El segundo LP solista del líder de The Killers es un tremendo viaje retrofuturista a los 80
Brandon Flowers - The Desired Effect (3 estrellas y media)
"¿Somos humanos o somos bailarines?", alguna vez preguntó Brandon Flowers con los Killers. Pero como prueba en su excelente nuevo disco solista, suena más humano justamente cuando es más bailarín. The Desired Effect es fácilmente su trabajo más sólido desde la joyita de los Killers de 2008, Day & Age, y está igualmente plagado de arreglos de synth-disco. Flowers recibe un empujón del productor Ariel Rechtshaid, que aporta el mismo brillo new wave que también les puso a discos recientes de Sky Ferreira y Haim. "I Can Change" parte del clásico de Bronski Beat de 1984 "Smalltown Boy" para construir una canción de amor desesperada, con un cameo de Neil Tennant de los Pet Shop Boys haciendo un recitado.
No hace falta decir que Flowers no se reprime a la hora de soltar sus típicas metáforas enmarañadas, como cuando dice: "Yo estaba subido a una mina de oro de terciopelo/Hasta que me bajaste de nuevo al suelo". (Técnicamente, Brandon, las minas de oro están bajo tierra. También las de terciopelo.) Pero les pone una calidez real a estas canciones, exteriorizando sus sentimientos acerca de las muchachas de Las Vegas, "rubias trigueñas, que nacieron perdidas", en "Never Get You Right" y "Diggin’ Up the Heart", que evoca la injustamente olvidada fase rockabilly de ELO. En su conjunto, The Desired Effect es algo raro: el mejor disco de pop directo hecho por un rock star en los últimos tiempos.
Por Rob Sheffield