
Cuerdas tocadas con delicadeza francesa
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Concierto del Sexteto de Cuerdas (Région Nord - Pas de Calais) integrado por Michel Gershwin y Mar-André Conry (violines), Franois Dupont y Veronique Vichery (violas) y Fréderic Defossez y Alexei Milovanov (violonchelos). Programa: Obertura de "Capriccio", de Richard Strauss y Sexteto Op. 48, en La Mayor, de Antoni Dvorak..Ciclo "Conciertos del Mediodía", organizados por el Mozarteum Argentino con el auspicio de Repsol YPF, Librerías Yenny y El Ateneo y diario La Nación . Teatro Gran Rex.
Nuestra opinión: muy bueno.
El atractivo ciclo "Conciertos del mediodía" que se lleva a cabo en la sala del teatro Gran Rex, organizado por el Mozarteum Argentino, reiteró la aceptación que provoca en una enorme cantidad de público ávido por gozar una hora de buena música y de poder evadirse del pulso alocado de la ciudad.
El encuentro permitió apreciar las dotes técnicas e interpretativas de un nuevo conjunto de cámara proveniente del Norte de Francia, patrocinado en aquel país por los Consejos Regionales y Delegaciones del Departamento de Cultura, integrado por dos instrumentistas de origen ruso y cuatro franceses, que comenzó su actividad profesional en 1995, dedicado preferentemente el repertorio para sexteto y quinteto de cuerdas.
El placer auditivo comenzó con la obra de Richard Strauss, una curiosidad proveniente del sexteto para cuerdas que el compositor utilizó como obertura de su ópera "Capriccio", más bien una conversación en música, cuya primera representación se llevó a cabo en la Opera de Munich en plena guerra mundial y pocos días antes del bombardeo que destruyó la sala.
Fue la última creación para el género de Strauss escrita a los setenta y siete años, joya de ópera de cámara con una apasionante acción dramática donde los personajes discuten sobre el viejo tema de la supremacía de la palabra o de la música en la ópera.
¿Priman las palabras o prima la música? La disputa viene de lejos, incluyendo a Gluck y a Piccini, y es ésa la razón por la que la protagonista, la Condesa Madelaine, no acierta a escoger entre sus pretendientes, Oliver, el poeta, o Flamand, el músico, tema que finalmente no tiene respuesta, salvo que el melómano quiera interpretar por el acorde final de la partitura un mensaje del autor, otorgándole el triunfo a la armonía.
Sólida formación
La versión fue delicada, íntima y respetuosa del discurso straussiano, destacándose las virtudes del grupo, con el primer violín Michel Gershwin, dotado del sonido ideal para esa función y colegas, a cual de ellos más sólido en su formación académica, como para conformar un ensamble de incuestionable calidad.
El hermoso andante de la obertura de "Capriccio", que junto al soneto sobre un poema de Ronsard, la fuga de la discusión, el octeto de las risas o los concertantes prodigiosos de agilidad, son los puntos más atractivos de la partitura de la ópera completa, fue expresada con contenida emoción sin caer en un romanticismo exagerado.
Por el contrario los músicos se limitaron a ser fieles al espíritu que anida en una escritura polifónica de notable transparencia, pero que muestra con claridad la maestría del músico cuando en medio del caos generalizado, la guerra por un lado y el abuso de la atonalidad que globalizó y anuló fronteras, muestra la resurrección del romanticismo alemán, latente en toda su creación.
Obra poco difundida
Luego el conjunto de Francia ofreció una excelente versión del sexteto de Dvorak, escrito en 1878 indudablemente inspirado por las dos obras similares de Brahms, que había conocido en ese tiempo, es un testimonio de originalidad, frescura e inspiración del autor checo.
La enorme riqueza de la escritura del primer movimiento, cuya conclusión es una stretta de bien lograda grandeza, parece ser un pasaje sinfónico y el allegretto que sigue, está basado en una dumka , especie de danza poética y lenta pero que hacia el final se torna de impulso vivo y contagioso. La pulcritud de la ejecución y la perfecta cohesión sonora enaltecieron la audición, cuya culminación llegó con la danza brava y eslava del presto.
Las variaciones, con el tema principal de carácter melancólico presentado por la viola (fue cautivante el sonido de Franois Dupont) y las seis variantes, forma musical que una vez más sirve para rendir homenaje a Brahms, pero ¡que conmovedora sorpresa! también a Beethoven! con la robustez de los últimos instantes plenos de energía y de expresión triunfal.
El aplauso logró un agregado ya algo reiterativo, el popular "Adiós Nonino", de Piazzolla, pero aquí en una estupenda trascripción cuya riqueza de construcción y de ideas musicales elevó la obra a un plano de auténtica jerarquía musical e hizo meditar sobre la importancia de la especialidad.
Al concluir y cuando no habí a tiempo para más, la ovación fue clamorosa y prolongada.
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