
Soplos mágicos de una quena
El músico presentará los temas de su segundo álbum, "Quena de los Andes"
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La gacetilla es clara: "Olarte, durante años colaborador de Ariel Ramírez y de Jaime Torres, tocó en los cinco continentes, actuó junto a José Carreras para multitudes y para los emperadores de Japón en privado. Ahora, recién llegado del prestigioso festival internacional Jerusalén 2002, actuará en Buenos Aires presentando su segundo CD, "Quena de los andes"".
Será hoy, a las 20.30, en el Teatro Alvear, Corrientes 1659. La quena de Raúl Olarte estará acompañada por el grupo que integran Claudio Céccoli en guitarra de ocho cuerdas, Norberto Pereyra en guitarra y guitarrón y Angel Velázquez en charango. Como invitados especiales estarán Domingo Cura, en percusión, y Ariel Ramírez, en piano.
La entrevista se realiza cuando él se apronta a viajar hacia Israel para participar en el festival internacional Jerusalén 2002, de danza, teatro, jazz y música clásica, que se extendió del 23 de mayo al 13 del actual.
"Mi desempeño en ese contexto está configurado dentro de la world music. Y a la quena la presentan como "andean flute". Yo concurro con Angel Velázquez, que toca charango, Norberto Pereyra en guitarra y Fita Ríos en piano, con quienes grabé el disco para tocar allá varios de estos temas junto con los otros editados en mi anterior trabajo, "Casabindo"."
-Es interesante que incorpores piano a los demás instrumentos.
-Es un desafío. Mi propuesta es acortar las distancias que separan al folklore del resto de la música, siempre que haya calidad. De todos modos el piano forma parte de la tradición del folklore. Y como el disco es totalmente acústico, todo suena muy claro, porque nada está enchufado. La idea es acercarnos a la música de inspiración folklórica, de Williams a Ginastera, de Aguirre a Guastavino. No aparecía entonces un quenista que los atrajera; ellos preferían la flauta traversa. Estos compositores nuestros tienen que volver a la palestra, como también ese genio que fue Waldo de los Ríos. Por eso maduro el proyecto de acometer una obra para quena y orquesta; que sea una composición concebida y dedicada a esta formación.
-En "Casabindo" había temas bellísimos, como "Paisaje de Yavi", "Huayno de la quebrada" y ese solo de lejanías, "Pastorcito".
-Ese disco es de hace seis años. Allí tocaron Lalo y Obi Homer, Pereyra, Angel Luis Palacios en percusión, Enzo Espeche en charango y Chochín Balvena en arpa. Siempre quedan temas que no caben en un solo disco. Pero el tiempo es tremendo. Te permite ver con otra óptica las cosas. Te permite cambios y te hace desechar cosas ya transitadas. Pero es difícil prever con mucha anticipación qué temas quieres grabar. Por suerte aprendí a ejercitar la autocrítica. Escribir algo, por ejemplo, considerarlo después y decidir tirarlo a la basura porque no te convence, o si no dejarlo por un tiempo y volverlo a tomar.
–Veo que incluyes el viejo y remanido tema “El cóndor pasa”.
–Es un himno, y siempre representa a los Andes. Desde hace veinte años lo estoy grabando con distintos intérpretes, como Jaime Torres. Pero ahora lo elaboré con otro arreglo, más moderno. Le agregué un sentido y más fuerza. Fue un trabajo de reelaboración.
–También incluyes milongas y zambas, que no son del Altiplano...
–Es para mostrar las posibilidades de la quena. Cuando vine a Buenos Aires desde Jujuy sufrí mucho esta otra cultura, muy fuerte. Sentí la necesidad de conectarme. Entonces descubrí el tango y la milonga. Aquí las hice con tres guitarras y guitarrón, cuidando con respeto el espíritu.
–Raúl, ¿compones mucho?
–No. Soy vago para componer. Es que hay que tener disciplina. Por cierto me vienen muchas ideas y cosas grabadas; además tengo la suerte de saber música y así poder escribirla en cualquier pentagrama; y de paso, al saber leer, me enriquezco.
–Viajaste mucho por el mundo con Ariel Ramírez y Jaime Torres. Por esto seguramente ya estuviste en Israel...
–Esta es la cuarta vez que actuaré allá, pero la primera con mi propio grupo. Los primeros conciertos fueron con Jaime, y los otros con Ariel. Tengo la enorme satisfacción de contarte que todas las entradas están vendidas. La actividad cultural en Israel es enorme y del mejor nivel. La vida no se detiene pese a las enormes dificultades. Ellos saben que el arte es sanador.
Raúl Olarte es quenista, pero también toca el sikus y algo de charango. Pero además es su propio luthier. El construye, minuciosamente, sus quenas y sikus. Busca cañas en las costas del Río de la Plata, las deja estacionar y luego las corta y talla. Sólo las anatas y los pinkullos –que también sopla– no son fruto de su artesanía. El músico –serio, como pocos– trasunta un estado de plenitud espiritual y serenidad que atrapan.





