En enero de este año, Joe Satriani estaba a dos grados de separación de Argentina y no lo sabía. "¿Cuál es la conexión de Carlos con la música de tu país?", pregunta. Carlos es Alomar, ex guitarrista de David Bowie, productor de Doble vida (1988) de Soda Stereo y compañero suyo en el campamento de guitarra G4 que tuvo lugar a principios de 2019.
Para que el link sea directo y en carne y hueso habrá que esperar un poco más. "Este año voy a grabar mucho y a salir de gira por Estados Unidos, pero tengo la esperanza de hacer otro tour mundial que nos lleve a la Argentina en 2020", promete. Mientras tanto toca con Experience, su grupo tributo a Jimi Hendrix, y se da el gusto de lanzar Best of the Early 80’s Demos, una recopilación de canciones inéditas de Squares, la banda new wave que tuvo a principios de los ochenta.
El disco de Squares no suena como algo que tus fans esperarían de vos.
Seguro. Va a ser bastante shockeante para los que no sepan que hice muchas otras cosas musicales en mi vida antes de mis discos solistas, je. Pero es algo que pasa con todos los artistas: siempre pasás por todo tipo de bandas antes de hacer lo tuyo, salvo que seas una estrella adolescente o algo así. Nosotros empezamos con esa banda en 1979 sin una idea muy definida de lo que queríamos lograr. Por unos tres años y medio intentamos crear nuestro propio género, en un punto. Y fracasamos, pero lo hicimos de una manera muy linda. Después de todos estos años me pareció que sería genial mostrar un documento del gran trabajo que hicimos. Sólo para que se conozca: no queremos revivir la banda ni pegar un disco de platino. Sólo estamos publicando un documento histórico que al final es un acto de amor. Espero que los fans a los que les gusta mucho la guitarra puedan escuchar y decir "ah, ahí es donde empezó todo", captar cosas que después se ven mejor en mi carrera.
Siendo fan del rock clásico riffero de bandas como Zeppelin o Sabbath, ¿cómo hacías para insertarte en un contexto post punk / new wave, que de alguna manera era una reacción a eso?
El tema es que nosotros éramos una combinación muy extraña. Jeff [Campitelli, baterista], que tenía 18, escuchaba música norteamericana. Andy [Milton], nuestro bajista y cantante, era fan del rock n’ roll viejo, Elvis Presley y cosas así. Y llegué yo, que amaba a Van Halen, Black Sabbath, los Stones, Jimi Hendrix y Led Zeppelin y siempre trataba de hacer las cosas más pesadas. Pero también me gustaban los Ramones, los Clash, The Police... bandas que fueran provocadoras, tuvieran actitud e hicieran cosas inusuales con la guitarra. Así que luchábamos para combinar nuestros estilos. Se nos ocurrió esta idea de que cantaríamos los tres juntos en armonía casi todo el tiempo, de que la guitarra sonaría muy pesada y el groove sería espeso. Las primeras grabaciones son las mejores: ahí podés escucharnos en sintonía con lo que queríamos lograr en cuanto a estilo. Mientras la banda crecía nos empezamos a desmoronar porque no nos podíamos poner de acuerdo en eso, pero este disco representa la era de oro de la banda, en la que teníamos un control firme de adónde queríamos ir estilísticamente.
¿Cómo juzga el Joe de 2019 al de 1979 con la guitarra? Si aquel fuera alumno tuyo hoy, ¿qué le dirías?
Ja, le diría que se relaje, que hay mucho tiempo para tocar todo lo que quiera tocar y que escriba más y más y más. Cuando empezás, tenés un par de canciones y creés que estás bien con eso, aunque todos te digan que tenés que seguir escribiendo. Recién cuando empecé a trabajar en mis discos solistas vi que tenía que componer canciones todo el tiempo, sin que importe el estilo. Seguí componiendo y eventualmente la canción se va a revelar. También le diría a mi yo joven que saque los discos cuando estén listos, que no espere a un sello grande. Pero el mundo era muy distinto en ese momento: sin celulares, MP3, Internet, nada. Grabar era caro, tenías que ir a un estudio. Ahora lo hacés en tu laptop. Pero igual creo que tendríamos que haber lanzado algo. Fue el error más grande que cometimos porque creamos una frustración que nos terminó separando.
Antes de Squares tocabas en bandas disco. ¿Qué aprendiste ahí que todavía aplicás a tu música?
Toqué en dos bandas funk-disco cuando era adolescente. Uno era un grupo de once personas, y aprender a tocar con toda esa gente fue muy importante. Yo era muy joven, tenía 16, y aprendí a escuchar el ritmo y a todos en la banda, no sólo a la batería. Y en la banda disco ya tenía 18, toqué ahí por un año. Esa era una banda mucho más chica: guitarra, bajo, batería y tres bronces, además del cantante. Ahí tenía que tocar todas las armonías. Así aprendí mucho de voces de coro, de cuándo tenés que tocar "grande" y cuándo tenés que ser económico en tus elecciones armónicas. Creo que la lección no musical más grande, que fue igual de importante, que el trabajo es difícil pero es bueno. Tenés que ser aplicado. Yo era un pibe de 18 años viajando con una banda, trabajando mucho todas las noches, ganándome la vida y esforzándome. Fue una lección importante.
Todos los que alguna vez agarramos una guitarra tenemos por lo menos una canción que nos complica la vida, una némesis. ¿Vos también?
¡Ja, tengo tantas! Tocar la guitarra siempre fue difícil para mí. Cuando veo a John Petrucci... él es un guitarrista increíble, lo veo tocar temas como "Damage Control" en vivo y no lo puedo creer. Después él dice "uh, me comí esta nota, qué difícil esto", pero yo pienso que es impresionante porque parece que tocara sin esforzarse. Lo mismo con Steve Vai: no puedo creer lo fácil que hace ver todo y lo técnico que es. Cada vez que salimos de gira con el G3 veo que no soy como esos guitarristas que tengo a mi lado: no puedo seguirles el tren, para mí la guitarra es una lucha. Por eso en tantas canciones siento que apenas si estoy llegando, je.
Eric Clapton una vez dijo que tuvo que encerrarse a ensayar una semana entera para tocar temas de Robert Johnson. ¡Y es Clapton!
Seguro. Y la audiencia no tiene idea de cuán difícil o fácil es para vos tocar eso. Creo que una de mis némesis es "Crushing Day" del disco Surfing With the Alien (1987): la toqué en vivo un par de años y después la abandoné porque había tantas cosas con las que no me sentía cómodo en ella. El tempo, el sonido de la guitarra, me costaba entrar en el solo... muy difícil.
Más leídas de Espectáculos
Con Léa Seydoux. Amor sin tiempo es una película arriesgada y distópica, inspirada en Henry James y la desconexión emocional de nuestros días
Potencia y precisión. Guerra civil: un inquietante escenario futurista que hoy está lejos de ser visto solo como ficción
De Timothée Chalamet a Theo James. Quiénes son los cinco actores que protagonizan las biopics musicales más esperadas