
Oasis, con el espíritu del rock
La banda de los hermanos Gallagher vuelve a su tradicional sonido
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Heathen Chemistry
Oasis
The Hindu Times, Force Of Nature, Hung In A Bad Place, Stop Crying Your Heart Out, Songbird, Little By Little, A Quick Peep, (Probably) All In The Mind, She Is Love, Born On A Different Cloud, Better Man (Sony).
Los primeros instantes de "The Hindu Times", tema que abre "Heathen Chemistry", nuevo disco de Oasis, muestra a la banda inglesa más importante de los últimos años en pie. Dispuesta a luchar por las canciones con las buenas armas de la melodía, las guitarras y esa voz rocker de Liam, como si cantar fuera lo único que importara en la vida, y lo hace bien, cada vez mejor. "Dios me dio alma en una banda de rock and roll", dice, insistente, el estribillo mientras suenan cuerdas con aire de raga. Es una buena noticia este disco. Es que, ya lo han dicho, para ellos lo importante son las canciones.
Hace ocho años, Noel Gallagher y compañía presentaron sus primeras canciones-himnos de rock y el mundo hizo plop. En 1994, "Definitely maybe", su álbum debut, lo mostró como uno de los compositores dotados de esa chispa creativa que casi le impide hacer canciones verdaderamente malas aunque se lo proponga. Un año después, "(What the story) Morning glory?" confirmó la sospecha y se convirtió en el disco inglés más vendido después de "Sgt. Pepper´s Lonely Hearts club band". La referencia no es casual. Oasis tienen a los Beatles como mandato genético. Aunque a ellos se sumen, entre otros, los Stones y un tanto de los Who (como no podía ser de otra forma, en uno de los shows de esta semana hicieron su propio homenaje a John Entwistle, el bajista de Who que murió el 27 de junio, con una versión de "My generation"). Pero los Beatles van primero, y más que nunca en este álbum. Guiños Lennon, aportes Harrison por aquí y por allá.
Nuevos caminos
Luego de la búsqueda de nuevos caminos que fueron "Be here now" (97) y "Standing on the shoulder of giants" (00), Oasis ha vuelto a lo que mejor sabe, el rock propulsado por guitarras. Pero lo extraño es que, aquí, Noel Gallagher, el compositor promesa del rock british, cedió su lugar como autor casi único de las canciones de la banda. Quizá vuelve allí a ponerse en juego el mandato beátlico de los múltiples compositores. Quizás. Pero lo cierto es que si "Heathen chemistry" es un gran álbum, es justamente por esos aportes, especialmente por los tres de Liam, lejos ahora de la simpleza del "Little James" que aportó al anterior álbum.
Porque Noel, luego del track inicial sólo vuelve a brillar en "Stop crying your heart out", bella canción lenta, llorosa, sobre el fin de un amor, pero que también, cronómetro de su tiempo, fue utilizada como música de fondo para la tristeza inglesa cuando quedaron fuera del Mundial de fútbol. Y en "Little by little", un tema para el inmediato tarareo; un alegato político que canta sobre el descontento y la desilusión por el estado de las cosas ("nosotros, la gente, luchamos por nuestra existencia" y "mi dios se despertó del lado incorrecto de su cama) con la voz haciendo coros entre monumentales guitarras. Además de ello, quedan "(Probably) all in the mind", con el dejo beatle de los tiempos de "Revolver", el toque glam de "Force of nature" y el acústico "She is love", estas últimas dos cantadas por el mismo Noel.
Es también el primer álbum verdaderamente hecho con la nueva formación, porque si para "Standing on the shoulder of giants" ya habían dejado la banda Guigsy y Bonehead, los recién ingresados Gem Archer (guitarra) y Andy Bell (bajo) no aportaron demasiado a la grabación. La gentileza de dejarlos participar en lo compositivo no pasó de ser eso, una gentileza. Ni "Hung in a bad place", con su onda de guitarra a lo Stooges de Gem Archer, ni el breve instrumental, a modo de interludio, que es "A quick peep", de Andy Bell, aportan nada verdaderamente sustancial.
El factor Liam
Y aquí viene el factor Liam. Sus tres temas son buenos. Muy buenos. "Songbird" es una muy bella canción, breve y sencilla, con la voz doblada que remite al Lennon de tiempos solistas. Pero es en "Born on a different cloud" donde el cantante parece haber logrado un tema tan Lennon que hasta podría pasar por cinta perdida y recuperada. Con un toque de psicodelia, la canción, oscura, cansina, está dotada de esa magia que la convertirá seguramente en favorita. Cierra el álbum "Better man", un fantástico blues rocker cantado con voz cascada que repite, una y otra vez, la promesa de ser un hombre mejor (no hace falta saber más, pero, por lo menos, lo ha logrado en cuanto al canto).
Ya se ve, los Beatles son marca aquí y allá. Padres tremendos con derecho a reclamar mucho copyright. Allí están los Coldplay y los Travis los buscan, en las bellas canciones, con melodías y voces tan beatles, reclamando con justeza. Pero, claro, con una melancolía quejosa que nunca se vio en aquéllos, y que a los Gallagher, siempre tan arrogantes, no se les ocurriría. O acaso los Beatles tienen temas verdaderamente tristes, de esos que puedan rankear en el top ten de la música para horas desesperadas. También está la novedad Badly Drawn Boy, con sus perfectas armonías y sus minuciosos juegos sonoros y su "esperen que yo también puedo hacerlo". Pero al extraño muchacho de la gorra tejida le falta el factor pop, aquel que no faltó en los Beatles y que, sin duda, no falta en Oasis.
Porque ellos encuentran el secreto en el corazón del asunto, en ese punto justo donde se produce lo inesperado de que el menos provisto, el menos preparado para ello, el inicialmente marginado, sale en la exitosa búsqueda del santo grial de la perfecta canción.
Hay que tener paciencia y no apretar el stop antes de tiempo para escuchar los cinco minutos instrumentales que cierran el disco. Vuelo final, cierre que no debería ser y, por ello, se convierte en el mejor.




