El séptimo álbum de estudio de Mark Knopfler como solista profundiza en la vertiente que ha venido desarrollando en sus últimos trabajos, lo que significa que probablemente ya no haya retorno para los nostálgicos de Dire Straits. Si bien hay similitudes con su antigua banda, su trabajo en solitario es básicamente más calmo, con una orientación hacia el folk que ocasionalmente adquiere colores celtas ("Border Reiver", "Before Gas and TV" y "Piper to the End" son buenos ejemplos). Como compositor, Mark construye historias y retratos de personajes, a la manera de cuentos cortos, que generalmente evocan con tono nostálgico viñetas de la vida en Gran Bretaña, en un nebuloso pasado situado en las épocas de su infancia y juventud. Sus canciones, apoyadas en su discreto pero exquisito trabajo de guitarra acústica o eléctrica, pueden confundirse con temas tradicionales, como si hubieran estado en el aire desde siempre. Hay un par con tinte blusero, como "You Can’t Beat the House" y el dylaniano "Cleaning My Gun", que son lo más cercano al rock que tiene Get Lucky, un álbum que –a diferencia de los anteriores– no contiene singles obvios, sólo canciones modestamente brillantes.