
Birgit Nilsson, una gloria del canto
La soprano sueca se caracterizó por sus brillantes interpretaciones wagnerianas
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La desaparición de la soprano sueca Birgit Nilsson, acaecida hace pocos días en Estocolmo, a la edad de 87 años, priva a la lírica mundial de una de las personalidades más conspicuas del siglo XX, cuyo recuerdo perdurará entre los amantes de la más pura excelencia artística. Sus exequias, realizadas en la intimidad de familiares y amigos cercanos en el cementerio de Vaestra Karup, al sur de Suecia, fue la expresión del respetuoso silencio y recogimiento que rodeó las circunstancias de su muerte, el lunes último, comunicada a la opinión pública dos días después.
Considerada una de las mejores intérpretes de Wagner y Richard Strauss, Nilsson brilló con luz única durante cuatro décadas -de 1946 a 1984- desarrollando una carrera operística en permanente ascenso que no conoció declinaciones ni se redujo a la especialización que no pocas veces acompaña a los "monstruos sagrados" de la escena lírica.
Sus dotes vocales e interpretativas se mantuvieron indemnes, durante ese lapso, con una afinación perfecta que no se desdibujaba cuando su volumen, unido a su fuerte personalidad, se sobreponía sin esfuerzo a las culminaciones sonoras conjuntas de coro y orquesta, como el final del segundo acto de "Turandot". Su nombre brilló en temporadas memorables de la Scala de Milán, el Covent Garden de Londres o el Metropolitan de Nueva York.
Batutas eminentes como las de Herbert von Karajan y George Solti la contaron entre sus intérpretes preferidas, particularmente en el período de la segunda posguerra europea, cuando Birgit Nilsson se destacó en dramas líricos como "Tristán e Isolda", "Lohengrin", o en la tetralogía "El anillo del Nibelungo", o con interpretaciones protagónicas en "Elektra" y "Salomé", de Strauss. Nilsson estuvo en Buenos Aires siete veces, el público la amó desde su primera visita en 1955, con "Tristán e Isolda", y guardó siempre de ella un recuerdo imborrable. En 1979, la Fundación Teatro Colón, que presidía por entonces Jutta Ohlsson, la recibió como una de las "más grandes cantantes del siglo"; interpretó entonces "La mujer sin sombra", de Strauss, y en 1982, invitada por la Asociación Wagneriana de Buenos Aires, cantó memorablemente "La inmolación de Brunilda" y "Muerte de Isolda" en el Colón. Dentro del repertorio italiano Nilsson sobresalió en "Aida", "Tosca", la mencionada "Turandot", y con Lady Macbeth y Amelia, de "Un ballo in maschera".
Birgit Nilsson supo comunicar a los personajes dominantes, como Brunilda o Isolda, una femineidad que no era frecuente en otras destacadas intérpretes de las generaciones anteriores. Su última presentación en público fue en 1984.



