A mediados de los 50 era una de las estrellas más grandes del mundo, hasta que quedó embarazada y su sello la despidió. Hoy sus fans la recuerdan como pionera, pero el Salón de la Fama la ignora.
Cuando el médico le confirmó que en unos siete meses nacería su hijo Kevin, Janis Martin se alegró mucho, incluso sabiendo que en un rincón de la buena noticia se agazapaba un escándalo. No estaba en los planes volver de la gira europea "con un pequeño paquete" pero el reencuentro con Tommy, el paracaidista militar apostado en Alemania con el que se había casado en secreto un año atrás, tuvo consecuencias más o menos esperables. "Alguien me sugirió que hiciera algo con ese problemita, pero le dije que de ninguna manera", contó Janis mucho después. A la discográfica RCA no le caía en gracia que su gran estrella, de repente se mostrara casada y embarazada a los 17 años. Así que tomó una determinación: le dejó grabar otro single ("Cracker Jack", 1958) y después, sin mucha vuelta, la echó.
"Salí a la calle, parate en un lugar céntrico y preguntale a cien transeúntes si la conocen: yo te aseguro que ni uno va a saber quién es", dice Pedro De Luca, "Chiche" para los adictos al rock n’ roll de los 50 y 60 que peregrinan por su disquería Rockabilly (Sarmiento 1249) con la asiduidad que la crisis le permita a cada uno. No hace falta el experimento callejero: a Janis Martin no la conoce casi nadie en la Argentina, y no muchos más en el mundo anglosajón. Al borde del anonimato, la cantante fallecida en 2007 perdura en la memoria de los especialistas, del "culto". Muy poco para una artista que en su momento de gloria era conocida como "la Elvis mujer"
Carol Kusz, chica pin-up, bailarina de rock n’ roll y fundadora del certamen Miss Rockabella Argentina, vaya si la conoce. "Es mi cantante favorita de la época", dice, y justifica: "No encontré en ninguna otra intérprete la espontaneidad, potencia y variedad que escucho en cada tema de ella, y esto al momento de bailar lo es todo". Las mismas virtudes le vio Steve Sholes, productor de la RCA que escuchó en 1956 el demo de "Will You Willyum" y la contrató para que en marzo de ese mismo año grabara y editara esa canción por el sello que ya tenía fichado a Presley. El lado B, "Drugstore Rock N’ Roll", era una composición propia de Janis. De esa placa se vendieron 750 mil copias. Billboard la eligió como la vocalista más promisoria del año. Apenas había cumplido los 15.
La música la atravesaba desde muy chica: a los seis ya tocaba y cantaba con la cadencia del hillbilly (el género que le correspondía, siendo blanca, rubia y sureña) y la actitud que había incorporado espiando en la iglesia negra que tenía frente a su casa. La última puntada fue escuchar en la radio "Mama He Treats Your Daughter Mean" de Ruth Brown: "Ésta es la música que quiero hacer", dijo al oír esta canción en la que una mujer le cuenta a su madre que su pareja la maltrata.
Janis era la "Elvis mujer" por ser la contraparte femenina del Rey en RCA, pero también porque era osada. Sus caderas también se movían, en tiempos en los que -más que nunca- las chicas tenían la obligación de ser atractivas pero no tenían permitido perder el recato. "Ese mote era un obstáculo", dijo. "El público esperaba muchos meneos, como los de él, y me cansé de que me llamaran vulgar. Me puso mucha presión". Para su podcast Mostras del Rock, en el que repasa el rol de la mujer en la música a lo largo de la historia, Barbi Recanati estudió a las pioneras -Janis incluida- y comprobó cómo el doble estándar moral de aquella época sufrió cambios y adaptaciones con el tiempo pero nunca terminó de extinguirse: "Una mujer debe cumplir con una cantidad de expectativas físicas acordes a la moda de cosificación del momento. Las cantantes de rock n’ roll en general debían tener sus rulos y vestimenta al día y cuerpo moldeado como una pin-up, mientras que los hombres debían transpirar y hacer su rock. El sex appeal de Elvis fue un extra que lo hizo único: en las mujeres eran necesidades básicas. Sugerente, pero no atrevida; perfecta, pero no inalcanzable".
Después de su gran año debut, Janis grabó varios singles más para RCA, entre ellos "My Boy Elvis", un cover de "Ooby Dooby" de Roy Orbison, "Love Me to Pieces" y uno llamado "Let’s Elope Baby" ("Escapémonos, nene"), el cual registró inmediatamente después de... escaparse con su novio y casarse sin que sus padres lo supieran. Poco y nada de esto llegó a la Argentina. El sello VIK editó un EP del que casi no hay registro a fines de los 50, con un tema atribuido a "Janis y sus Muchachos". Disc Jockey lanzó en el 61 un split con un tema de un cantante desconocido llamado Eric Richard en el lado A y "Teen Street" de Martin en el B. La misma compañía puso en las bateas ese mismo año el compilado Cuando calienta el sol, con canciones de Rosamel Araya, Horacio Malvicino y otros artistas, que traía "Hard Times Ahead" ("Malos tiempos se avecinan") de Janis. Eso fue todo lo que se editó de su obra en nuestro país.
Y entonces llegó su "imperdonable" embarazo. "Estaba de ocho meses cuando hice mi última sesión para la RCA en Nueva York. Steve Sholes estaba en el control llorando desconsoladamente. Le decía a mi mamá ‘ella pudo ser tan grande como Elvis, o más grande". La grabadora le dio prioridad al marketing: no podía vender una estrella teen esposa y madre. "En esa época dejar de tocar uno o dos años implicaba el final de tu carrera", dice Recanati. "El 99 por ciento de los hombres en la música ni saben cuántos hijos tienen, pero para una mujer es distinto porque la sociedad utilizaba la maternidad como una herramienta para esclavizarla, negándole cualquier tipo de ayuda para poder igualar condiciones. Algunas discográficas pagaban y obligaban por contrato abortos: hay casos famosísimos".
En el 60 la contrató Palette, un sello belga con el que llegó a editar dos singles más. Ya divorciada de Tommy, se casó por segunda vez y su marido le exigió que dejara la música y ella acató: se mudó a su ciudad natal, consiguió trabajo en la oficina del sheriff y se olvidó de cantar.
A principios de los 80 pasó algo que nadie vio venir: en pleno auge del pop de sintetizadores, el rock vieja escuela se puso de moda. "Los Stray Cats hicieron que volviera el rockabilly con toda la polenta posible, y atrás de ellos aparecieron todos los baluartes de los años 50. Gente que tenía 60 o 70 años y empezó a tocar de nuevo", cuenta De Luca. Janis, que había empezado a volver tímidamente unos años atrás con shows para 100 personas (por pedido de su tercer esposo, que sabía cuánto extrañaba cantar), de repente se vio saliendo de gira por Europa y con su obra completa reeditada por el sello alemán Bear Family en dos LP bautizados -cómo no- The Female Elvis. Incluso regresó al estudio: en 1995 participó del disco Rockabilly Filly de la artista texana Rosie Flores, quien también le produjo su último álbum. "Hace un par de meses tuve en mis manos el long play The Blanco Sessions", dice De Luca, con visible entusiasmo por esa gema para coleccionistas que Janis grabó seis meses antes de morir de cáncer en 2007, pero que recién vio la luz en 2012.
"Nos toca hacernos cargo y revalorizar a quienes en su momento formaron parte del movimiento y aportaron creatividad, talento y magia", dice Carol Kusz. Sus fans, pocos pero intensos, la recuerdan con cariño, pero el gran público la ignora y la industria sigue sin pagar su deuda con ella. Wanda Jackson, la otra gran pionera del rockabilly, fue inducida en el Salón de la Fama del Rock N’ Roll en 2009. También todos sus compañeros de camada varones: Chuck Berry, Little Richard, Fats Domino, Buddy Holly, Carl Perkins, Jerry Lee Lewis y -desde ya- Elvis Presley. Janis, mientras tanto, sigue esperando.
Con la colaboración de Eduardo Pietruczyk y Cristian Altamirano.
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