
Charlie Christian, una estrella fugaz
El músico de jazz impuso la guitarra eléctrica como instrumento solista
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De todas las historias que tiene el jazz en sus más de cien años de vida, la de la carrera de Charlie Christian es la más breve. En sólo cinco años impuso la guitarra eléctrica como instrumento solista por medio de sus renovados conceptos de acompañamiento e improvisación. Christian falleció de tuberculosis el 2 de marzo de 1942, sesenta años atrás; tenía 26 años y hacía solamente tres que había llegado a Nueva York.
Había nacido en Dallas, Texas, el 29 de julio de 1916. A los cinco años se muda hacia el sudoeste norteamericano, donde recibe las influencias de los fuertes intérpretes de blues y de las orquestas célebres, como los Blue Devils, del contrabajista Walter Page. Grupos que llegan de Kansas City y que tienen en sus formaciones a saxofonistas como Ben Webster, Herschel Evans y el mismísimo Lester Young, que en 1932 pasa por Oklahoma y revoluciona a toda la comunidad negra. Charlie Christian, con 15 años, se hace amigo de Lester y tocan juntos en más de una jam session.
En su estilo se hace evidente la influencia de los saxofonistas en general y de Young en particular. Sólo escuchar alcanza para reconocer la transposición del fraseo de un saxofón, pero pensado en función de la guitarra.
Un año después tiene un encuentro que le cambiará la vida. Se reúne con Eddy Durham, arreglador de la orquesta de Jimmy Lunceford y primer músico que utiliza una guitarra amplificada. Luego de superar los inconvenientes que supone lanzarse a un instrumento eléctrico, desarrolla un estilo que parece reinventar el papel de la guitarra.
Su vida sufre los trastornos provocados por la tuberculosis, que al parecer contrajo en su temprana adolescencia, en el pobre vecindario en el que pasó sus primeros años, rodeado de miseria y delincuencia.
Joven prodigio
En 1939, la genial pianista Mary Lou Williams, tras escucharlo, le recomienda al productor John Hammond que escuche a este joven prodigio. El manager viajó a Oklahoma para verlo en el Ritz Café, donde Charlie tocaba por 7,5 dólares la noche. Dicen que posteriormente le comentó a Benny Goodman, con quien trabajaba: "Escuché a un músico increíble, tienes que contratarlo. Es esencial que lo fiches en tu grupo", y llegó una típica respuesta de Benny: "No alcanza el presupuesto". Pero Hammond ideó la forma para que Christian asistiese al menos a una prueba en el programa radial "Camel Caravan", donde estaba contemplado un cachet para artistas invitados.
Recién llegado a Los Angeles, Charlie Christian apareció por los estudios con un descomunal sombrero texano, puntiagudos zapatos amarillos, traje verde metálico, camisa violeta y, como último toque de elegancia, una corbata vaquera de cordón lazado en pajarita... En fin, Benny no podía creer lo que veía y por cierto lo ignoró.
Esa noche, la banda de Goodman debutaba en el restaurante Victor Hugo, en Beverly Hills; Lionel Hampton y Hammond se pusieron de acuerdo para hacerlo subir al escenario. Goodman quedó estupefacto al ver al visitante listo para actuar. Lo buscó al productor en la sala, le lanzó uno de sus famosos rayos con la mirada y optó por un tema prácticamente desconocido, "Rose room", en busca de venganza. Christian tenía oídos como antenas y una memoria musical sobrehumana: con sólo escuchar la secuencia de acordes y la melodía se puso a improvisar. Hizo una vuelta de veinticinco chorus, cada uno más genial y lleno de ideas que el otro. Luego sostuvo con ingeniosos riffs, motivos rítmicos novedosos y audaces armonías los solos de los restantes músicos. El tema duró 48 minutos y el público irrumpió en una ovación como jamás Benny Goodman había disfrutado. Charlie Christian fue contratado y viajaron a Nueva York.
Participó activamente en el grupo del Minton´s con Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Kenny Clarke y Nick Fenton, de donde surgió a comienzos de los cuarenta el bebop.
El estilo de Christian influyó sobre toda la aristocracia guitarrística del jazz, al punto de ser tomado como el padre de la guitarra moderna. Su forma de interpretar poseía ciertos puntos destacables.
Tenía una técnica y digitación envidiables. Su contundencia, sin estridencias, en el ataque y la articulación del discurso. Otro dato era su predilección por construir sus improvisaciones con frases asimétricas; por ejemplo, donde otros improvisan por bloques de dos o cuatro compases, Christian alternaba una frase de tres compases y medio, otra de dos y otra de cinco.
En cuanto al acompañamiento, usaba acordes de paso, disminuidos o aumentados, que enriquecían el soporte armónico de las melodías junto a un sentido perfecto del tempo y de la acentuación rítmica.
Gustaba de la noche y eso agravó sus problemas de salud. Tras una prolongada internación en el sanatorio Seaview, debe aceptar un forzoso reposo que su cariño por la diversión le impide guardar; poco después contrae en una de sus salidas neumonía que agrava su tuberculosis, la que terminó con su salud.
La frase del gran contrabajista Oscar Pettiford resume a este genial músico: "Jamás escuché a alguien tocar con tanto amor. Era sencillamente eso: puro amor por el jazz y la música".
Discos recomendados
"The genious of the electric guitar" CBS (1939-41)
"Live sessions at Minton´s" Jazz Anthology (1941)




