
"Orfeo y Eurídice", en el teatro Avenida
Puesta en escena de Marga Niec
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Esta noche, a las 20.30, en el teatro Avenida, subirá a escena la ópera "Orfeo y Eurídice", de Cristoph Willibald von Gluck y libreto de Ranieri da Calzabigi, una de las grandes obras del repertorio lírico, con el atractivo de que será un estreno en nuestro país de la versión parisina de 1774, concebida para que el rol protagónico sea interpretado por un tenor. Otras funciones se llevarán a cabo el sábado 10 y el viernes 16, a las 20.30, y el domingo 18 de este mes, a las 17.30, con el mismo equipo de cantantes.
Con dirección musical de Gustavo Codina, actuarán en los tres personajes cantados el tenor Osvaldo Peroni (Orfeo), la soprano Cecilia Layseca (Eurídice) y el joven Damián Ramírez (Amor). Asimismo, se contará con la participación de tres pequeños conjuntos para los diversos pasajes corales con la colaboración instrumental del Ensamble Lírico Orquestal.
La puesta escénica estará a cargo de la consagrada artista argentina Marga Niec, egresada del Instituto de Arte del Teatro Colón, quien al iniciar su carrera fue asistente de régisseur en el Colón y colaboradora de figuras consagradas como Jaime Kogan, Bruce Donell, Margarita Wallmann, Franco Zeffirelli, Sergio Renán, Lamberto Puggelli y Beni Montresor, entre los más destacados, además de profesora de arte.
En los últimos años Marga Niec, dedicada de lleno a la dirección escénica, creó puestas exitosas para "Aida", "Nabucco", "Rigoletto" y "La traviata", todas de Verdi; "Lucia di Lammermoor", de Donizetti; "La bohème" y "Turandot", de Puccini, y "Romeo y Julieta", de Gounod, entre otras, llevadas a cabo con señalado éxito en varios escenarios de nuestro país, Brasil, Chile, Colombia, Italia y España.
Precisamente por los méritos de la artista, LA NACION la entrevistó en su coqueto departamento cálidamente decorado y con gran profusión de plantas, flores, adornos y gatos, y ante el asombro del cronista explicó: "Bueno yo soy muy bichera. Mi abuelo y mi padre fueron veterinarios y desde siempre me gustaron los gatos, porque para mi trabajo es importante no tener que salir a determinada hora para pasearlos, como sí ocurre con los perros. Además son más ordenados y ocupan su lugar sin molestar. Claro que también tuve chinchillas y lechuzas".
-¿Tu vinculación con la escena fue como asistente de régisseur?
-Sí, es una labor muy hermosa y a la vez creativa, siempre y cuando uno esté trabajando junto a un gran artista, como por ejemplo Michael Hampe o Deflo, a quienes admiro mucho y con quienes aprendí de verdad. Y tuve la suerte en Washington de reponer un trabajo de Hampe, "La clemeza di Tito", de Mozart, y en otra oportunidad participé como asistente de Deflo en obras de Monteverdi, una maravilla.
-¿Cuál fue tu debut como régisseur?
-Un acto de inconsciencia con "La bohème", en el Teatro Roma de Avellaneda. Es un título que parece sencillo y es muy complejo, ya que el texto y la música están ensamblados por el propio Puccini, que, como hombre de teatro, no permite que se pierda ni un silencio.
-Y hablando de Gluck, ¿qué opinión te merece?
-Fue un precursor en el mundo de la ópera. Luchó con pasión contra la forma barroca vigente en su época, en especial la italiana, con su dominio de la melodía y el "bel canto" sin importar si el sentimiento o la lógica de un argumento tenían alguna relación con la música. Es que este gran músico realizó una reforma conceptual, una modernidad artística, como cien años antes había hecho Monteverdi y un siglo después haría Wagner.
-¿Creés que Gluck perjudicó a la línea melódica y al canto?
-No, de ningún modo, porque en sus escritos recalcó: "Busco reducir la música a su verdadera función, acompañar la poesía para fortalecer la expresión de sentimientos auténticos". Más adelante también escribió: "Sencillez del argumento, evitar las confusiones por figuras secundarias y las acciones paralelas, el campo visual como expresión del alma en lugar del virtuosismo superficial", conceptos muy importantes que apuntan más a la representación, y eso pretendo mostrarlo en este trabajo.
-¿Por qué la versión de Orfeo con tenor?
-Porque usaremos la versión que el autor, después del estreno en Viena de 1762, reescribió para Francia, con la parte del protagonista para tenor en lugar de una contralto, un detalle importante que le permitió a Gluck lograr mucha más verosimilitud y donde las partes orquestales no conforman un ballet sino pantomimas, acciones corporales que refuerzan la acción cantada.
-Y tu propuesta visual ¿cómo será?
-La propuesta me interesó por el desafío que implica una obra difícil, hermosa, sin recursos, y la oportunidad de crear una puesta para un autor que quiso retornar a las formas puras. De ahí que este Orfeo, entre otros detalles, valorice al personaje de Amor, a quien le doy más importancia y presencia que en su parte real y musical.
-¿Pero será una puesta fiel a la Grecia eterna?
-Habrá sí una atmósfera acorde, si se acierta en el trabajo. Pero la no absoluta fidelidad al mito griego, que presenta la acción con la doble muerte de Eurídice y el final feliz, me ha permitido imaginar una acción y un clima que espero sean sugerentes por la idea, pero que en realidad no me gustaría que se develaran ahora. Del mismo modo, no quiero explicar cómo serán los vestuarios, los colores por utilizar y el trabajo que han de realizar los pequeños conjuntos corales.
Indudablemente, Marga Niec tiene razón. Al público hay que permitirle el interés de la primicia, del primer asombro y de las primeras reflexiones.
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