La luz de sala se apaga y los músicos se sientan frente a sus atriles. El piano establece el La 440 y los violines hacen una última afinación. Detrás de los instrumentos de cuerda, un coro de veinte personas espera la señal. Segundos después, el director levanta la batuta y comienza una melodía rítmica, disonante, que podría ser de algún compositor dodecafonista, o del mismísimo Stravinsky, pero no. Es "Masacre en el Puticlub", el primer corte del legendario Un baión para el ojo idiota, en el arreglo de Mario Esteban. Así comienza Un concierto Redondo, homenaje sinfónico aPatricio Rey y sus Redonditos de Ricota .
Mario Esteban era uno de tantos músicos que había crecido en los 90 escuchando las canciones de los Redondos. Cuando se enteró de la separación de la banda, no se le ocurrió otra cosa que agarrar el cancionero Para Tocar -la revista que venía con cifrados de guitarra- y sentarse en el piano a sacar los temas. Un homenaje privado, totalmente personal y espontáneo, sin otra intención que la de volver a conectar, en la intimidad de su casa, con aquello que para más de una generación había sido la banda sonora de las primeras aventuras urbanas, los himnos de una guerra que nadie tenía pensado dejar de escuchar.
Esteban no puede reconocer si fue por culpa de la nostalgia, pero en lugar de agarrar la guitarra, eligió el piano. "Armonizaba con la mano izquierda los acordes y tocaba la línea melódica del Indio, yo no cantaba. Me empezó a parecer raro. Me puse a estilizar un poco. Le metía maneras de tocar académicas, arpegios, o invertía y tocaba la melodía con la mano izquierda y acompañaba con la derecha. Quedaba muy exótico, muy copado. Me pasé todo un domingo haciendo eso y terminé la tarde con ocho temas versionados". Ese domingo nacía, sin que su creador lo supiera aún, el Concierto Redondo, un proyecto que hoy ya tiene casi diez años y en abril comenzó una nueva gira por teatros de todo el país -el viernes 24 y sábado 25 de mayo tocan en el Teatro ND en Buenos Aires-.
Músico de toda la vida, Mario Esteban se crió escuchando música clásica, tango y folklore en su casa. A los diez años ya integraba un coro de niños en Mendoza y en cuanto pudo ingresó al Conservatorio Nacional. Hoy es maestro de música, compositor y arreglador. "Lo popular siempre me gustó", reconoce. "Y sobre todo siempre me gustó la mezcla. Tengo muchos discos que son de versiones de un compositor al modo de otro. Hay cosas que limitan con lo grasa. Bossa'n Stones y esas pésimas adaptaciones de rock para bebés. Eso no. Pero sí, siempre me gustó escuchar lo clásico o lo muy popular y ancestral, versionado".
Pasaron años desde que grabó esas primeras versiones en piano hasta que la idea se convirtió en espectáculo. "No fue una ocurrencia mía. Tiempo después de haber grabado los ocho temas, en una reunión de amigos o con mis hermanos, alguien me dijo ‘¿por qué no lo subís a Taringa?’". Y esa fue la clave. El foro argentino de ramos generales era un pionero de la web 2.0, allí toda clase de curiosidades y rarezas eran compartidas y catapultadas a una fama instantánea, verdadero precursor de Facebook y la viralidad. Cuando subió los temas a la página, el post se convirtió en un éxito rotundo. Durante meses estuvo entre los primeros lugares, sin moverse.
En 2009 apareció Mariano Darritchon, Director de Programación del Teatro Auditorium de Mar del Plata. "Me llamó y me dijo esto lo tenés que poner en escena, yo te voy a dar una mano, venite con tu pianista. Y yo me daba cuenta de que era impracticable porque eran solo veinte minutos. No es un show. Y me dijo ´No, vos dale para adelante, arreglá más temas que yo te espero. Lo estrenamos el año que viene´. Y ese fue el puntapié. Me senté y escribí arreglos nuevos, ahora sí en partitura. Empecé a intervenir más porque me di cuenta de que el piano estaba bueno, era muy seductor y todo, pero para mí era un poco aburrido un espectáculo todo de piano. Lo llamé al productor y le expliqué la situación. Entonces me dijo que tenía una orquesta de cuerdas y un coro muy importante de la universidad. Yo le dije que si me habilitaba esos recursos entonces sí podía cobrar otro vuelo. Con orquesta de cuerdas, coro y piano se multiplicó todo".
El Concierto Redondo se estrenó por primera vez en septiembre de 2011, en el Auditorium de Mar del Plata, con Damián Tepman al piano, el Quinteto de Cuerdas de la Costa y el Coro de la Universidad Nacional de Mar del Plata. "Fuimos con mucho miedo. Los Redondos son una especie de monumento. Si vos te metés con eso, ellos probablemente no tengan problema, pero la gente... Pero no: gustó. La gente estaba más que conforme".
Con los años el concierto ha evolucionado. Ahora lo maneja la productora Rock and Music y forma con el mismo pianista de siempre, el octeto vocal Oigo voces, quinteto de cuerdas y el coro juvenil Il Coretto, que entra para los estribillos más potentes. En su versión actual, el show abre con "Masacre en el puticlub", con cuerdas, piano y coro, alcanza su clímax, naturalmente con "Jijijí", y cierra con "Caña seca y un membrillo".
El público del Concierto Redondo resulta de lo más heterogéneo que se pueda imaginar. Fanáticos ricoteros de remera negra con dibujos de Rocambole, jóvenes parejas, familias con niños y viejos melómanos de otros palos, que se acercan por pura curiosidad y al principio fue inevitable que el público se pusiera a cantar. "Los primeros temas cantaban fuerte", recuerda Esteban, "y después al toque se daban cuenta de que necesitaban una especie de velocidad crucero, como para poder escuchar algo y disfrutar; tenían que bajar un poco la energía".
Jonathan Rovner
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