Morgado y Guinzburg, de estreno
Las notas pueden no llegar a notarse, pero ningún observador dejará de percibir que sobre el escenario estarán los músicos de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Claudio Morgado, un director inusual; Jorge Guinzburg, un maestro de ceremonias y componedor de situaciones conflictivas; actores e integrantes del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, y una pantalla gigante. Y, del otro lado, desde mañana y a razón de una vez por mes, cubriendo cada centímetro cuadrado del teatro, una legión de padres, tíos, abuelos, padrinos y hermanos mayores que llevarán a sus hijos, sobrinos, nietos, ahijados y hermanos menores para que vean un espectáculo de música clásica, escasos si los hay.
Si ser entrevistado por Morgado o por Guinzburg puede presumir ciertos riesgos, en sentido inverso la tarea es sumamente grata. Más aún, puede ser sencillísima, sobre todo si Guinzburg, de puro curioso, espontáneamente asume la faena. "¿Quién comenzó antes a estudiar música, vos o tu hermano (Esteban)?" "Los dos juntos. El es un año mayor que yo: teníamos 4 y 5. Tal vez hacíamos mucho lío en casa y mi mamá nos mandó a estudiar música." "¿Tus viejos tenían algo que ver con la música?" "No como ejecutantes. Mi papá es profesor de Filosofía en la UBA y le encantaba la música. Todo el día había música en casa, desde folklore hasta clásica". "¿Y qué instrumentos estudiaban?" "Mi hermano, la guitarra y yo, el piano."
En este punto del diálogo entre Guinzburg y Morgado el cronista decide salir del ocio y de la contemplación e indaga a Morgado sobre otras formaciones musicales, habida cuenta de que, en "Las notas no se notan" habrá de subirse al podio para dirigir a la Filarmónica. "Estudié dirección orquestal, pero como complemento de la composición. Estuve largo tiempo con Manolo Juárez, con Gerardo Gandini y con Gabriel Senanes. Escribí muchas obras para teatro y para danza, por ejemplo, para el ballet del Teatro San Martín, para Ana Itelman. Incluso dirigí pequeñas agrupaciones, pero nunca una gran orquesta. Esta será la primera vez. No soy un director profesional ni creo que ésta vaya a ser mi carrera. Además, con los músicos de la Filarmónica, el trabajo es posible porque son profesionales admirables, muy compenetrados con este proyecto y que me ayudan enormemente en la tarea. Más por ellos que por mí, estoy convencido de que vamos a poder llegar a un muy buen resultado."
Humor y juegos
Sobre las características del espectáculo, Guinzburg dice: "No es una comedia ni una obra de teatro infantil con música. Es un concierto con algo de juego teatral, cuyo objetivo es tratar de acercar a los chicos a la música clásica. Que haya humor y juegos nos parece necesario para que los chicos puedan incorporar esta música". Ante la pregunta de para chicos de qué edad está concebido el concierto, dice "de escuela primaria. Aunque, seguramente, los habrá mayores y menores y estaremos más cerca del murmullo permanente que es habitual en las obras de teatro infantiles y bastante lejos del silencio que debe rodear a un concierto sinfónico".
Guinzburg cuenta el argumento de "Las notas no se notan": "En un momento del concierto, las figuras, la redonda, la corchea, se rebelan porque sienten que no son protagonistas. Quieren salir de la partitura y tener más participación. Se enojan con la orquesta y con el director y yo trato de moderar entre ellas y los músicos. A lo largo del concierto, las razones para la revuelta son diferentes. Ellas quieren, por ejemplo, participar en la música de moda y trabajar en televisión. Se van del pentagrama y yo las busco por distintos lugares del teatro. Bajo del escenario, converso con los chicos y la acción se observa en una pantalla gigante. Por último, las convenzo y, mancomunadamente, llegamos a un buen final. Además, todo el tiempo, le cuento a Claudio que mi sueño es dirigir una orquesta. El no me deja. Pero cuando soluciono los problemas, me retribuye los favores, me permite tomar la batuta y me da consejos". Y, sonriendo, agrega: "Los resultados de mi conducción orquestal podrán ser observados por todos..."
Morgado comenta los aspectos musicales: "Habrá unos 40 minutos de música sinfónica con obras y fragmentos muy accesibles y de longitud apropiada para los chicos como, por ejemplo, una danza eslava de Dvorak; la Danza húngara N°5, de Brahms; pasajes de "Peer Gynt", de Grieg; de "Cuadros de una exposición", de Mussorgsky; del "Cascanueces", de Tchaikovsky, y de Mozart, de Johann Strauss y de Beethoven. Aunque hayan sido escritas con otro tipo de códigos y de sentido de la comunicación, creo que serán perfectamente comprensibles y disfrutables por los chicos". Y añade: "Espero que los chicos se sorprendan con el ámbito del teatro y que sientan que con este tipo de música, que no es el que habitualmente escuchan, también la pueden pasar bien. Si podemos ofrecerles una alternativa diferente y de calidad a la saturación de música muy mala que hay para ellos, creo que el objetivo estará cumplido".
Para agendar
El espectáculo, que se estrenará mañana, a las 11, tiene libreto del mismo Guinzburg y de Miguel Gruskoin. La dirección escénica es de Matías Cambiasso, la producción técnica está a cargo de Jorge Pelosi y la producción general, que incluye la selección musical, es de Andrea Merenzon. Están previstas funciones, además, para los domingos 30 de mayo, 6 de junio, 25 de julio y el 8 de agosto, el Día del Niño. Ante la escasez de ofertas musicales similares y la casi segura demanda que "Las notas no se notan" generará, es de esperar que, en el Colón, se haya previsto la posibilidad de nuevas fechas como para que las funciones, eventualmente, puedan extenderse.
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