventa una trama a partir del "Hamlet", de William Shakespeare. Pero como decía Antonio Ugo, uno de los actores de la puesta, "la obra es un Hamlet al revés". Se podría acotar que al revés y con sus personajes confundidos, habitando situaciones difusas en una sociedad donde la familia -como tal-, pierde su papel fundamental. Ofelia es una adolescente anoréxica, casi como una metáfora de un cuerpo social enfermo. "En cuanto siento que engordo muero y me siento deforme y maltrecha", dice. Entre vómitos y pastillas, también se las debe ingeniar para evadir al acoso de un Hamlet mucho más frívolo que en el original de Shakespeare. Hasta se asemeja a un carilindo preocupado por su imagen.
"¡Soy un príncipe! Cualquier mujer se moriría por tenerme. (...) Quiero ser un cirujano plástico", afirma. A Claudio, tío de Hamlet, Ofelia le reprocha: "No, no es mi tío. Su hermano tampoco lo era. (...) Tal como usted quiso matar a su hermano y acostarse con su cuñada, mi padre quiere poseerme aunque no lo acepte ni lo diga". "¡Qué bello vodevil! Y yo que creía que esto era una tragedia", se lamenta Hamlet en otra escena. Será por eso que cuando Gertrudis, al final, afirma: "Eramos una familia totalmente normal. Lo juro", se asemeja a un texto de Los Locos Addams. Así narrado, el relato posee ciertos giros humorísticos que potencian al drama. Vericuetos que sí están presentes en el texto original, pero no en la puesta ideada por Jorge Hacker y Antonio Ugo.
En en este mapa de vínculos familiares complejos, la trama ideada por el chileno posee ciertas similitudes al de un culebrón mexicano. Estas relaciones tan primarias, tan regidas por el par amor-odio, poseen tantos pasillos insospechados y oscuros que suenan hasta irónicos. Pero este torbellino de deseos cruzados no posee encuentra la fuerza ni el ritmo adecuado.Así son las cartas de este juego que imaginó de la Parra y que transcurre "ni por nada en un castillo de Elsinor", apunta el autor. En su imaginario, ese espacio se transformó en una clínica (¿psiquiátrica?) que está en pleno período de globalización, cuyos dueños poseen ínfulas de ganar nuevos mercados. La obra es rica en situaciones, pero no llega a alumbrar nuevos cuestionamientos al ya sabido tema del fin de siglo.
Sin embargo, el mayor problema está en el criterio de puesta. Si bien el dramaturgo realiza una reelaboración del clásico shakesperiano, poniendo al conflicto en un tiempo actual, la dirección actoral apuntó sus cañones hacia un estilo de interpretación casi de teatro clásico. Así surge una zona de chirrido que afecta a la totalidad. El personaje de Ofelia (a cargo de Ana Yovino) lleva las cuerdas de la obra. De la Parra pone sobre este personaje todas las debilidades y fortalezas del caso. Ella es una enferma. Supuestamente, la débil de la historia. Pero, en definitiva, Ofelia es la que puede "actuar" (o hacerse cargo, dirían los psicoanalistas) la enfermedad de los otros. Es la única que puede ponerle palabras y hasta prestar su cuerpo al hastío reinante. De ahí su enorme fortaleza. Pero esa variedad sensorial no aparece. Yovino luce demasiado crispada, en constantes movimientos corporales, con la mirada perdida. Sólo en pocos momentos, como en la escena del monólogo, impone la fuerza actoral que tan buenas comentarios le valió en su trabajo anterior, "Cocinando con Elisa". Antonio Ugo (como Polonio), Felisa Yenny (como la madre muerta) y Juan Manuel Gil Navarro (como Hamlet) se los ve debatiéndose con un traje que sólo por momentos les sientan bien. El resto del elenco luce desdibujado. En definitiva, una historia clave del teatro universal reelaborada por un talentoso dramaturgo y literato yileno cuando estaba en el Caribe. Pero tanta variedad de elementos no contó con el aliado ideal en este lado de los Andes.
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