De Mambrú a Jesucristo Superstar
"¡Traigan al argentino!", gritó el director de Jesucristo Superstar de Madrid, después de ver el video en el que Gerónimo Rauch se luce, con potente vozarrón, en su rol de Jesús sobre las tablas del Auditorium de San Isidro. La versión española se había quedado sin cara ni voz cuando el protagonista, Miquel Fernández, optó por la irresistible oportunidad de actuar y dirigir la obra de Mecano Hoy no me puedo levantar . A partir de ese grito, la vida de este ex Mambrú cambió para siempre.
Rauch, que incursionó en el canto casi obligado por sus hermanas, causó desde el primer ensayo una fuerte impresión. Risas y más risas se oían mientras el porteño, recién llegado, entonaba la partitura ante el elenco de la compañía. "Me sentí muy mal; no entendía de qué se reían". Pero, cuando se enteró, se recuperó de golpe. "El que hace de Judas me contó que se dieron cuenta de que el anterior Jesús nunca había cantado la partitura original; él era barítono y recurría mucho al falsete."
Aprobado en un ciento por ciento, el inglés -el director Steven Ryan-, le aclaró que tenía que hacerse cargo de toda la compañía. Rauch tocó el cielo con las manos. "El papel y la obra que estoy haciendo ahora es lo que siempre soñé; desde que era chiquito, esto estuvo entre mis objetivos", cuenta, todavía asombrado, en su breve paso por Buenos Aires. "Es un sueño cumplido", resume.
Para ponerse en la piel de Jesús, sólo contó con una semana de preparación. "Tenía mucho miedo; era asumir una responsabilidad muy grande. Después de todo, la obra se llama Jesucristo Superstar y yo hago ese papel", cuenta el cantante, que hasta los 17 años se imaginaba más en una cancha de rugby que embadurnado de maquillaje y disfrazado sobre un escenario. Pero el miedo se evaporó a fuerza de aplausos y elogios, que no tardaron en llegar. "El público mira el escenario y se mira entre sí, porque no puede creer lo que está escuchando. A la salida se preguntan quién es el nuevo Jesús", comenta Cecilia, su novia, que viajó hasta el Lope de Vega de Madrid para aplaudirlo. "Cuando canta «Getsemaní» sentís que se viene el teatro abajo", opina, mientras Rauch se ríe por la subjetividad de su pareja.
Su Jesús es diferente del anterior o del que podría haber intentado el actor suplente, que esperaba, quizás esperanzado, el momento de la partida del protagonista. "Creo que no lo eligieron por su falta de experiencia", arriesga Rauch, que comenzó su carrera teatral con Los miserables , en 2000, para seguir con Grease , hasta multiplicarse en todas las pantallas y sonar en todas las radios con Mambrú.
Proyectos
"Trato de interpretar a Jesús como yo lo imagino, desde mi verdad, con mucho respeto y sensibilidad. No lo hago a medias; me entrego a ver qué es lo que pasa", cuenta el protagonista, que todavía se siente un turista en Madrid. "Estoy viviendo algo increíble afuera, pero no lo puedo festejar con nadie. Es difícil", se lamenta, con la vista fija en Cecilia, sentada a un par de metros.
Rauch, que ahora seduce con su voz "de pecho" al público madrileño, también hizo delirar a miles de adolescentes con su postura de ídolo pop durante su paso por Mambrú, el grupo nacido del programa Popstars , en 2002. De aquellos brillos pasados recuerda: "Fue un golpe de efecto terrible; la exposición y la fama fue muy repentina. No me hallaba de galancito". Para quedar como el quinto Mambrú tuvo que rechazar un contrato para actuar en Los miserables de México. "Estoy orgulloso de mi decisión -aclara-. ¿Quién te quita lo bailado?" Otro de la banda que se acercó a la tablas es Germán Tripel, apodado "Tripa", que está ensayando para el estreno de Rent , el 26 de marzo.
El inquieto cantante ya proyecta su próximo desafío. Quiere lanzar un disco solista, en el cual promete mucho swing y hasta algo de rock. "Me gusta el estilo de Michael Bublé", dice, mientras se imagina como un elegante crooner , acodado en la barra, vestido con un traje de tres piezas. Porque, como él repite: "Soñar no cuesta nada".
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