Los días de Miguel Abuelo

Siempre es grato recordar a Miguel Abuelo. Personaje emblemático de los inicios del rock, su carrera estuvo ligada, siempre, a diversas particularidades. Su amor por la poesía, el disfrute de hacer música, su disposición al delirio, sus gestos socarrones entre el absurdo y el surrealismo. Esos gestos se sucedieron en el tiempo hechos canciones, bajo distintas circunstancias y compañías cambiantes, pero con una propuesta coherente a través de sus dos décadas de actividad musical: Los Abuelos de la Nada.

Como muestra, vale una anécdota: en 1968, el inefable Pipo Lernoud y su madre, junto con Abuelo, fueron a consultar a Ben Molar por algunas cuestiones de derecho de autor (Pipo escribió la letra de "Ayer nomás"). Por supuesto, no fue ése el único tema del que se habló. De hecho, la madre de Pipo alabó la voz de Miguel, a lo que Ben Molar le preguntó si tenía algún grupo. La respuesta fue inmediata: "Sí, se llama Los Abuelos de la Nada." Y allí, en un acto espontáneo, nació la banda por la que, en aquellos años (1968-70), pasó un sinnúmero de músicos, entre ellos Pomo, Claudio Gabis y Pappo. De aquellos años quedaron algunos temas grabados (los primeros dos en un simple) y el resto se editó oficialmente muchos años después: "Tema en flu sobre el planeta", "Diana divaga", "La estación", "Pipo, la serpiente" y el inconcluso "Lloverá".

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Mientras tanto, Abuelo también tocaba solo, y así llegó a editar dos simples en Mandioca en 1970 ("Mariposas de madera"/ "Estoy aquí parado, sentado, acostado" (o "Pipo...") y "Oye niño"/ "Nunca te miró una vaca de frente"). El humor y el delirio de Miguel (en general, con la compañía compositiva de Lernoud) son notables en comparación con sus compañeros generacionales. Pero un día se va a Europa; aquí, como hoy, no era fácil vivir de la música. Allí estuvo casi una década, y en Francia editó su primer LP, llamado "Miguel Abuelo et Nada" (que nunca se editó en la Argentina). Pero un día volvió. Empezaban los años 80 y comenzaba a disiparse la oscuridad que caracterizaba al rock de acá de los años anteriores. Formó una banda con Cachorro López, Daniel Melingo, Polo Corbella, Gustavo Bazterrica y el joven Andrés Calamaro, que ya había participado en Raíces.

Y ese primer disco de la nueva etapa, llamado simplemente "Los Abuelos de la Nada", abrió un nuevo camino. Entre la ironía y fuertes retratos de la ciudad (y sus protagonistas), un ritmo efervescente se metía en los oídos de aquellos años para empezar a cambiar los cánones acostumbrados. Los Abuelos marcaron la década del 80. Miguel murió el 26 de marzo de 1988. Hoy existe una plazoleta con su nombre. Y, por suerte, nos quedó su música.

Por Daniel Amiano

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