"¡Dénme mi estatuilla!", dice Rudie Martinez sentado en una vereda de Palermo. El tecladista y co-fundador de Adicta acaba de bajarse de su bici para conversar con Rolling Stone sobre la banda que formó en La Plata junto a Adrián "Toto" Nievas a fines de la década del 90. De paso, aprovecha para hacer chistes sobre el Premio Gardel al mejor álbum de música electrónica que ganaron por Adictism (2009) y cuya estatuilla nunca llegó a sus manos: la 12° edición del galardón no tuvo ceremonia.
Ese año que Adicta obtuvo su máximo reconocimiento por parte de la industria de la música con un galardón virtual, también comenzó su declive. Después de lanzar Una década(2010), que compilaba reversiones, la banda se disolvió. En mayo de 2015, las aguas de Adicta volvieron a agitarse cuando Toto Nievas se suicidó. Sus amigos y compañeros de banda lo homenajearon con un show en Niceto un mes más tarde. Desde entonces, el manager de la banda intentó convencer a Rudie de que rearmar Adicta era una buena idea. Martinez, que estaba tocando con Los Brujos y dedicado a la gastronomía, recién el año pasado comenzó a considerar la posibilidad de volver a tocar las canciones de la banda que formó con Nievas, a condición de encontrar voces que cuadraran bien en ese sonido. Ahora, decidió que era el momento adecuado de que el tecnorock de Adicta vuelva a los escenarios y el próximo viernes dará un show en Niceto Club por sus 20 años de existencia, por lo que le gusta decir que ahora son, oficialmente, "la banda de las crisis".
En el casting de voces que hizo en busca de una nueva formación, en 2018 surgieron dos nombres: el de Loló Gasparini, la cantante de Entre Ríos, y el de Jerónimo Romero para hacer voces y guitarras. Loló aceptó hacerlo pero estaba disponible por tres shows, y Haien Qiu, que venía haciendo una carrera como solista pop, tomó su lugar. La banda de este show se completa con Alejo Kaufmann (teclados), Diego Rodriguez (bajo) y Joaquín Franco (batería). "Me gusta que puedan sumarse amigos con los que disfrutamos tocar, que funcione con una dinámica tipo Massive Attack", dice Rudie Martinez. "Creo que ahora somos una banda menos oscurantista".
¿Cómo fue el cierre de esa primera etapa de Adicta?
Espantosa. Era terrible porque al no tener el espaldarazo de una compañía discográfica, nada de lo bueno que podía decir la crítica de rock sobre la música de Adicta se traducía a rédito económico. En un punto no te importa, pero después tenés un límite. Todos teníamos que trabajar de otra cosa, salir de gira, volver y seguir trabajando. Era agotador porque no teníamos un centavo y nuestro fuerte era el vivo. Nunca pero nunca sonamos en la radio y así y todo, al principio, llenábamos lugares. Algo bien habremos hecho.
¿Qué comparación hacés entre aquella escena de la música independiente y esta?
En lo que tiene que ver con el sonido, me encanta lo que está pasando ahora. Hay mucha sangre nueva y energía revalorizando nuestro rock de los años 70, 80 y 90. Gente que está en el mismo bus que nosotros. Hay bandas tipo Pirámides que están haciendo un post punk fabuloso, o Peces raros que la rompen y que creo que están en un lugar parecido al que estábamos nosotros, necesitan más atención. Por el contexto económico, es una escena durísima en la que se hace lo que se puede. Nacimos con la crisis de 2001 y ahora volvemos con otra crisis: somos la banda de las crisis, pero fuck off. Seguimos vivos, con muchas ganas de lucir nuestras canciones y nada nos amedrenta.
Visto a la distancia, ¿qué lectura haces de esa "brecha" que se abría entre su reconocimiento y la imposibilidad de tener éxito comercial?
Fue curioso. Con Adictism, el disco que más reconocimiento tuvimos fue con el que menos plata ganamos. Por el disco y por el vivo, porque al final ya nadie iba a vernos. Pasaron muchas cosas. Creo que nosotros íbamos un disco adelantados a la gente o estábamos cada vez un poco más chiflados. La gente se iba asustando, como "mmm, ¿en qué se metieron estos?" y cada cosa que presentábamos era un poco más rara que la anterior. Por el mismo motivo, las compañías no sabían dónde meternos porque éramos demasiado putos para el rock chabón, muy glam para el rock-pop Disney y encima estábamos locos de atar y muy medicados.
¿Lo decís por otras bandas que comercialmente les fue mejor?
Sí. A nosotros, por ejemplo, nos comparaban mucho con Miranda!, y a mí me encanta Miranda! y ellos son un amor de personas, pero no teníamos nada que ver con ellos.
Entiendo que dependiendo de los vivos a principios de 2000, después de Cromañón nada fue más fácil.
Si, Cromañón nos terminó de complicar a nosotros y a todos los artistas independientes, pero más allá de eso, yo sentía que al final solo nos iban a ver unos pocos que todavía no se habían asustado, los que no encontraban en ninguna otra banda lo que tenía Adicta. La vanguardia es así, dijo el maestro García. Hay que bancarse los defectos. Lo hicimos casi sin pensarlo, pero es mejor estar equivocado y hacerlo primero que no hacerlo nunca.
¿Cómo trabajan en los temas nuevos?
Los compongo yo y los arreglamos con la banda. Es exactamente igual que antes, solo cambiaron los cantantes. Vamos a bajar un poco el mito, ¡yo era compositor antes y lo soy ahora!
Sí, pero la presencia de Toto era una parte re importante de Adicta, ¿no?
Obvio. Pero él no está y a mí me gusta tocar mis canciones. Es como un equipo de fútbol: si se va una estrella, vienen otras. Ahora la banda es esta y me gusta así.
¿Cómo pensás que envejecieron las canciones de la primera etapa de Adicta?
Perfectas. En vasija de roble. Están en su mejor momento: huelen rico, a madera y a cemento porque también nos gusta el industrial. Estuvimos ensayando mucho para estar a la altura de esos temas viejos y estamos muy afilados, pero también tenemos un nuevo repertorio y nos entusiasma salir de ese lugar nostálgico, de lo que supo ser Adicta. La nostalgia no es lo mío.
Una vez Franco Torchia en su programa de radio, después de la muerte de Toto, dijo que para entender el fenómeno Adicta había que haber caminado La Plata a principios de los 80, que ese clima enrarecido de la post-dictadura tenía directamente que ver con el sonido y las letras de Adicta. ¿Compartís esa idea?
Es totalmente así. Yo crecí en la década del 80. La Plata era una ciudad desolada totalmente, destruida por los jóvenes que se llevaron, entre ellos a mi hermana que por suerte devolvieron. En mi familia eso se vivió en carne propia y como niño crecí respirando ese garrón. Cuando empecé a hacer música había algo de eso a mí. Hoy mi hermana es activista por los derechos humanos y yo en un punto traté de hacer lo propio desde el arte. Yo no intento agradar porque soy de la escuela que había que ser un poco subversivo para ser artista. Si no te molesto, no estoy ocupando el lugar de artista que debo tener. Puedo estar equivocado, pero a mi sonar en la Radio Disney me chupa la pija. Yo no quiero tocar una baladita rock para quinceañeras, yo quiero tocar para gente que entienda lo que estoy tocando.