
Música, libertad y revolución
El 9 y el 14 de julio se me enciman y habría tanto para escribir sobre el papel dinámico e integrador que ha tenido la música en estas gestas turbulentas? Porque en uno y otro caso, con más de 20 años de distancia en el tiempo, con específicas situaciones históricas y todo un Atlántico de por medio, hay ideas y sentimientos comunes a todos los hombres, como los de libertad, igualdad y fraternidad.
El 9 de julio de 1816 se encuentra inmerso en el espíritu de Mayo. Y este aliento perdura hoy en los cantos surgidos bajo el soplo revolucionario de 1810. En la vida de los pueblos todo cambio extraordinario viene acompañado de una música y una poesía moldeadas por ese mismo resuello épico.
En nuestra historia, es el cielito la especie poética y musical que aflora en los primeros días de la revolución. Juan María Gutiérrez estaba convencido de que en ellos, así como en nuestros himnos, podían encontrarse las razones que tuvieron aquellos hombres para declararse independientes. Es que el cielo, escribía, se identifica con la suerte de nuestras ideas y de nuestras armas. Y recuerda aquel cielito de un gaucho de la Guardia del Monte: "El cielo de las victorias, vamos al cielo, paisanos, porque cantando el cielito somos más americanos?"
* * *
De regreso de Francia, mi amiga Solange S. acaba de traerme un regalo con destino a esta columna. Se trata de un CD titulado Chansons révolutions ou l´esprit de 1789 (ed. Petit Véhicule, Nantes) donde el cantante Serge Kerval rescata de la tradición popular las grandes canciones que dieron nacimiento al espíritu real del 89, que es el de los derechos del hombre, a las que añade otras posteriores, anónimas o de conocidos autores de la historia musical de Francia. Por cierto, aquí encontramos joyas inmortales del repertorio revolucionario como Au clair de la lune (anónimo, 1790), a la que el intérprete considera la más celebre de todas, aquella en la que los niños franceses descubren la patria y la música. Allí también La Carmagnole , que significó la voz de la calle, del faubourg (por entonces, el arrabal), de los cañones, de la guillotina? Y el himno nacional republicano, La Marseillaise de Rouget de Lisle y la indestructible Il pleut bergère de Fabre d´Eglantine, autor del calendario republicano, condenado a muerte por sus propios frères , es decir la otra cara de esa revolución sangrienta y? romántica. Por aquel espíritu de conciliaciones fraternas, fuente de esperanza, siempre actual, siempre vivo, argentinos y franceses: ¡Salud!






