Los Oscar, en la era del streaming
Hace 20 años era difícil imaginar que los estudios de Hollywood tendrían que competir algún día por sus premios más preciados con una empresa que produce sus propias películas y series y las distribuye directamente a hogares de todo el mundo. La industria del entretenimiento ya se enfrentó antes a cambios radicales, y la aparición de nuevas tecnologías siempre conllevó predicciones apocalípticas (la televisión y el VHS también fueron alguna vez considerados una amenaza para el cine). Lo que tal vez resulte tan sísmico de la revolución de los servicios de streaming es que están cambiando las reglas que regían a la producción, a la distribución y al consumo, todo al mismo tiempo.
Pese a sus diferencias, el objetivo de Netflix, Amazon y otras productoras/plataformas, es el mismo que el de los estudios tradicionales: hacer crecer a su audiencia. Para unos eso significa llevar gente a las salas de cine y para otros ganar suscriptores a sus servicios. Ambos confían en que los Oscar y, en menor medida, otros premios son vías para atraer al público hacia sus producciones y generar ganancias.
Las 24 nominaciones al Oscar conseguidas por Netflix este año, que incluyen en el codiciado rubro de Mejor Película a El irlandés, de Martin Scorsese, e Historia de un matrimonio, de Noah Baumbach, son el resultado de un trabajo que la empresa viene haciendo desde hace varios años para posicionarse como productora de películas de prestigio. La plataforma de streaming, que está disponible en 190 países en todo el mundo, aplica varias estrategias para incrementar la cantidad de suscriptores a su servicio, entre ellas apostar por los proyectos de directores de renombre, a quienes cada vez les resulta más difícil conseguir financiamiento dentro de un modelo que persigue la taquilla con franquicias y marcas reconocidas (desde novelas exitosas a videojuegos populares).
La apuesta de Netflix que la llevó a ser este año el estudio con más nominaciones a los Oscar, entre las que se cuentan reconocimientos también para Los dos papas y las animadas Klaus y I Lost My Body, se hizo fuerte en septiembre de 2015 cuando presentaron Beasts of No Nation en el Festival de Cine de Venecia y unos días más tarde en el de Toronto, dos plataformas de lanzamiento para la temporada de premios. La empresa había comprado los derechos de distribución internacional de la película dirigida por Gary Fukunaga y protagonizada por Idris Elba en 12 millones de dólares. El film tuvo un estreno en salas comerciales para cumplir con las reglas de elegibilidad establecidas por la Academia (basta con que se proyecte durante siete días consecutivos en un cine de Los Ángeles para poder ser nominada), pero la campaña no fue suficiente para llegar a los Oscar de 2016, aunque sí cosechó nominaciones en los Globos de Oro, Bafta y un premio SAG para Elba, entre otros galardones.
Mientras tanto, Amazon también se sumaba a la carrera de los premios. La empresa de venta por internet no solo se expandió al negocio del streaming, sino que también incursionó en la producción propia con Chi-raq, de Spike Lee. El flamante Amazon Studios respaldó a su film y lo estrenó en salas para cumplir con los requerimientos del Oscar pero tampoco obtuvo nominaciones.
Vale recordar que el año en el que Beasts of No Nation y Chi-raq, ambas con elencos racialmente diversos, no lograron ser consideradas por la Academia fue el mismo en el que la queja por la falta de diversidad entre los nominados alcanzó su pico de popularidad con el #OscarsSoWhite, creado por la activista April Reign, suscitando llamados de boicot a la ceremonia por parte del propio Spike Lee, Will Smith y Jada Pinkett, entre otros. En este contexto y dejando de lado la suposición de que estas películas no tenían los méritos artísticos necesarios para ser nominadas, quedó sembrada la duda: si el fracaso de ambas campañas tuvo que ver con el rechazo de los miembros de la Academia a darles la bienvenida a las plataformas de streaming o si fue una cuestión de prejuicios raciales.
Al año siguiente, Manchester junto al mar, producida por Amazon, ganó dos Oscar, Mejor Actor para Casey Affleck y Mejor Guion Original para su autor y director Kenneth Lonergan. Además, consiguió una nominación como Mejor Película, siendo la primera vez que un film de una plataforma de streaming se quedó con un puesto en el rubro más importante de los premios de la Academia (lo ganó Luz de luna). Netflix solo se quedó con el Oscar a Mejor Cortometraje Documental, que fue para The White Helmets, pero en 2018 consiguió ocho nominaciones, incluyendo cuatro para su gran apuesta Mudbound. El film dirigido por la directora afroamericana Dee Rees, que también compitió en los Globos de Oro y los Sag, no ganó ningún premio; la diversidad tan requerida llegó apenas hasta las nominaciones.
Las tensiones entre Netflix y la industria se fueron acrecentando, con resultados como la prohibición del festival de Cannes de que sus películas compitan por la Palma de Oro, el premio máximo de la competencia principal, porque la empresa no había estrenado en salas de Francia sus últimas producciones que habían competido, Okja y The Meyerowitz Stories (de dos directores muy presentes este año en los Oscar, Bong Joon-ho y Noah Baumbach). Las quejas de los exhibidores se centran en que el servicio de streaming no respeta la ventana de exhibición de sus películas sino que las estrena en salas al mismo tiempo que las sube a la plataforma, generando una competencia que ellos consideran desleal entre la opción de ir hasta el cine para ver un film o simplemente prender el televisor, computadora o, por más que pese decirlo, el celular. Amazon ha mantenido una mejor relación con esa parte de la industria porque respeta los 90 días desde el estreno en salas para subirla a la plataforma.
Mientras Cannes le negaba la entrada en su edición de 2018, Netflix se embarcaba en su campaña más grande hasta ese momento para respaldar a Roma. El proyecto personal de Alfonso Cuarón, un film autobiográfico, filmado en México, en blanco y negro, hablado en español y mixteco, algo que ningún estudio tradicional se hubiese animado a producir, se convirtió en la gran contendiente de los Oscar. El director y la estrella Yalitza Aparicio, una maestra que nunca antes había actuado en cine, fueron las figuras favoritas de esa temporada de premios, que culminó con 10 nominaciones para el film, incluyendo Mejor Película. Todo gracias a una campaña que costó un estimado de 25 millones de dólares, según explica David Bloom en una nota de Forbes, en la que señala este momento como un punto de giro en la historia del gigante del streaming, que ese año cosechó un total de 15 nominaciones. Finalmente, en la ceremonia de 2019 Roma fue elegida como Mejor Película Extranjera y Cuarón recibió el Oscar a Mejor Director.
Green Book: Una amistad sin fronteras se quedó con el Oscar a Mejor Película, un resultado en el que se mezclan el rechazo hacia Netflix como otro jugador en los premios y la falta de diversidad. Producido por Universal, el film de Peter Farrelly es una película, basada en hechos reales, que refleja los gustos clásicos de la Academia.
Si le faltaba algo a su pedigrí de hollywoodense de pura cepa, el film cuenta entre sus productores a Steven Spielberg, quien unos meses había propuesto un cambio en las reglas de la Academia que no permitiría que las películas que tienen su distribución principal de forma online compitan en los Oscar. Esto generó un frenesí en las redes sociales y medios especializados que caracterizaron a la situación como "Spielberg vs. Netflix". Poco después, un artículo del The New York Times se encargó de bajarle el tono a la cuestión, indicando que las preocupaciones del director de E.T. y La lista de Schindler están dirigidas a todo el ecosistema de la distribución, que incluye a las cadenas de salas de cine.
"Pantalla grande, pantalla chica, lo que me importa realmente es una gran historia y todos deben tener acceso a las grandes historias –explica Spielberg a The New York Times–. Sin embargo, siento que la gente necesita tener la oportunidad de abandonar lo seguro y familiar de sus vidas e ir a un lugar donde puedan sentarse en compañía de otros y tener una experiencia compartida; llorar juntos, reírse juntos, tener miedo juntos, así cuando se termina puedan sentirse un poco menos como desconocidos. Quiero ver a las salas de cine sobrevivir. Quiero que la experiencia en la sala de cine continúe siendo relevante en nuestra cultura".
Aunque los cambios propuestos finalmente quedaron en la nada, la cuestión de la distribución en salas de las películas de Netflix sigue siendo problemática. Hace pocos meses esto quedó en evidencia con el estreno de El irlandés, la esperada película de Martin Scorsese, protagonizada por Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci. No solo en los Estados Unidos sino también en la Argentina, donde el film se estrenó en salas de distintas ciudades del país pero en Buenos Aires sólo estuvo en una, el Cinema Devoto. Dentro de lo penoso que resulta que la nueva película de uno de los directores contemporáneos más importantes, una superproducción de aproximadamente 159 millones de dólares, no consiguiera más salas para proyectarse sucedió algo encantador: ir a ver El irlandés en el cine se convirtió para un grupo de apasionados en una misión de defensa de la cinefilia.
Las tensiones entre Netflix y los exhibidores, ambos aferrados a lo que consideran que les conviene, complican la posibilidad de mantener esa cultura de ver cine en el cine, de la que habla Spielberg y otros críticos del modelo del streaming como Christopher Nolan, quien calificó de "sin sentido" al sistema de estreno simultáneo de Netflix (aunque luego se disculpó diciendo que debería haber sido "más diplomático"). La plataforma de streaming parece haber encontrado un remedio temporario en los Estados Unidos, alquilando el cine Paris de Nueva York y el Egyptian de Los Ángeles, los cuales utilizará para cumplir con el paso obligado por salas de sus films. Claro que eso no soluciona el problema; entre otras cosas queda resolver este tema en todo el resto del mundo, a donde las películas llegan solo a través de la plataforma.
Amazon sigue con su propia política y se desmarca de la inminente "guerra del streaming", que se espera se desate con la llegada de nuevos jugadores como Disney Plus, Apple TV Plus, HBO Max y Peacock. Se trata de una competencia en la que hay muchos factores involucrados, ya que algunos se volcarán más hacia las series que hacia los largometrajes, hacia el prestigio o lo masivo.
Mientras tanto, Hollywood va adaptándose a la realidad de que el streaming llegó para quedarse y Netflix ya es uno de ellos, reconocido como un estudio más por la MPAA (Motion Pictures Association of America). Se podrá ver hasta qué punto llega la aceptación de la industria tradicional en los Oscar de este año, en los que se vaticina que finalmente El irlandés pierda los premios mayores frente a películas como 1917, de Sam Mendes o el film de Quentin Tarantino, ambas propuestas de estudios históricos, como Universal y Sony.
"Esta mañana estoy extraoptimista, pero el streaming no me preocupa demasiado –dijo Tom Rothman, el presidente de Sony Pictures, al enterarse de las 20 nominaciones al Oscar que consiguió su tradicional estudio, con películas como Érase una vez en Hollywood y Mujercitas, entre otras–. Lo que hay que recordar es que tenemos que hacer grandes películas, porque si lo hacemos, la experiencia en salas no va a dejar de existir. Las películas que se ven en salas son las que tienen un impacto cultural en todo el mundo y mueven al público en masa".
En las discusiones actuales sobre cine se mezclan los desafíos de la distribución con las artísticos. Scorsese señala a las películas de Marvel como un entretenimiento que no es cine, mientras estas ocupan las salas y el legendario director tiene que lidiar con la idea de que alguien podrá ver su última película en un teléfono.
- Fotos: Gentileza Netflix
Más leídas de Espectáculos
Muy argento. Fue a Los 8 escalones y descolocó a todos al contar cómo se llama el negocio que puso su hijo en España
“La reina”. Anto Roccuzzo debutó como actriz de la mano de una exclusiva marca y revolucionó las redes
El caso Asunta. La impactante miniserie de Netflix basada en un crimen que conmocionó a todo un país