
J. S. Bach fue el primer biografiado
Dos siglos han transcurrido desde que, en 1802, apareció la primera biografía de un músico. Antes de esta fecha, el escaso material existente en ese terreno tenía carácter de provisionalidad e inconclusión. Otra cosa son los tratados, del medievo en adelante, sobre temas técnicos de la música: la escritura polifónica, la notación, ritmos, prácticas instrumentales y vocales, formas de composición, etc. Pero no biografías, nada que permita llegar al alma misma de los creadores, a los datos situacionales que rodearon la concepción de cada obra, a sus sentimientos, deseos o frustraciones.
Un vacío, en verdad, en relación con el género literario autónomo que desde el siglo XVII recibe el nombre de biografía, pero que era cultivado desde la antigüedad y tuvo en las "Vidas paralelas" de Plutarco uno de sus primeros legítimos representantes. Aquella orientación, que respondía a propósitos edificantes y moralizadores, adquiere un nuevo sesgo en el Renacimiento italiano, al dedicarse al estudio de las personas ilustres en sí mismas, en su genuina individualidad. Con el romanticismo, el género se abre en dos senderos: o profundiza en la vida psíquica del biografiado, o bien, buscando la amenidad literaria, sacrifica sin rubores la verdad última del personaje.
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Pues bien, el punto de partida de las biografías musicales queda señalado hace exactamente dos siglos, 1802, cuando aparece en Leipzig la primera biografía de Johann Sebastian Bach (1685-1750) por Johann Nicolaus Forkel, que había nacido en 1749, un año antes de la muerte de su biografiado. Además de compositor y organista, Forkel, doctor en filosofía, suma en su haber numerosos trabajos de crítica e historia, además de aquel dedicado a Bach. ¿Con qué contaba Forkel, exactamente, para escribir la primera biografía seria de Bach? En 1784, Hiller daba una breve y condescendiente relación de sus composiciones, mientras los discípulos del maestro trataban de dar forma a un culto hacia el hombre tan amado y admirado y hacia su obra. Pero estaba también el relato de Rochlitz (1798), en el que comparaba a Bach, estética y moralmente, con Durero, Rubens, Newton y Miguel Angel.
La biografía de Forkel coincidía con el despertar del romanticismo y su culto al pasado, pero también con la realidad del nacionalismo alemán, del que Bach se convirtió en figura arquetípica. Porque el libro de Forkel ostentaba una dedicatoria sumamente reveladora: "Para los patriotas admiradores del auténtico arte musical". Y como si fuera preciso aclarar mejor el asunto, Forkel escribe más adelante: "Este gran hombre era un alemán. Siéntete orgullosa de él, patria alemana, pero sé también digna de él... Sus obras constituyen un inapreciable patrimonio nacional, frente al que ninguna otra nación tiene nada que se le pueda comparar".
Así se inicia una era en la literatura musical. De entonces a hoy han transcurrido dos siglos en los que el género se ha abierto a infinidad de propuestas: desde aquellas que sitúan al biografiado en su auténtico medio histórico, político y social hasta los que se hunden sin piedad, y aun sin pudor, en su personalidad; pero también aquellos que ofrecen estudios de excepcional profundidad, recurriendo a una metodología científica, en relación con los secretos técnicos de la poética de cada autor.





