El más popular de los directores y su orquesta

En el campo de la música, es impropio plantear interrogantes como quién es el mejor violinista o cuál la mejor soprano. Después de todo, afortunadamente, la música no es una ciencia exacta ni una competencia deportiva contrarreloj. Sin embargo, sí se pueden establecer primacías desde otro punto de vista. Por ejemplo, nadie puede contradecir que Luciano Pavarotti fue el tenor más popular de su tiempo. Y en la misma tónica, también podríamos afirmar, con poco margen para el error, que Zubin Mehta puede ser considerado el director de orquesta más popular, en el sentido de conocido para el gran público. Para que esto se haya podido consolidar, se dieron, por lo menos, tres razones. En primer término, está la carrera de Mehta que ya lleva varias décadas dirigiendo a las orquestas más prestigiosas de todo el mundo. En segundo lugar, hubo un componente agregado en el exotismo que implica el ser un músico nacido en la India, en realidad, el único de fama internacional. Pero para avanzar desde el terreno académico hasta el cotidiano, hubo una llave maestra: nadie puede olvidar ni soslayar la incidencia que tuvo en el establecimiento de esa enorme popularidad su aparición junto con Pavarotti, Domingo y Carreras en aquellos formidables megaconciertos que fueron televisados a todo el planeta.

Ahora, y ya no para refrendar su renombre por este territorio, sino para exhibir su infinita capacidad musical, vuelve, una vez más, con la Filarmónica de Israel, a la cual está ligado desde hace más de treinta años con un curioso lazo: Mehta no es sólo su director titular, sino que, además, su cargo es vitalicio, una modalidad que, al parecer, sólo se consigue en Israel, aunque no solamente por los logros musicales obtenidos -que también los puede acreditar y con holgura-, sino y, especialmente, por un inquebrantable compromiso personal.

Al igual que hace cuatro años, cuando llegaron por última vez, este tándem de orquesta y director va a ofrecer tres conciertos de carácter benéfico con el objetivo de aportar fondos para ayudar a los sectores más vulnerables de la sociedad. Los dos primeros (hoy y mañana, a las 20.30) tendrán lugar en el Gran Rex y la recaudación estará destinada a apoyar a tres reconocidas instituciones de bien público de la comunidad judía. El del domingo, a las 20, en el Luna Park, será a beneficio de COAS, que ayuda a los hospitales públicos de Buenos Aires.

Con ciento veintiún integrantes, la Filarmónica de Israel presentará tres programas diferentes en cada uno de los conciertos. En el primero, Mehta dirigirá Don Juan y Las travesuras de Till Eulenspiegel , dos poemas sinfónicos de Richard Strauss, y concluirá con la Séptima sinfonía , de Beethoven. Al día siguiente, en lo que, seguramente, será un acontecimiento, todo estará concentrado en una única obra, la Sinfonía Nº 9, de Mahler, la que, curiosamente, fue interpretada en el último tiempo por la Sinfónica Nacional y por la Filarmónica de Buenos Aires. Por último, en el Luna Park, se ofrecerá un programa mucho más ecléctico y apto para todo público. Sucesivamente, sonarán la obertura de la ópera La zapatera prodigiosa , de Castro; la Sinfonía pastoral , de Beethoven; la obertura de El murciélago , de Johann Strauss; el Concierto para trompeta y orquesta en Mi Bemol mayor , de Haydn, con Yigal Melzer como solista, y, por último, un final bien popular con Adiós Nonino , de Piazzolla, y el Vals del emperador , de Strauss.

La simple enumeración de las obras ya se revela como suficiente motivo para asistir a los conciertos. Sin embargo, no hay que olvidar que quien las interpretará será una de las orquestas más notables del mundo, con una historia de excelencias comprobadas, y que estará conducida por un director excepcional, pasional, minucioso y artístico. Y, además, muy admirado y definitivamente popular.

Por Pablo Kohan

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