
Por la huella de Los Chalchaleros
Polo Román y Pancho Figueroa recuperan el repertorio que los hizo populares
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El 16 de junio de 2002 fue el último concierto de Los Chalchaleros. El cierre de esa larga despedida fue, como debía ser, en un escenario salteño, porque en Salta nació el grupo, allá por 1948.
Más de una vez a los cuatro chalchaleros los pararon en la calle para decirles que el grupo no tendría que haber terminado. Por eso, y por nostalgia, dos de ellos decidieron juntarse para cantar aquellas canciones que el conjunto popularizó y otras que grabaron, pero que no eran las favoritas a la hora de subir al escenario. Pancho Figueroa, primera voz y primera guitarra del cuarteto, y Polo Román, segunda voz y bombo, nunca dejaron de cantar, pero este encuentro los devuelve a su propia historia y lo bautizaron "Se va la segunda".
En la casa de Pancho, los dos chalchaleros acaban de terminar de cantar una pieza del repertorio que harán esta noche, en el teatro Coliseo, y en la gira que los llevará por varias provincias. Apuran el vino que tienen en sus copas y hablan de nostalgias e ilusiones: fueron parte del cuarteto emblema del folklore argentino entre mediados de los 60 y principios de este milenio. Y nadie les quita lo "cantado".
"Cuando terminamos, yo me sentí muy mal -dice Polo. Durante un año largo me sentí así. Empecé a tocar con un amigo de Mar del Plata, donde vivo, haciendo las canciones de Los Chalcha."
-¿Los escenarios chicos te ubicaban más cerca del público?
Román: -Sí, y me llamó la atención que a mucha gente joven le gustaba. Pasaron los años y, cuando nos encontramos con Pancho, surgió la idea de hacer esto. Primero estuvimos en un festival en Pinamar y vimos la reacción de la gente: el grito, el aplauso, el hecho de seguir las letras.
-En tu caso, Pancho, sacaste varios discos en solitario.
Figueroa: Sí, tres discos. Lo que costó en esto que hacemos con Polo es no ser cuatro. Pero me acostumbré. Durante este tiempo, toqué con un grupo muy clásico de dos guitarras, a veces con piano o bandoneón, y luego con cuatro niñas que me acompañaban. Un grupo de violín, viola, chelo, bombo y bandoneón. Así fue hasta que me reencontré con Polo para revivir las canciones que le gustan a la gente. Es una manera de responder al pedido que nos hacen. "Ustedes no tendrían que habernos dejado tan huérfanos de folklore", nos dicen.
-Hace unos años dijiste que si bien el conjunto era una etapa terminada, te habría gustado hacer conciertos a beneficio.
Figueroa: -Una vez nos ofrecieron cantar el himno, yo había hecho una versión con zamba y chacarera. Pero no cuajó la idea. También nos invitaron a cantar a en la 9 de Julio. Eso lo hablaron con Juan Carlos, y él les dijo que Los Chalchaleros ya se habían retirado.
-¿Ustedes querían seguir?
Román: -Pasaba que Juan Carlos ya no podía viajar tanto, porque había tenido tres bypass. Pensá que los horarios nuestros son muy nocturnos. Y el Gordo cantó 54 años con el conjunto. Así que, terminado el festejo de los 50 años, comenzamos a pensar la despedida. Tuvo un final natural y lógico.
Figueroa: -Nos preguntaron mucho por qué no lo reemplazamos por otro. Pero eso no tenía nada que ver. No íbamos a hacer lo que hicieron otros conjuntos, que hasta vendieron el nombre...
Román: -El Gordo fue el fundador del grupo y no íbamos a reemplazarlo. Él nos trajo a todos a cantar.
-¿Sienten que son una especie de custodios de una tradición?
Figueroa: -Revivir aquel tiempo y cantar en ese estilo me emociona. Si no cantábamos lo de antes, no tendría sentido volver.
Román: -Pero no estamos dispuestos a buscar a dos más para ser un cuarteto. Somos respetuosos de lo que hicimos. Curiosamente, hoy nadie canta el repertorio de Los Chalcha; buscan temas nuevos.
Así como el grupo elegía repertorio nuevo, no está mal que los cantores de ahora busquen lo que se compone hoy.
Figueroa: Sí, por supuesto. Pero los compositores hoy escriben para ellos. En cambio, Ernesto Cabeza, Polo, Juan Carlos o yo hemos compuesto para Los Chalchaleros. Y había autores que componían para Los Chalchaleros.
Román: Lo que se cantaba siempre tuvo un contenido, un mensaje. Recuerdo ver en la casa de Ernesto Cabeza dos cajas inmensas llenas de los casetes que le dejaba la gente. Uno escarbaba y podía encontrar temas como "Jamás".
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