El día de la independencia
En 2004 se confirmó que el panorama de la industria del rock nacional ha cambiado para siempre. Músicos y empresarios analizan la situación
En algún momento de los años 90, la escena rock del país se lo planteó casi como una cuestión de principios: ser o no independiente. Poco después, con los sueños de Primer Mundo deshechos y las multinacionales en pleno retroceso, la independencia para editar discos de rock en la Argentina se convirtió en una necesidad. Hasta que, a partir de diciembre de 2001, como en todos los ámbitos, hubo que barajar y dar de nuevo.
Con límites mucho menos estrictos que en otras épocas, ahora el abanico de posibilidades es mayor y el ser o no independiente, en muchos casos, ha pasado a constituir una cuestión secundaria. "El único problema es que la distribución en este país es un monopolio increíble", dispara Sergio Rotman, hombre experimentado en el tema, que ha pasado de contratos abultados con multinacionales en Los Fabulosos Cadillacs a la edición casera del último trabajo de Mimi Maura, el grupo que comparte con su mujer.
Antes de la tragedia del 30 de diciembre ocurrida en el concierto de Callejeros, que conmocionó a toda la escena rock, músicos de extensa trayectoria y empresarios analizaron el panorama actual de la industria y confirmaron que la independencia artística ya no se rige sólo por estar o no dentro del sistema.
De hecho, la situación discográfica en 2004 dividió a los grandes protagonistas en tres grupos. Por un lado, los tres artistas de mayor convocatoria del país, se la juegan solos: La Renga, Los Piojos y Los Redondos (ahora, el Indio Solari y Skay Beilinson, cada uno por su lado). En el segundo grupo se encuentra buena parte de la escena de rock activa que pasó por las multinacionales y hoy se reagrupa en sellos locales (Pop Art/ Tocka Discos agrupa a Babasónicos, Emmanuel Horvilleur, Turf, Los Violadores, Los Auténticos Decadentes y Kapanga, entre una lista de 50 artistas, mientras Ultrapop apoya a los músicos indie). Y, por último, la legión de solistas con trayectoria y muy ligados a los años 80 (cuando las multinacionales comenzaron a hacer pie en el rock de acá), que aún resisten en las compañías senior (Warner, Universal, Sony, BMG y EMI): Charly García, Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro, Gustavo Cerati, Pappo, Vicentico, Bahiano y León Gieco ("son los artistas que, vendan o no vendan muchos discos, le dan prestigio a la compañía").
¿Excepciones que confirmen la regla? Bersuit, una banda que está en el punto más alto de convocatoria y mantiene contrato discográfico con Universal. Fito Páez, el único del Panteón de los Solistas Argentinos que en 2003 se desvinculó de Warner y se lanzó solito a editar sus discos.
Los privilegios de pertenecer
¿Por qué pertenecer tiene sus privilegios? Luis Alberto Spinetta acaba de editar "Camalotus", un extended play de cuatro temas, "porque la compañía [Universal] me lo sugirió". Según explicó en un programa de radio, "estar en una compañía que se encargue de la parte comercial de un disco le permite al músico enfocarse sólo en su arte". Así, Spinetta adhirió a la postura que indica que la independencia artística se logra si el músico no tiene restricciones económicas. Es decir, que el artista se dedique a crear y que las corporaciones le paguen por ello. Nada del slogan punk "hacelo vos mismo".
La coherencia (y la persistencia) del discurso de Spinetta acerca de este tema lo llevó, en 1996, a enviar una carta pública a todos los medios, en forma de comunicado, acusando a las discográficas "de ofrecer sólo viles miñangas" (sic) para que vuelva a editar un disco tras varios años de silencio. El Flaco tenía listo un álbum doble con su entonces nueva banda, Los Socios del Desierto, pero nadie se interesaba en firmarle un contrato "decente" y les reclamó a las empresas "que sean un poco más sensibles con el arte y la creación, que emanan del alma, y no del comercio". ¿El resultado? Un año más tarde, Spinetta firmó un suculento contrato (se hablaba de 200 mil dólares) con Sony Music y editó el CD doble "Spinetta y los Socios del Desierto". Luego de dos discos en vivo, se cambió de multinacional y en 1999 firmó con Universal.
Marcos Ribot, precisamente de Universal Music, sostiene que "la compañía tiene una historia importante dentro del rock nacional y de un tiempo a esta parte se generó una especie de «círculo virtuoso», del palo del rock, que hizo que las bandas tuviesen más espacio".
Otro rockero que siempre defendió la postura de mantenerse bajo el ala de las compañías es el cantante de Babasónicos, Adrián Dárgelos: "No queremos trabajar de vendedores de discos, sino hacerlos. No me interesa la independencia si no me permite la independencia artística necesaria para poder dedicarme exclusivamente a la música". Entonces, ¿por qué tener un sello como Bultaco, propiedad babasónica, dedicado a editar a bandas amigas? "Nosotros no participamos en nada, ni siquiera obtenemos regalías de eso. El ciento por ciento se divide entre el grupo que graba y la parte administrativa del sello. Es como un plan subversivo, donde alentamos a otros a grabar discos, pero no depende siquiera de nuestro capital. Además, si llegara el momento en que tuviésemos más discos de los que puede editar una compañía coherente, ahí sí aparecerá otra vez Bultaco para salvarnos y editar nuestra música."
Mejor solo...
"Hay que invertir mucho esfuerzo y dejar de lado un montón de cosas. Para que una producción independiente funcione, uno debe dejar la vida. La gran diferencia está en que la producción independiente está al servicio de la música, mientras que en las corporaciones, la producción está al servicio de la guita." Así definieron y defendieron siempre los Redondos su viaje independiente. La banda emblema de la independencia de los años 90 reescribió para siempre, sin levantar bandera alguna, la historia de la relación discográfica-grupo de rock.
Copiando aquella fórmula (y en muchas ocasiones hasta aconsejados por los mismos Redondos), Los Piojos y La Renga lograron mantenerse al margen de las multinacionales y construir su propio imperio. Para muchos, no es casualidad que estos artistas sean hoy los más convocantes y vendedores del país.
Sin embargo, en la última entrevista al Indio Solari publicada por la revista Rolling Stone, el flamante solista ha ido aún más lejos en el desarrollo de la idea de la independencia y el negocio del rock: "Más allá de lo que se habló de la independencia de los Redondos, para mí la independencia de un artista consiste en: grabar cuando querés, como querés, donde querés y que los logos de los sponsors no sean más importantes que la estrella del escenario. Eso es lo que para mí vale. Después entran en juego las conveniencias económicas, y quizá, si te va bien, vas a ganar más dinero siendo independiente. Hace años que todas las corporaciones me ofrecen las mejores condiciones, porque hay un público cautivo, aparentemente... Las corporaciones quieren que estés para arrastrar su catálogo y todos esos mambos que tienen en la cabeza. Esas mecánicas son misteriosas, yo nunca creí en ello, pero por algo facturan millones".
El normal funcionamiento de este tipo de aventuras, sumado a la crisis económica sufrida por las multinacionales (no sólo por la debacle de 2001, sino también por la aparición y masificación de los mp3 y la piratería), dejó a uno de los solistas "fuertes" del rock de acá del otro lado del camino. En 2003, Fito Páez decidió no renovar contrato con Warner Music y editó por su cuenta "Naturaleza sangre". "Al ser su propia compañía, es más claro el control de todo, del arte, de la masterización. Aunque haya responsables de cada área, Fito dirige todo", sostuvo, al poco tiempo del lanzamiento de Circo Beat SRL, el director Fernando Marino.
Moviéndose de uno al otro lado del mostrador discográfico, Sergio Rotman sostiene la hipótesis de que "la independencia no existe. La misma fábrica que trabaja con las multinacionales, fabrica para todos por igual. Pero el tema es que hay un monopolio de distribución increíble en este país. Ese es el gran problema a solucionar".
Nuevas reglas de juego
A principio de 2001, con la crisis económica amenazando al país y el boom de los cantantes de reality show en su apogeo, las discográficas multinacionales se deshicieron de casi todos sus artistas locales de rock. El concepto "desarrollo de un artista" desapareció del manual básico de los directivos de las compañías.
Así fue como surgió Pop Art, la productora/discográfica que apostó fuerte en una fecha clave, diciembre de 2001, y estrechó relaciones con todos los músicos de rock del país, convirtiéndose en el sello con más bandas y solistas del género entre sus filas y apadrinando a la escena más allá de la edición discográfica. "Es una compañía que surgió en el peor momento de la Argentina, cuando las multinacionales estaban muy complicadas para producir discos -sostiene Alberto Moles, presidente de Pop Art/Tocka Discos-. Nos juntamos con bandas como Rata Blanca, Ratones Paranoicos, Babasónicos y Turf, grupos muy importantes para el rock argentino y que no tenían lugar en las compañías grandes."
La relación con el rock de acá de Pop Art se extendió y llegó hasta las mismas puertas de La Renga, justo cuando el trío de Mataderos se desvinculaba de una multinacional y se largaba con su propia estructura. "Los chicos de La Renga nos propusieron trabajar con ellos y a partir de ahí armamos una distribuidora, llamada Soy Rock, que hoy ayuda a varias bandas independientes a que sus discos estén en las grandes cadenas de disquerías." Lo que se dice un auténtico sistema mixto, por cierto beneficioso para los músicos, estén o no dentro de un sello.
"Esta especie de cultura del «hágalo usted mismo» hizo que las grandes compañías se sacudieran un poco el polvo, se pusieran a trabajar y a tratar de visualizar otras maneras para llegar al público -sostiene el platense Sergio Pángaro-. Hoy no hay grandes diferencias entre ser o no independiente. Nosotros mismos, con Baccarat, tenemos nuestros propios departamentos: creativos, de armonización, de arreglos de la música, de vestuario, de coreografía. Todo funciona. El grupo mismo es una especie de compañía y la única diferencia es qué hacer con los capitales. El hecho de que haya mucha ausencia de parte de la industria nos ha fortalecido. Como ahora estamos en condiciones de armar una pequeña empresa, nos da lo mismo ser o no independientes."
Seis de los diez discos más vendidos entre enero y noviembre de 2004 son de artistas nacionales y el primero en la lista según un informe de Capif es de rock: "La argentinidad al palo", de Bersuit, con 210 mil unidades vendidas.